Biblioteca fantasma

- Eve Gil - Sunday, 05 Jan 2020 07:57 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Tan roja como la sangre

 

La mexicana Sandra Becerril es guionista, más reconocida en Hollywood que en México, y autora de novelas de terror que las editoriales mexicanas no valoran lo suficiente, como suele suceder con autores de lo que peyorativamente se califica como “subgéneros”, aunque los importados vendan como pan caliente. Becerril, sin embargo, cuenta con un público cautivo y atento, lo que hace de ella una autora de culto. Su más reciente novela, de precioso título, Tu cadáver en la nieve, se ha publicado en la novísima editorial de Coruña, España, Bunker Books s.l.

Ganadora del i Certamen Auguste Dupin de Novela Negra y Denuncia Social, Becerril logra emular a Poe en la imperceptible fusión de su género de cabecera, que es el terror, con la novela policíaca. Además está la “denuncia social” implícita en la leyenda del concurso. Como buena cultora de un género que no puede permitir espacio al aliento, nos atrapa desde las primeras líneas: Maya, esposa de un actor de Hollywood de origen mexicano, que hace tiempo no tiene hueco en su agenda para ella, alcanza el primer orgasmo de su vida en brazos de su amante británico, al mismo tiempo que alguien apuñala en pleno corazón a su afamado cónyuge.

Pese a ya no amar a Erik, con quien tiene una historia de doce años hasta cierto punto trágica, pues se casaron cuando ambos vivían todavía en México y él no imaginaba que llegaría tan alto, Maya, en nombre del amor que alguna vez la unió a ese hombre, está resuelta a encontrar al asesino o asesina y Benedict se compromete a ayudarla en lo que promete ser una cacería en dos junglas: la de Hollywood y la de Chicago, ciudad de residencia de Maya y Erik, con el mayor índice de criminalidad en el mundo… y si las estadísticas que las autora nos presenta para demostrarlo no forman parte de la ficción, nos han engañado todo este tiempo afirmando que Ciudad Juárez era de lo peorcito.

Para las leyes estadunidenses, incluidas las de Chicago, cuya mala fama va acompañada, claro, de la ineficacia de su fuerza policíaca, el primer sospechoso en un crimen de esta naturaleza es el cónyuge. Maya sale airosa de este primer obstáculo. Pero su primer error es no tener bien claro quiénes son “los buenos” y “los malos”. La única certeza que tiene sobre su esposo –aunque no le consta– es que se acuesta con la coactriz de su penúltima película, aunque ésta no tardará en ser hallada muerta también. Maya y Benedict comienzan a sumergirse cada vez más en lo que resulta ser una cloaca perfectamente oculta bajo kilos de oropel, glamur, champaña y perfumes caros, acompañados de extravagantes aliados –como Karely, la maquillista ninfómana que cada noche se cita con un desconocido distinto para tener relaciones sexuales, asegurando que le emociona la idea de que “esta vez resulte ser un psycho”–, pero que cada día les depara una sorpresa más aterradora que la anterior.

Cuando uno siente el miedo, cree que cualquier cosa podrá salvarlo de su demencia. Un cigarro, un desconocido, una pared, algunas palabras, la luz, la razón.” Estas palabras, que son las de Maya, quien funge como narradora, develan parcialmente el modus operandi de Sandra Becerril para lograr ese efecto de acorralamiento a través de la trama. No se trata sólo de encontrar a un asesino, sino de sacarle la vuelta a una red de enemigos que se esconden tras aquellas cosas que suelen brindarnos consuelo y, en ese sentido, Sandra Becerril logra una dinámica absolutamente coherente, pese a la locura y la extravagancia que surca la trama de principio a fin, y se nos revela como una incomparable relatora de escenas, por llamarlas de algún modo, chic gore, que ninguno de los escasos cultores del género en español ha logrado. Esta sui generis autora mexicana de apenas treinta y nueve años, es doctora Honoris causa por el Congreso Iberoamericano de la Educación en 2008 en Perú, y ha obtenido diversos premios a “Mejor guión de terror” y “Mejor película de terror” en festivales internacionales. Pese a esto, sus libros son muy difíciles de encontrar en las librerías de su país.

 

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