La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 31 May 2020 07:32 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

La Rendija, el nuevo teatro clásico

 

El divino Narciso de Sor Juana Inés de la Cruz. Deriva en tiempos de contingencia, guión y dirección de Raquel Araujo, a cuya realización digital se suma Oscar Urrutia, quien es el alma de muchas cosas y establece un rumbo que, trenzado con el de Araujo, tiene un aporte sustantivo también en lo visual en tanto artista plástico, gran constructor de imaginaciones y espacios que marcan la escenografía mexicana y, desde luego, lo cinematográfico, que en este contexto quiere decir dotar de un tempo fascinante a la labor de Araujo, que en esta visión sobre sor Juana le da al trabajo momentos de enorme belleza aforística.

No quise resistirme a un párrafo tan largo porque pretendía que esa casa de palabras estuviera habitada por esas dos maneras que, en el desglose estético, muestran las cualidades de uno y otro artista, porque vale la pena distinguirlas, dado que los lenguajes que exploran tienen un hilo de Ariadna con origen en el pasado artístico de cada uno, y hoy ofrecen el ejemplo de un trabajo colaborativo de una enorme originalidad en la escena mexicana.

Asombran sus logros porque su presencia en la escena nacional tiene que ver con todo lo que la compañía teatral a la que pertenecen, la que fundaron, al proyecto educativo, formativo y artístico de La Rendija, es capaz de vincular entre sí, con lo maya, lo yucateco, lo chilango y lo hispanoamericano, la cultura francesa y el horizonte filosófico que tanto ha fascinado durante toda su vida creativa a Raquel Araujo, con lo cual ha logrado hacer de su trabajo parte de una institución que va más allá de sí misma, para convertirse en patrimonio de un espacio que ha tenido a bien acoger varias producciones nacionales reconocidas y premiadas.

No es la primera vez que La Rendija aborda el tema de sor Juana; es parte de la madurez intelectual y artística de Raquel Araujo, una manera de volver a sus orígenes. Dije antes que siempre ha sido una artista fascinada con la filosofía (llamada) occidental, y sin dejar de serlo se ha decidido a mirar al fondo de sí misma y encontrar que, desde nuestros primeros balbuceos, ya sor Juana andaba ahí. Una vez le pregunté a Octavio Paz con qué personajes le gustaría conversar y me dijo que con Buda o con Jesucristo. Pero de inmediato reparó en la grandilocuencia de sus palabras, rectificó y me dijo que con sor Juana, que tal vez con ella sí tendría manera de trazar esa manera de hablar que llamamos conversación.

Creo que a la directora terminó por pasarle lo mismo. Su sor Juana es el eslabón que conforma un lazo primordial con el teatro hispanoamericano y eso la llevó a establecer, en medio de todas las carencias posibles, el Noveno Festival de Teatro de la Rendija. Iberoamérica en escena, el año pasado. Nueve años insistiendo en que es posible general un diálogo, más que un aparador de espectáculos, una conversación entre creadores teniendo al espectador, al alumno y al aficionado como parte de ese coloquio.

Los laberintos poéticos de Sor Juana, en colaboración con el director y dramaturgo Guillermo Heras, forma parte de esta continuidad que se presentó hace casi un año en su sede con apoyo institucional, que ha aprovechado como creadora beneficiada y coproduciendo con los programas del fonca, un fideicomiso que no se extingue a pesar de una voluntad extraña de dejar a los artistas a la deriva a sabiendas de que no sólo de pan vive el hombre.

Estos yucatecos lograron, hace justo tres años, que sus acentos se escucharan en el Festival Almagro, una ciudad a dos horas de Madrid, donde le devolvieron a la península una obra cuya metamorfosis la instalaba en el conjunto de propuestas de lectura sobre el Siglo de Oro y sobre un teatro que está lejos de sus presupuestos escénicos pero se adaptó al “Corral de Comedias”, primera piedra fundacional del teatro barroco. Todo eso tuvo que pasar para que ahora sea posible verla durante cincuenta y cinco minutos en teatro.unam.mx. Qué tal si discutimos sobre las posibilidades digitales y las metamorfosis de nuestro teatro en la próxima entrega. Todavía seguiremos en casa para entonces.

 

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