Cinexcusas

- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 09 Aug 2020 07:55 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Por los cuatro costados

 

Asediada por los ataques aéreos durante la segunda guerra mundial, a mediados de los años cuarenta del siglo pasado, la ciudad de Londres vivió interminables días y noches bajo el constante ulular de las sirenas que anunciaban otro bombardeo más de las fuerzas nacionalsocialistas alemanas, definitivamente derrotadas hasta el 2 de septiembre de 1945, es decir un año, seis meses y diecisiete días después de que, en el barrio londinense de Islington, naciera Alan William Parker. Poco menos de año y medio antes de aquel 14 de febrero de 1945, cuando Parker vio la primera luz, en el sureño condado de Surrey había nacido George Roger Waters.

Parker y Waters se conocerían en persona hacia los años setenta, cuando ya eran cineasta y músico, respectivamente. Cabiendo ambos perfectamente en ese grupo heterogéneo conocido como los hijos de la guerra, no es de extrañar que entre entre los dos concibieran la esencia y llevaran a resultados muy exitosos una producción artística que, como pocas, amalgama tan armoniosamente sonido –música, en este caso– e imagen, dando como resultado un filme de los llamados de culto: titulado como el álbum discográfico homónimo, The Wall (1982) habla de modo en extremo eficiente de dos temas preponderantes: el desamparo y la vulnerabilidad infantiles ante la pérdida y la ausencia del padre –el de Waters, compositor/argumentista, murió en pleno campo de batalla– derivados de los horrores bélicos, así como de esa otra pesadilla que puede llegar a ser la educación escolar.

Pink Floyd The Wall, que tal es el título con el que se le conoce mundialmente, era apenas el quinto largometraje de ficción dirigido por quien, hasta mediados de los años setenta, se había desempeñado exitosamente como publicista. Al “musical” pinkfloydeano lo precedieron un debut promisorio –Bugsy Malone, nieto de Al Capone (1976)–, seguido apenas dos años más tarde por un éxito de crítica y taquilla irreprochable –Expresso de medianoche (1978)–, y otros dos años después por un segundo suceso taquillero, que no artístico, pero que marcó en buena medida la estética visual y sonora de aquellos años –Fama (1980)–, así como una película de factura y contenido bastante aceptables, titulada Shoot the Moon.

 

Cerca del Olimpo

Para entonces, Parker ya gozaba de los privilegios y beneficios que suele otorgar la industria cinematográfica a quienes, como él, significan garantía de retorno económico, y sin duda el mejor de esos privilegios consiste –como dijo más de una vez el propio cineasta– en filmar lo que uno quiere, no lo que se pueda o, peor, lo que se le indique.

Capaz de dirigir lo mismo un guión suyo que uno escrito por alguien más, a Parker siempre se le regateó la condición de auteur, y mediáticamente se le confinó, de modo más bien injusto en opinión de este juntapalabras, a una categoría no bien definida compuesta lo mismo por meros maquileros que por realizadores no sólo competentes sino, como es el caso, sobresalientes. Sería ocioso discutir si Parker es o no es parte de ese Olimpo fílmico de rutilancias incontestables donde brillan para siempre los Welles, Kurosawas, Kubricks y varios más –el de Ridley Scott es un caso similar, por cierto–, pero no encontrarse en esa condición tampoco remite a Parker, como Unoqueotro pretende, a la nebulosa donde se confunden cientos y cientos de directores ya prescindibles, ya olvidables, y la razón sólo puede ser una y al mismo tiempo la mejor: que en su filmografía figura al menos una película memorable, con independencia de los premios que, dicho sea de paso, Parker cosechó con abundancia. A The Wall y Expresso de medianoche pueden sumarse tres más, Corazón satánico (1987), Mississippi en llamas (1988) y Las cenizas de Ángela (1999), de modo que, como mínimo, una tercera parte de las catorce películas que filmó forman parte del imaginario cinematográfico colectivo, lo cual no es poca cosa.

Así pues, descanse en paz Alan Parker, cineasta por los cuatro costados.

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