Bemol sostenido

- Alonso Arreola | t: @LabAlonso / ig: @AlonsoArreolaEscribajista - Sunday, 21 Jun 2020 07:47 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Pau Donés, sin miedo ni fe

 

Ahora que empiezo de cero, que el tiempo es humo, que el tiempo es incierto; ahora que ya no me creo que la vida será un sueño; ahora que sólo el ahora es lo único que tengo; ahora que sólo me queda esperar a que llegue la hora; ahora que cada suspiro es un soplo de vida robada a la muerte; ahora que sólo respiro porque sólo así podré volver a verte; ahora que ya no me importa que la vida se vista de negro porque a nada le tengo miedo, porque a nada le tengo fe (a nada le tengo fe ni miedo, ni fe… a nada le tengo fe). Ahora que ya no me quiero, que no me conozco, que no me abandono… Abrázame, mi amor, te lo ruego, abrázame fuerte por última vez.

“Humo”, Pau Donés

 

Dudamos mucho en escribir sobre Pau Donés, cantautor y líder de Jarabe de Palo fallecido hace poco más de una semana. Pese a una calidad evidente, nunca nos atrajo su música. Desde que enfermó, sin embargo, nuestro respeto hacia él creció y creció. La razón es que expuso su situación sin victimizarse, “restándole” importancia pública a un final de vida triste, anticipado, para continuar haciendo música de la mejor manera posible, todo el tiempo posible, con un optimismo que develó la honestidad general de su obra. Su postura alegre no oculta, desde luego, piezas tristes como la del larguísimo epígrafe –que disculparán nuestros editores–, o melancólicas como “Eso que tú me das”, con la que se despidió amorosamente de México. Así es como nos decidimos y llegamos a estas líneas dominicales –y por el impulso telefónico de una amiga. Así es como nos quitamos el sombrero.

Guardando proporciones, el último trecho de Pau Donés nos recordó al de Freddy Mercury diecinueve años atrás, cuando apareciera en los videclips “I’m Going Slightly Mad” y “These Are The Days Of Our Lives” (hermoso tema), pertenecientes al disco final de Queen, Innuendo. Tal como hizo el español, el icono británico enfrentó y compartió su padecimiento terminal con dignidad y elegancia, recordándonos que el sufrimiento no sólo es parte de la existencia individual sino de la responsabilidad social. Arropar puertas afuera a quienes se van extinguiendo es parte de una lección colectiva que debemos acelerar, pues nadie se merece el ocultamiento penoso en salas de hospital o encierros domiciliarios. A menos que se imponga en su tratamiento o para evitar contagios, no importa de qué enfermedad se trate, hay que sensibilizarnos ante los enfermos que nos son ajenos.

Última herencia de estos dos artistas, la visión de una decrepitud que raya en la hermosura despeja un futuro posiblemente doloroso, pero en el que también podemos sonreír, producir belleza y dar alegría a los demás. Débiles. Ancianos de pronto, ambos finalizaron con la tez apergaminada, sin tono muscular, con los huesos exhibiendo detalles bajo la piel. Ambos elevaron la voz hasta el último aliento e hicieron melodías con letras que ayudaron al pensamiento. Ambos, hoy, nos hacen preguntarnos: ¿y si nos declaramos enfermos? En el caso de ellos y de incontables personas de conciencia plena que tienen los días contados, suele aparecer una especial lucidez, una sabiduría que cambia la tabla de valores con que medimos al mundo.

Así, aunque saberse finito debería bastar para mejorar con los días y no desperdiciar el tiempo en banalidades o entretenimientos colegidos por imbéciles, la verdad es que… no es suficiente. De alguna manera y aunque se acerca diariamente, el fin de trayecto permanece lejos mientras sea incierto. De allí que no sea sino la muerte anunciada por enfermedad la que temple espíritu y carácter, trocando radicalmente la colección de los sentidos. Un auténtico “jarabe de palo” que por padecimiento y tristeza atesora cada perfil, tarde lluviosa o ladrido entusiasmado.

Pau Donés Cirera abandonó su cuerpo en el pequeñísimo Bagergue, en la zona alta del Valle de Arán, falda de los Pirineos de Lérida, uno de los pueblos más pintorescos de Cataluña según se dice y según se mira en fotografías. Tenía cincuenta y tres años y mucha claridad. No tuvo miedo. No tuvo fe. La mejor manera de decirle adiós es dándole la bienvenida. Lo vamos a escuchar más. Ojalá que le vaya “Bonito”. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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