Bemol sostenido

- Alonso Arreola | t: @LabAlonso / ig: @AlonsoArreolaEscribajista - Saturday, 05 Jun 2021 21:36 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
“Músico que no toca…”

 

La mímica es una herramienta que se hizo común en los años ochenta con el éxito de MTV y los videoclips (“video killed the radio star”, cantaban los Buggles). Ello permitió crear historias, explorar vestuarios, escenarios y contextos diversos frente a cámaras, así como facilitar la producción cuando no existían computadoras ni medios portátiles. Así es. El videoclip se volvió un espacio, un lienzo en sí mismo para el desarrollo de otros aspectos creativos que acompañaban a la música. Eso nos encanta. ¿Se imagina a Michael Jackson sin el “Thriller” de los zombies?

Hoy, sin embargo, es imposible comprobar si un músico es capaz de tocar lo que estamos escuchando y viendo en sus videos. Esto es especialmente delicado cuando lo que pretende es, precisamente, subrayar capacidades técnicas, cualidades interpretativas. No es lo mismo ver a una banda completa actuando una canción en un bosque o desierto que a un grupo o músico solista actuando una pieza instrumental de alto contenido técnico en un ambiente controlado. ¿Muchos virtuosos del pasado lo han hecho? Claro, pero ellos se dieron a conocer primero por sus actuaciones sobre el escenario. Son de una generación que construyó su reputación cara a cara y que al grabar un videoclip ya había hecho el trabajo en estudio.

¿Recuerda nuestra lectora, nuestro lector, a los virtuosos de Polyphia? Luego del éxito de su sencillo “G.O.A.T.” hubo dudas con respecto a su habilidad para interpretarla en directo, pues el video los mostraba con instrumentos desconectados. La respuesta del grupo fue contundente. Hicieron lo que se supone que hace un músico: se filmaron en vivo. Con eso acallaron toda suspicacia.

El asunto es que por más tecnología y justificación narrativa o virtual que exista, nunca será del todo placentera una “coreografía” musical que no produzca sonido. Es una paradoja irresoluble. Por ello nos gusta tanto la danza. Los bailarines no pueden mentir como mienten tantos músicos y “artistas” visuales. La técnica es la propia danza. En sentido contrario, numerosos instrumentistas de nuestro tiempo avanzan sin riesgos, grabando cada vez fracciones más pequeñas de una canción, compás por compás, figura tras figura, abandonando la verdad del arte aéreo, su movimiento continuo en el tiempo. Y no se trata de negar los avances tecnológicos. Para nada. Hay que aprovecharlos. Claro. Pero, ¿está bien convertirlos en sustitutos de nuestras habilidades o en paliativo permanente de nuestras debilidades? Eso no es recomendable ni siquiera en el uso de fármacos contra enfermedades que podrían fortalecer nuestro sistema inmune.

Volviendo al símil: los bailarines asumen la naturaleza de un arte que los pone en riesgo y vulnerabilidad, exigiendo que su entrega sea del tamaño de su justa capacidad, no un collage de relámpagos miniatura que ocasionarán una tormenta ficticia y desproporcionada que luego se puede maquillar en un video para nunca ser presentados en un foro con audiencia de carne y hueso.

Al final, si a todos nos gusta presenciar –en el sentido más literal de la palabra– música en directo es, justamente, por esa fascinación ante huesos, músculos y tendones respondiendo a la mente y sus emociones. Tal es la honestidad del arte escénico y de nuestro oficio. Un cirujano que no puede operar no puede llamarse cirujano; un cocinero que no puede cocinar no puede llamarse cocinero… un político que no hace política (“ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas”) no debería gobernar, ¿cierto? Se supone que lo hemos aprendido.

Empero, estamos viviendo la estandarización de un Photoshop –ahora del sonido– que la mayoría desconoce porque no lo “ve” y porque el oído es el más laxo de los sentidos. Como miembro del gremio, maestro y escribajista, el asunto nos trae mareados. ¿Será porque es día de votar? Tal vez. Gracias por su paciencia y arriba los pulgares negros. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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