La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 22 Mar 2020 07:32 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

El teatro del mundo que imagina Antonio Marquet

 

Oswaldo Calderón (Superperra, Hermana Vampira) es el punto de máxima entropía en el universo que Antonio Marquet creó, imaginó y registró con una enorme solidez desde El coloquio de las perras, Violencia verbal en Joteando por un sueño: crónica ilustrada hasta Dragas en rebeldía, puntos de encuentro e inflexión de unas “prácticas culturales” (en el lenguaje de la sociología) que viven en el ámbito teatral, donde lo artístico-escénico apuesta a la inmortalidad de una poética de múltiples convergencias: políticas, éticas, estéticas.

Dragas en rebeldía, tanto como su Coloquio, son sociología, estudio cultural, periodismo del más alto nivel y de la ambición más legítima, puesta en acto de un despliegue donde lo psicoanalítico y sus etnologías, como conversación y diagnóstico de (involuntario) pulso, pulsión descifrada, son uno de los ejercicios, también de orden histórico más ricos en la construcción del universo de la imaginación homosexual mexicana de entre siglos.

Tomo aquí lo que me concierne desde el mirador de lo teatral, en un sentido de amplísima diversidad, la de la parodia, la autocrítica y ese teatro que en otros orbes es tan influyente y modelador de las maneras de razonar (y por supuesto nombrar);
las condiciones de lo teatral en la vida cotidiana (entendido lo teatral como espejo, distanciamiento, caricatura, modalidades
de una síntesis del presente que estremece, que no adoctrina pero es un instrumento valiente de agitación) con todos los bemoles de extremo dolor, en su pareja sadomasoquista y de autodevoración que ha mostrado Marquet desde múltiples escenarios literarios sobre ese teatro de navajeros duelistas en perreo.

Antonio Marquet ha tenido lectores sensibles e influyentes en el destino final de los trabajos académicos que concluye. La Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco cuenta en esas obras con un patrimonio documental e interpretativo proliferante, pues su abundancia permite situarse desde varios puntos de vista y constituirse en camino.

La muerte de Oswaldo Calderón (14 de febrero, 2020, Hospital la Raza, imss) le dio una resignificación al conjunto de la obra y las exploraciones de Antonio Marquet, porque su explosiva vitalidad queda evidenciada también como la capacidad interpretativa de una teatralidad y una imaginación actoral sostenida en un cuerpo herido, una decadencia que es ficción, porque Osvaldo Calderón hizo posible mostrar reiteradamente que se trataba de un estado de purulencias y toxicidades encarnadas durante la función, nuestro síntoma.

Osvaldo Calderón es la Superperra, y en tierras de la uam se hizo apenas un homenaje, que cerraron dos eminentes colegas suyos: Daniel Vives y César Enríquez, después de un largo repaso por la vida y obra de Calderón, que Marquet no sólo analiza sino también videograba. El acervo de presentaciones en video es enorme y ya es un patrimonio que debemos reclamarle a Marquet.

Hago pasar por el filtro de mi mirada el sentido profundo que le imprime Marquet a este nuevo libro tan de teatro, y la hondura con que observa desde su hermoso y doloroso blog (https://elegebeteando.wordpress.com/) la inmortalidad de Osvaldo Calderón, sin dejar de ver en el otro extremo su caducidad. Es ahí donde se inscribe la permanencia de la crítica con su posibilidad de belleza y de espejeo retórico. He aquí un fragmento de la visión de Marquet sobre este ángel caído: “La Hermana Vampiro demostró por enésima vez de qué es capaz, en tan poco tiempo, con cero presupuesto, en medio del agotamiento físico y emocional que significó el golpe de la muerte de la Hermana, la más feroz perra que en el mundo haya sido. Sin duda, una gran proeza hacer el homenaje póstumo en el escenario, en el sitio por antonomasia de las Vampiro (donde ella respiraba, vivía, reía, cometía toda clase de fechorías), en torno a la gran figura de Superperra.”.

 

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