Billy Wilder y la efímera eternidad de Hollywood: 70 años de "El ocaso de una vida"

- Moisés Elías Fuentes - Saturday, 23 Jan 2021 22:39 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Apunte puntual para recordar la filmografía y el toque especial en el llamado cine negro del realizador Billy Wilder (1906-2002), quien de Polonia emigró a Francia y luego a Estados Unidos, autor de "El mayor y la menor", la famosa "La comezón del séptimo año", "Una Eva y dos Adanes", "Piso de soltero", "Uno, dos, tres" y "El ocaso de una vida (Sunset Boulevard)".

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Quién sabe si supieras/ que nunca te he olvidado,

volviendo a tu pasado/ te acordarás de mí.

“La cumparsita”

Sobre el finísimo piso de una sala que en los locos años veinte atestiguó el baile de Rodolfo Valentino, la asimétrica pareja formada por Norma Desmond (Gloria Swanson) y Joe Gilles (William Holden) sigue, con artificial soltura, los acordes del tango “La cumparsita”,* interpretado por un cuarteto que mira sin ver a esos bailarines que se aferran, como el amante que canta su desdicha en el tango, a quimeras que se les desvanecieron entre las manos: Desmond y sus marchitos laureles de juvenil estrella del cine mudo; Gilles y su talento de guionista, ahogado por sus ambiciones.

Ese baile devela la tragedia que une los destinos de Desmond y Gilles en el noveno filme de Billy Wilder, El ocaso de una vida (Sunset Boulevard), que muy pronto se cifró como una de las críticas más penetrantes de la depredación de hombres y mujeres en el primer Hollywood, a más de ser una mirada sin autocomplacencias del abandono social y la soledad espiritual del individuo en el nadir de la fama.

Nacido en 1906 bajo el imperio austrohúngaro, Samuel Wilder se inició en el cine como guionista en el Berlín de entreguerras, del que, a consecuencia del ascenso de Hitler y los nazis al poder, emigró a Francia y de ahí a Estados Unidos, adonde llegó en 1934, incorporándose de inmediato como guionista a la industria fílmica de Hollywood, hasta que recibió su primera oportunidad en la dirección con la comedia musical El mayor y la menor, a la que siguieron filmes como La comezón del séptimo año, Una Eva y dos Adanes, Piso de soltero y Uno, dos, tres, en los que dejó patente su habilidad para la fusión de géneros.

Sin duda, donde llevó a los extremos su experimentación con los recursos narrativos fue en el cine negro, que comenzó con Pacto de sangre (Double Indemnity), con base en una novela de James M. Cain, y continuó en Días sin huella (The Lost Weekend), inspirada en la novela de Charles R. Jackson. En el primer caso, la novela de Cain se inscribe en la narrativa negra, que concedió a Wilder conocer, de una fuente directa, los lineamientos básicos del género, por lo que, en el segundo, el director se atrevió a relatar la historia de un alcohólico en clave noir, con lo que expandió el campo de acción del género.

En la enorme y semioscura sala, invadida por una multitud de reporteros de nota roja y de espectáculos, resuena la atildada voz del mayordomo Max von Mayerling (Eric von Stroheim), quien indica a los camarógrafos tomar un plano en contrapicada de Norma Desmond (Gloria Swanson), estrella del cine mudo, quien desciende por la escalinata de su mansión, convencida de ser todavía la joven actriz que alguna vez actuó a las órdenes de Cecil B. de Mille, alucinación coronada por el monólogo que la olvidada diva dirige a la cámara, antes de desaparecer en el fundido a negro que marca el final de El ocaso de una vida, el noveno filme de Billy Wilder.

 

*Compuesta la música por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez en 1915, “La cumparsita” sólo tuvo letra hacia 1924, escrita por los músicos argentinos Pascual Contarsi y Enrique p. Maroni, y desde entonces se convirtió en una de las cumbres del tango.

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