Tomar la palabra
- Agustín Ramos - Sunday, 01 Aug 2021 00:46
¿Por qué votar SÍ este día? Porque sí se entiende la pregunta, aunque parezca diagnóstico de enfermedad en fase terminal. También por dignidad. Y porque podemos. No es mucho poder pero bastó para que el INE instalara casillas.
La dignidad es la potencia de la vida humana. La tiene quien vive y la conserva hasta la muerte. Se puede estar a punto de morir y carecer hasta de dónde caer muerto, pero nadie, bajo ninguna circunstancia, pierde el poder de su dignidad. Así que votaremos por eso y porque ahorita no podemos hacer otra cosa. Quienes no son incondicionales de nada ni de nadie y quienes detestan que los marchantes obtengan puestos y prebendas con las marchas y la lucha de todos, tendrán dudas y reservas. Pero para despejar unas y superar otras basta ver quiénes, por qué y cómo se oponen a la consulta.
¿Quiénes? Las agencias aduanales de la cultura y sus abajo firmantes, que este 1 de agosto defienden a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña con la misma hipocresía con la que el 6 de junio llamaron a votar por PRI-PAN-PRD-MC: sin decirlo con todas sus letras porque les da vergüenza y con todo algunos se siguen considerando pensantes de izquierda. ¿Quiénes? La oposición política desfondada al servicio del becerro de oro y toda esa gente mucho más pretenciosa y atarantada que ignorante o crédula. ¿Cómo se oponen? Por un lado con argucias: “la ley no se consulta”, “hay otras prioridades”, “es un despilfarro”, “es una maniobra de distracción”, “culpan al pasado para justificar su ineptitud”, “Pío-Martín-Felipa-niños con cáncer”, “dictadura plebiscitaria” y demás fórmulas que propugnan la vigencia y el refrendo del salinismo golpista, fórmulas transmitidas meliflua, colérica o despectivamente por todos los medios. Y por otro lado, con las artimañas del árbitro parcial y antidemocrático que preside la institución obligada por ley a organizar la consulta.
La dignidad choca con el impersonal y pervertido burócrata de mérito o de herencia, con el amo y señor del pretexto y de la ley interpretada a conveniencia y al antojo de quien sólo será imprescindible mientras la mayoría de la sociedad lo mantenga y lo soporte. Porque aunque siga habiendo santos reyes y amos omnipotentes, lo único que diferencia a los humanos es la capacidad de convertir en obra la palabra y en realidad el deseo. Y hoy cada casilla, por recóndita y precaria que sea, abre paso al poder de la justicia, la verdad y la memoria.
La dignidad de la sociedad padece la lesión general y el dolor particular de alguna injusticia mayor o menor. Ejemplo sobran. Marisela Escobedo, asesinada por partida triple. Israel Vallarta y Brenda Quevedo, tres lustros presos merced a montajes y delitos fabricados. Ayotzinapa, uno entre cientos de miles de expedientes de desaparición forzada. La matanza selectiva, que no ha parado, de dirigentes indígenas y comunitarios, de periodistas y medioambientalistas decentes, de defensores de derechos humanos y de mujeres. Esto y las masacres, estafas y mentiras son obra de quienes están y se saben por encima de la ley: banqueros y empresarios rejegos para las liquidaciones y el pago de impuestos, típicos políticos avestruz en activo o “en la banca” para quienes resulta suficiente negar la persistencia de la impunidad, la corrupción, el infuyentismo, la violencia intrafamiliar, los feminicidios, los desplazamientos por terror y hambre y sed. Hoy gozan una amnistía de facto los sumos pontífices del crimen (como pago a no sabemos qué o en cumplimiento de cuál pacto), hoy sufrimos una fiscalía que aparte de la denuncia exige al denunciante aportar pruebas para iniciar, reiniciar o confirmar lo denunciado.
En los hechos, los principales responsables de la demolición nacional y de la mortandad, miseria y tristeza de los mexicanos están por encima de la ley. ¿Me preguntan si quiero empezar a revertir la impunidad? Mi respuesta es sí, porque “una marcha de diez mil leguas comienza con un paso”.