La casa sosegada

- Javier Sicilia - Sunday, 17 May 2020 07:33 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Etty Hillesum

 

Siempre he amado a los místicos. De todos los que he visitado, he querido más a quienes, como Simone Weil, llegaron allí por caminos ajenos a la religión. La holandesa Etty Hillesum (1914-1943) pertenece a ellos.

Etty dejó narrado su itinerario espiritual en un voluminoso diario –especie de cuenta de conciencia de una claridad y penetración ejemplares– publicado bajo el título de Una vida trastornada.

Primogénita de un matrimonio judío disfuncional, nació en Middelburg. Despierta, brillante, intensa, deseosa de convertirse en escritora, abandonó muy joven la casa de Deventer, a donde su padre trasladó a la familia, para estudiar Derecho en Ámsterdam. Libre, sin prejuicios sexuales –“No podía ser fiel a un solo hombre”–, se hizo amante de Hans Wegerif, su casero.

En busca de alivio a ciertos padecimientos que creía de naturaleza psicológica, buscó a Julius Spier, veintisiete años mayor que ella y discípulo de Jung que, entre sus terapias, practicaba la quiromancia.

El encuentro con Spier es decisivo. No sólo se vuelven amantes, sino que, al tratarla desde una perspectiva espiritual e invitarla a escribir un diario, la conduce, junto con sus lecturas de Rilke, por los derroteros más complejos de su alma. Al mismo tiempo que visitan “todo tipo de camas, en una vida apasionada y desenfrenada”, Spire, como el “partero de mi alma”, la guía, la disciplina: “Él es una especie de cemento entre los trozos de mi vida y las amistades que he conocido. Enlaza todo eso, y toda mi pasión desfila en sus dos pequeñas habitaciones.”

Contraria a Weil, cuya repulsión al eros la llevó a una castidad exasperante, en Etty –para quien cuerpo y alma son una sola cosa– el desenfreno erótico y sus consecuencias –llega a abortar– funciona como parte de su proceso espiritual que narra con minuciosa agudeza. A instancias de Spier, que “me educa para un amor más amplio…”, lee la Biblia y los Evangelios. La reflexión de San Pablo sobre el amor (Cor. 13), la adentra más en él: “¿Qué me sucedía mientras lo leía? […] Tenía la impresión de que una varita mágica tocaba la superficie endurecida de mi corazón y al instante hacía brotar de él fuentes ocultas. Y me encontré arrodillada […] mientras el amor como libertad me recorría toda entera…” Duda, avanza hacia él, lo desmenuza, llega, ajena a la doctrina cristiana, a una conclusión digna de Eckhart o de Juan de la Cruz: que el amor es Dios y ella es él: “Lo más esencial y más profundo que hay en mí escucha lo que hay de más esencial y más profundo en el Otro: Dios habla a Dios.”

Ese encuentro, que se hará más hondo, coincide con el recrudecimiento del antisemitismo bajo la ocupación alemana y la muerte de Spier, a quien acompaña hasta el final. Está sola en ese diálogo profundo con el Otro, a donde Spire la condujo, trabajando en el Consejo Hebreo, que negocia con los nazis la deportación de judíos.

Al saber que muchos de ellos no podrán escapar, pide ir al campo de tránsito de Westrbork como trabajadora social, psicóloga y consejera espiritual. Enferma. Vuelve a Ámsterdam. Algunos amigos le proponen escapar. Se niega y regresa al campo: “Aprendí a amar en Westrbork y tengo nostalgia de ello”, escribe. Después de la gran redada de junio de 1943, la llevan, junto con su familia y 986 judíos, a Auschwitz donde muere en noviembre de ese año.

Nunca sabremos las palabras con las que concluyó su diario. Los textos escritos durante su última estancia en Westrbork desaparecieron con ella. Quedan, sin embargo, los que cierran los once cuadernos que sobrevivieron en manos de su amiga Johana Smelik: “Quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas.”

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a todos los presos políticos, hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales, esclarecer el asesinato de Samir Flores, la masacre de los Le Barón, detener los megaproyectos y devolverle la gobernabilidad a Morelos .

 

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