La resistencia contra el Covid y la ignorancia

- Antonio Rodríguez Jiménez - Sunday, 09 Aug 2020 07:57 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

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Un viento suave sopla sobre la ventana de mi torre de marfil. Veo sólo casas que impiden contemplar paisajes de terciopelo rojo, ventanas iluminadas y música clásica que cuelga de los árboles y libros, muchos libros que impiden moverme. Me asombra que nos hayan encerrado, que nuestro trabajo sea una pirueta de dedos que bailan en un teclado negro. Varias veces al día llegan olas de imágenes. Son las clases online que soplan y alegran la vida al observar a seres humanos. Ellos están un poco tristes por hallarse confinados en el manicomio del Covid, aunque en sus sonrisas tímidas muestran alegrías dilapidadas en sus memorias que tratan de remontar corrientes ancladas en el pasado.

Se niegan a contemplar la realidad y lo comentan en un desasosiego permanente. “Maestro, ¿esto durará siempre?” Y se te hace un nudo en la garganta porque no sabes las respuestas. El profesor que debe saberlo todo, o casi todo, también es humano y no puede responder a la pregunta más difícil que le ha hecho un alumno en décadas: ¿sabe cuándo volveremos a la calle, a las aulas, a la vida? Y los miras a través de la pantalla, carraspeas y con una falsedad que te duele le contestas que posiblemente en septiembre y luego, para consolar al grupo que huele en la distancia de los megas tu absoluta tristeza, le respondes que es posible que antes, en grupos, una semana, unos, y otra, los otros. O seguramente se les dé la oportunidad de que los que viven en lejanas ciudades se queden en sus casas y sigan las materias por Zoom o por Meet y las asesorías por Linc. Es difícil para los profesores enseñar en la distancia, pero para los futuros licenciados o para los doctorandos es más, porque a nosotros nos llegan mensajes de esperanza, pero ustedes saben que es duro ser alumno virtual por mucho que los animemos.

Recuerdo aquellos filmes, que ahora reponen hasta la saciedad, sobre ataques extraterrestres o sobre virus que convertían a millones de mortales en zombis, o a criminales que ponían en las tuberías venenos que destruían a la población, o supervivientes escondidos en lugares remotos, perseguidos por los nuevos gobernantes para destruirlos.

Amigos, compañeros, esto no se acaba, pero volverán a las aulas, no tiren la toalla, los ayudaremos y ustedes serán pronto psicólogos, licenciados en diseño de interiores, en derecho, en relaciones internacionales; también serán doctores en educación, grandes doctores. Pero si renuncian, todos los años de esfuerzo se habrán perdido. Luchen por la vida, por el conocimiento. Nosotros nos estamos reciclando y de momento hay relámpagos del milagro educativo finlandés, clases personalizadas o tic que cambiarán el estilo de enseñanza convencional. El Covid-19 nos tiene a los profesores como a los médicos que lo combaten y al personal sanitario. Los profesores también trabajamos veinticuatro horas si hace falta para que ustedes superen a ese enemigo que es la ignorancia. Así que luchen por su futuro, no importa el medio, al virus tenemos que vencerlo con la investigación y el trabajo que exhala el conocimiento humano.

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