Tomar la palabra

- Agustín Ramos - Sunday, 24 May 2020 07:46 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Los Muppets toman os Ángeles

Tutú dururu, tutú dururu… De representar dioses y héroes, las marionetas derivaron al juego del teatro. Tal origen y un poder de fascinación ilustrado por don Quijote explican que también se les use como herramienta de enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, estas no son marionetas sino títeres, en el fondo muy elementales: un carácter distintivo, expresividad fundamentalmente puesta en el diseño y en torceduras de boca –boca formada con la mano (derecha), el pulgar para la mandíbula y los demás dedos para el resto de la cara. A los Muppets los creó el estadunidense Jim Henson; los prototipos datan de 1955, cuando aparecen en el programa Sam&Friends, aunque su antecedente directo es la serie educativa Plaza Sésamo, que comenzó a principios de los años setenta. Al mediar dicha década, aprovechando el pegue de Elmo, Enrique, Abelardo y demás elenco de Plaza Sésamo, los Henson lanzan Los Muppets: la rana René, Peggy, Fossi, Gonzo, Animal y otros personajes que, aparte de la tele, ganan espacio en el cine, donde sobresale Los Muppets toman Nueva York, cinta de 1984, mismo año en el que truena el Estado de bienestar, lo que explicaría que tres lustros después la exitosa compañía familiar haya pasado a poder de Disney.

Mana mana, tutú dururu, tutú dururu, tutú… Los cachetes, más la hinchazón de los pómulos y párpados y lo convexo de la cámara, abomban los rostros dando una apariencia fetal a sus rasgos. ¡Qué mesa, señoras y señores, qué mesa!, presume un Carlos Loret de Mola diferente de los otros participantes, no sólo por conducir sino también, quizá, por recurrir a algo diferente del bótox: ¡qué mesa, señoras y señores! Enrique Krauze, Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín y María Amparo Casar. El tema no es menos digno de pregonar como quien anuncia luchas superestrellas o vende papayas en el tianguis. ¿Cómo está manejando la calamidad el gobierno federal? Mal, por falta de empatía, de emoción, de humanismo –no están en 1985 sino en la primera semana de mayo de 2020. Mal, por deficiente y falso, según prueban tres serios diarios internacionales, y lo pagará caro. Puede que a él, a López Obrador –porque es contra él contra quien hablan– le esté yendo bien, sin embargo, ésa no debe ser la cuestión, la cuestión debe ser, ¿cómo le va al país? Pésimo. Y le irá peor. Y nosotros, “la parte del pueblo que somos nosotros”, nosotros, “el sector moderno” (literal), tenemos la responsabilidad de explicar a la gente en prensa, radio, televisión y redes sociales, de manera creíble, lo que está pasando, ¡no vaya a suceder lo que en Venezuela! Hay, pues, un reto de información. Ojos y bocas son rendijas que brillan y se tuercen para el mismo lado, con igual énfasis.

Tutú dururu, tutú durú, mana, mana. Tal vez el derrumbe de lo que Felix Guattari llamó capitalismo mundial integrado necesite títeres para divertir a los derechistas de segunda. Pero un país petrolero y exportador de mano de obra barata al que la quiebra de Estados Unidos le pegará primero y con más fuerza, no necesita profetas. Arriba mencioné que el Estado de bienestar tronó desmaquillando arrugas y tirando sueños. Ahora es otro Estado el que da de sí. Ello significa que el capitalismo intentará aplicar medidas extremas: más desregulación en beneficio de la depredación, más fumigación de clase media –su único logro social real–, más endeudamiento, más cesión de dominio a las organizaciones criminales de todo orden, transformación del empleo propiamente dicho en esclavitud cada vez menos disfrazada, y todo eso que se agrava en países empobrecidos como México. De ahí la propaganda y la guerra cotidiana, el desarrollo del golpe blando y la conjura de quienes no toleran oír de conspiraciones. El presidente López Obrador enfrentará, pues, la catástrofe anunciada sibilinamente por esos títeres seniles; su voluntad expresa es no sacrificar a los mismos de siempre; empero, no parece haber salida, no dentro de este sistema.

 

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