Cinexcusas

- Luis Tovar @luistovars - Saturday, 04 Apr 2020 18:28 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Cine y cuarentena (II de IV)

 

Entre la entrega pasada y ésta, el 30 de marzo fue declarada la #EmergenciaSanitaria cuyo propósito es evitar al máximo el número de contagios de #coronavirus e incluye, entre muchas otras medidas, la cancelación inmediata de concentraciones mayores a cincuenta personas, así como una drástica restricción de la movilidad social y la cancelación de actividades no prioritarias.

Es de suma importancia que todos acatemos dichas medidas, con miras a lograr que la curva de la pandemia no se dispare, y no menos importante es difundir el exhorto en tantos espacios y tantas veces como sea posible, de modo que, por lo que más quieras, #QuédateEnCasa

 

Pensar el cine

Con los cines cerrados hasta nuevo aviso, las variantes de exhibición cinematográfica referidas aquí –principalmente compuestas por televisión abierta, de paga, servicios de streaming y piratería, tanto física como virtual— amén de ser desde siempre boyantes y, sobre todo en el caso del streaming, de encontrarse en vertiginoso ascenso, han pasado a convertirse en opciones únicas, mientras dure la pandemia, para eso que Muchagente acostumbra llamar “entretenimiento”, noción que, hoy más que nunca, cobra sentido: en circunstancias como las actuales, para millones de personas de lo que se trata es de pasar el tiempo con el menor estrés posible. Así, la intención es precisamente mantenerse entretenido, distraerse, que es tanto como decir “no preocuparse”, “no angustiarse”, “no caer en ansiedad”… más sencillamente, pareciera que el punto es “no pensar”.

¿Tiene que ser así? Formulada de otro modo, la pregunta conduce a una discusión igual de antigua que el cine mismo: ¿cuál es el propósito esencial de una película? Como bien se sabe, la respuesta es tan variable como su emisor, pues si quien responde es un productor, lo más probable es que su intención se reduzca a dos elementos: uno, que la película en cuestión genere ganancias, sin importar tema, tratamiento del mismo, componentes formales, plataforma de exhibición ni cualquier otro concepto; y dos, que le permita producir una siguiente película, con lo cual será viable repetir el reducidísimo ciclo.

Por su parte el cineasta –cierto tipo de cineasta, por ejemplo, todo aquel susceptible de ser considerado dentro del rubro “autor”–, muy probablemente dirá que su propósito consiste, para decirlo en apretadísimo resumen, en expresar una postura estética, filosófica, ontológica, antropológica, social, política, etecé, al mismo tiempo que, por natural consecuencia, lo que está haciendo, y de manera consciente, es crear arte –bueno o malo, eso ya es harina de otro enorme costal.

En cuanto al espectador, si por razones de análisis es admisible cierto reduccionismo, hay una diferencia más o menos emanada de y equivalente a la expuesta entre productores y (ese tipo de) directores: por un lado está el espectador a quien le viene perfecta la degradación inherente a ser considerado más bien un “consumidor”; de hecho, para mercadólogos, publicistas y similares, no existe –y si existe les da lo mismo— tal cosa como la cinefilia, pues lo único que hay y cuenta son los reales y potenciales “consumidores de contenido audiovisual”. De ahí, por cierto, que a quienes deciden la oferta de contenidos audiovisuales les dé perfectamente igual si lo “consumido” es una película, si es de ficción o documental, o si es una serie y si es larga, corta, de pocas o interminables “temporadas”, y mucho menos les importa cuál es el tema que aborde, siempre y cuando genere ganancias económicas.

Por otro lado está, minoritario pero fidelísimo, ese espectador que se resiste como puede a ser tratado como un simple tributario más, entre millones, de una industria dedicada preponderantemente a la fabricación de “productos” tan indistinguibles como salchichas en un paquete. Sus opciones son tan reducidas como el propio grupo al que pertenece, ambos arrinconados en una marginalidad manifiesta en un doble hecho: lo que quiere ver es escaso y, comparativamente, de difícil acceso. (Continuará.)

 

Versión PDF