Tomar la palabra
- Agustín Ramos - Sunday, 06 Sep 2020 07:48Anticomunismo
Un fantasma recorre el mundo. En México se alimenta de ignorancia y fobias y se manifiesta los fines de semana, con cartulinas de humor involuntario, a bordo de carritos chocones, carrozas suburbanas, volovanes, nacopicáps, huevovanes, narcotrocas, confitones minicúper y sedanes híbridos de modelos acordes con la gente de aspiraciones pagaderas en abonos no tan chiquitos. Y no nomás aquí. Una porteña puro bofe en Buenos Aires, ¿dónde más?, no conforme con achicharrar las musicales dobles ele y yes del español tritura la lógica más pedestre: “el comunismo es cuando sho me compro un reloj, el mejor reloj, y a un comunista se lo roban: ahí es cuando comienza a defender la propiedad privada”. También, a falta de NFL, NBA, Juegos Olímpicos y demás, el show business presenta en Toronto el Debate del Siglo (sic), no con Michael Jordan sino con Jordan Peterson, un pregonero de las bellezas y bondades del libre mercado, quien se mide ante un lamentable Slavoj Žižek. ¿La fecha?, qué coincidencia, 19 de abril de 2019, 58 aniversario de una derrota capitalista en Playa Girón, Cuba.
Jordan Peterson, figurín impecable, encarna y ensalza el sistema triunfal que “ha combatido la pobreza con mayor éxito que cualquier otra propuesta económica”. Slavoj Žižek aguanga más su camiseta, se retuerce la nariz sin misericordia y se niega explícitamente a polemizar, ¿entonces a qué vienes, papá? Además rehúsa contraatacar, y en eso tiene razón dado el título del debate: “Felicidad: capitalismo contra marxismo”. En cambio su oponente, Peterson, modelo de catedrático bostoniano en modo coach para millennials, pone como lazo de cochino al marxismo, tomando como referencia única y excluyente El manifiesto comunista, es decir soslayando los fundamentos filosóficos, políticos y sociales del panfleto más famoso de la historia. Aparte de la marrullería consistente en enfrentar un modelo económico específico, el capitalismo, con una inasible Teoría Marxista, el título del debate pasa por alto que este último, el marxismo, en tanto filosofía, no representa todo “el pensamiento de Marx”, que para mayor complicación se pretende dialéctico. Por otra parte, como ideología, el marxismo (de Plejánov) es la doctrina mecanicista –no dialéctica– que condicionó la revolución bolchevique en Rusia (ver Pannekoek), y una doctrina puede servir para que las jerarquías religiosas y burocráticas ejerzan control pero nunca para hacer una revolución. En conclusión, el marxismo no es sinónimo de ningún comunismo; lo demás, con perdón de la grey de los partidos comunistas inexistentes, es una criatura del estalinismo realmente existente.
Žižek, afanado en abordar el problema de la felicidad y en admitir las limitaciones del marxismo, whatever that means, apenas alude a la importancia de la obra de Marx para reconocer el trabajo y la génesis del capital, y sólo arrincona a Peterson cuando le pide mencionar a uno, a sólo un autor marxista contemporáneo al que puedan atribuírsele simplificaciones tales como la guerra entre “buenos y malos”, la igualdad rasa y a ultranza y, ay nanita, la violencia latente en el propósito de “exterminar la propiedad privada” con todo y “burguesía opresora”, para reemplazarla por la providencial “dictadura del proletariado” conducente al “paraíso comunista”. Žižek intenta en vano ser conciliador para elevar el nivel de la discusión y, aun reconociendo ser más hegeliano que marxista, permite –sin pizca de dialéctica– que todo transcurra, según lo planeado por los promotores de este espectáculo, como propaganda anticomunista.
Para cazar al fantasma del anticomunismo necesitamos averiguar, uno, cuáles podrían ser, hoy, hoy, aquí, aquí, las contribuciones del pensamiento de Marx –y del marxismo como corriente filosófica– para la superación dialéctica del capitalismo, y dos, qué diablos es “el comunismo”.