Cinexcusas

- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 20 Jun 2021 10:25 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
No es mucho

 

I

No es mucho lo que puede averiguarse de Salvador Espinosa, director del largometraje de ficción titulado Ahí te encargo (México, 2020): oriundo de Ciudad de México, nacido en 1977, aparece como director y compositor; para Videovisa, en 2019 perpetró una película horrenda de tan superficial, lugarcomunesca y complaciente, llamada Guadalupe Reyes, pero antes, hacia 2012, trabajó en series –ese refugio laboral que, en términos creativos, se ha convertido en una auténtica arma de doble filo–, verbigracia la primera lanzada por la plataforma Netflix, la bien conocida Club de Cuervos, y es precisamente al amparo de dicha empresa mediática, productora de Ahí te encargo, que en octubre del año pasado presentó su segundo largoficción.

 

II

No es mucho lo que de bueno puede referirse de la citada cinta: el guión fue coescrito por Leonardo Zimbrón –a quien se le conoce sobre todo como productor, por ejemplo de la exitotaquillera Nosotros los Nobles (2013)– y por la actriz Tiaré Scanda; los papeles protagónicos le fueron confiados a una mujer tapatía de nombre Esmeralda Pimentel, que dice desempeñarse como actriz y modelo –y que en Ahí te encargo demuestra ser mucho más lo segundo que lo primero–, y a Mauricio Ochmann, un actor mexicoestadunidense que se distingue por una condición indeseable: trabaja muchísimo y, en consecuencia, su filmografía y su telenovelografía, por llamarle de algún modo, son asaz abundantes, pero hasta la fecha no ha conseguido ni un solo desempeño convincente; por el contrario, conforme suma títulos pareciera más y más enclichado y prisionero de sus limitaciones histriónicas.

O será el tipo de personajes que le gustan/le proponen, tanto a Ochmann como a Pimentel, pues al respecto también puede decirse que no es mucho lo que ofrece Ahí te encargo en cuanto a perfil de personajes: una pareja de clase media “típica”, ella una ejecutiva de una gran empresa, exitosa y orientada al ascenso profesional y eso que llaman “realización”; él, un publicista talentoso que, tanto en su aspecto como en su conducta, llena bien el perfil de esa otra cosa que los whitexicans denominan casual, “cool”, y que en otros ámbitos se conoce como buenaondita o, para los desavisados, pasa por “bohemio”.

 

III

No es mucho, tampoco y como suele sucederle a toda comedia romántica que se (des)respete, lo que el argumento propone: érase una vez una pareja joven, económicamente desahogada y feliz, cuyo conflicto único estriba en que él quiere ser papá y ella no pero que al final, como no podría ser de otro modo considerando el género cinematográfico, empatarán sus intenciones; en este caso, a consecuencia de un factor argumental inaceptable por inverosímil: una mesera de antro a la que apenas conoce, luego se sabe que enferma terminal, le “encarga”, aunque más bien sencillamente le regala –de donde surge la idea del título– su hijo al publicista, con lo que se supone deberían ser las simpáticas consecuencias de alimentarlo, cambiarle los pañales, aguantar su llanto, etcétera.

 

IV

No es mucho, como puede apreciarse, sino abundante en números pero escaso en contenidos, géneros, temáticas y densidad creativa, lo que cotidianamente ofrece una plataforma digital como Netflix, tanto como muchas otras que financieramente le van a la zaga pero tienen a aquélla como desiderátum: desde una perspectiva histórica y en términos estrictos, no es ni más ni menos que el equivalente de las compañías productoras de hace algunas décadas, instaladas sin ambages y sin pausas en la generación de filmes intrascendentes de tan epiteliales, prescindibles de tan repetitivos, detestables de tan obvios y predecibles. Dirá Muchagente que de eso siempre ha habido, y no le faltará razón; dirá que no todo el cine, sino al contrario, se hace para el enriquecimiento cultural o cosa parecida, y de nuevo le asistirá la razón, pero ni tanta razón de su lado evitará que la existencia de filmes como Ahí te encargo susciten una honesta repulsa cinéfila.


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