Artes visuales

- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 11 Apr 2021 07:52 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Postal de Nueva York: dos mujeres artistas imprescindibles (I de II)

 

Volver a Nueva York después del confinamiento ha sido una grata experiencia. La llegada de la primavera siempre tan esperada tras las heladas invernales coincidió con la reapertura de los museos y la inauguración de extraordinarias exposiciones que tuve la oportunidad de visitar con el privilegio de disfrutar de salas casi vacías debido al control sanitario. Dos muestras atraparon especialmente mi atención y suscitaron mi entusiasmo: Alice Neel. People Come First (“Alice Neel. La gente es lo primero”) en el Metropolitan Museum of Art (MET) y Julie Mehretu en el Whitney Museum, dos mujeres artistas estadunidenses imprescindibles, homenajeadas por primera vez en grande en estos magnos templos del arte.

Alice Neel nació en un pueblo en Pensilvania y se trasladó a Nueva York en 1927, donde vivió el resto de sus días y logró capturar en su arte el zeitgeist, el espíritu de su tiempo. Considerada una de las pintoras más irreverentes y radicales del siglo XX, se le atribuye una personalidad implacable que alternó la creación plástica con las labores domésticas, toda vez que fue una luchadora comprometida con la justicia social y los principios humanistas que inspiraron su vida y su arte. En esta, su primera exposición retrospectiva en Nueva York, se han reunido cerca de cien obras entre pintura, dibujos y acuarelas en las que su ethos se ve reflejado en las diversas temáticas que desarrolló a lo largo de su carrera: el retrato, el desnudo, escenas domésticas y eróticas, y la ciudad de Nueva York como escenario de la diversidad, la resiliencia y la pasión de sus habitantes. Aunque le disgustaba ser considerada propiamente una “retratista”, sus pinturas de personas dominan por mucho el amplio corpus de su trabajo. “Para mí, la gente es lo primero”, declaró en 1950, y así se ve reflejado en sus portentosos retratos de numerosos activistas sociales conocidos por su lucha por los derechos humanos; artistas y celebridades de la contracultura neoyorquina que frecuentaba; miembros de la comunidad LGBTQ+, niños, inmigrantes y gente de color de los barrios de Greenwich y el Spanish Harlem donde radicó. Siempre se sintió atraída por las personalidades excéntricas y le gustaba explorar las diversidades étnicas, políticas y de género de sus modelos cuando en su país nadie se interesaba en pintarlos. Pero su objetivo fue, por encima de todo, plasmar la dignidad del ser humano. Con un estilo plenamente expresionista, de gran vigor en el trazo y en el colorido, y una total libertad formal, los personajes en sus lienzos evocan los más profundos estadios del alma: melancolía, dolor, tribulación, inclusive tormento y desesperación. Dos pinturas son particularmente estrujantes: el retrato de su gran amigo Andy Warhol y su propio autorretrato; en ellos muestra la vulnerablidad de sus cuerpos a través de una representación cruda y sin tapujos, en un lenguaje que roza la sordidez y me remite al extraordinario pintor inglés Lucien Freud. Sus desnudos masculinos y sus mujeres desnudas embarazadas son un capítulo relevante en su quehacer pictórico y en la historia del arte moderno, si pensamos que no ha sido común la representación de hombres con el sexo expuesto de manera tan directa y provocadora, y las embarazadas desprovistas de candidez angelical.

En su afán de captar la esencia de la condición humana en sus pinturas, Alice Neel evocó en diversas ocasiones La Comedia Humana, de Honoré de Balzac, que compendia con crudeza e ironía el comportamiento de la sociedad francesa del siglo XIX. Con una mirada vehemente e incisiva, Neel documenta, con espíritu compasivo, episodios de sufrimiento y pérdida, audacia, coraje y rebeldía en los claroscuros laberínticos de los círculos neoyorquinos que supo captar desde sus entrañas. Sus pinturas son el registro visual de una pléyade de hombres y mujeres de carne y hueso que representan la más profunda esencia de esa ciudad camaleónica que es Nueva York, su musa y su pasión.

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