El oficio de la resurrección: entrevista con Ernesto Cardenal

- Ricardo Venegas - Saturday, 18 Jan 2020 19:59 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Breve conversación con el emblemático poeta de múltiples y variadas luchas sociales que han tenido su correlato en una extensa obra, y en la que es notoria su sencillez y coherencia a pesar de la fama, los reconocimientos y los premios. La “brevedad de la vida y la presencia del más allá”, afirma, son temas axiales en su poesía.
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Para Andrea J. Venegas

 

Reacio a las entrevistas, es de dominio público que Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 20 de enero de 1925) prefiere mantener una distancia razonable con los medios. Por conducto de la poeta mexicana Lina Zerón, fue posible entrevistar en exclusiva para La Jornada Semanal al legendario bardo. Este mes el poeta nicaragüense cumple noventa y cinco años y el mundo latinoamericano lo celebra por tratarse de uno de sus poetas más emblemáticos. En 1994 el papa Juan Pablo ii le aplicó la sanción A Divinis, con la cual le prohibía a Cardenal ejercer el sacerdocio junto a otros tres curas sandinistas. En febrero de 2019 el poeta fue hospitalizado por una grave infección renal y el papa Francisco le conmutó el castigo vigente durante treinta y cinco años, ese mismo día ofició misa desde su lecho de convalecencia. En palabras de Lina Zerón “Ernesto Cardenal resucitó cuando Bergoglio anuló la sanción, resurgió de las cenizas”.

 

-Su nuevo libro Canto a México es un gran tributo a un país, a su pasado prehispánico y a su cultura, ¿qué impresión tuvo de México en su más reciente visita a finales de 2019?

-Se me hizo un gran recibimiento en México, tal vez más de lo merecido y lo agradezco mucho. Se me brindó el desplazamiento en el difícil tráfico de Ciudad de México, casi como a un Jefe de Estado. Todo ello de parte de la Cancillería. Y los únicos invitados de honor éramos el legendario guerrillero tupamaro (y expresidente) Pepe Mujica y yo.

 

-Algunos temas de la poesía prehispánica mexicana son la brevedad de la vida, el sufrimiento del hombre sobre la tierra, el valor, el honor, la belleza del mundo y la presencia de un más allá, ¿con cuáles se identifica más Ernesto Cardenal?

-La brevedad de la vida y la presencia de un más allá son los dos grandes temas de la poesía prehispánica mexicana y lo han sido también, en gran parte, de mi poesía.

 

-El expresidente de Uruguay, José Alberto Mujica, ha confesado que en los peores momentos la poesía de Ernesto Cardenal le ayudó a continuar con su vida, ¿cómo aprecia esto?

-Gratamente me sorprende ese juicio de un gran personaje de la historia latinoamericana como Mujica, a quien yo admiro mucho. Y por mi parte le diré que en la conversación de largas horas que tuve con él, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, pude apreciar que es un hombre humilde, cariñoso y tierno, lleno de perdón, sin ninguna amargura por las prisiones que ha sufrido. Entre las cosas que me contó fue sobre una de sus prisiones en la que estuvo en una celda por ocho años sin un solo libro que leer, lo que pudo superar tratando de recordar todo lo que había leído anteriormente en su vida. Eso él lo contaba con naturalidad, pero a la noche yo no podía dormir impresionado por lo que le había oído contar.

 

-Se dice que a mediados de los años sesenta fundó en la isla de Solentiname, en el Lago de Nicaragua, una comunidad artística y campesina inspirada en el cristianismo primitivo, ¿cómo se gestó ese proyecto?

-Fundé una pequeña, pequeñísima comunidad semi-monástica en el Lago de Nicaragua con algunos campesinos y algunas otras personas más, y allí estuvimos unos doce años hasta el triunfo de la Revolución Sandinista. En ella se desarrolló la pintura primitiva campesina de Solentiname, la numerosa artesanía, la poesía campesina y los comentarios al Evangelio recopilados en el libro El Evangelio en Solentiname, inspirados en la Teología de la Liberación. Algunos muchachos en Solentiname y también muchachas participaron en la lucha armada de liberación, y algunos murieron en la lucha. Esto fue la experiencia modesta de Solentiname, pero ya no existe esa comunidad de hace unos cincuenta años, tan sólo el recuerdo de ello.

 

-¿Podría referirse al período en que el Valle de Cuernavaca, donde el monasterio fue un centro de actividades intelectuales con personalidades como Erick Fromm, Sergio Méndez Arceo, Gregorio Lemercier e Iván Ilich, ese momento del boom de la Teología de la Liberación?

-Todo eso importante hubo en Cuernavaca, pero yo no participé en ello, pues era un simple huésped del convento benedictino. A Ilich, gran persona, lo conocí hasta después, en Londres, y a Méndez Arceo, grandísima persona también, lo traté en Cuba.

 

-¿Usted eligió el sacerdocio o el sacerdocio lo eligió a usted?

-Yo elegí el sacerdocio para fundar aquella comunidad, no por el deseo de ser sacerdote.

 

-Los poetas de los antiguos mexicanos consideraban que lo esencial en la vida eran la flor y el canto, por encima de los bienes materiales, ¿los premios equilibran la balanza actualmente?

–No creo que los poetas sólo busquen eso, pero me parece legítimo que lo busquen, pues de algo tienen que vivir ellos.

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