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Desde la primera escuela

'Tocando el corazón de preescolar', Iris del Carmen Uribe (coordinadora), Ediciones Eternos Malabares, México, 2021.
Ricardo Venegas

 

Se ha dicho que la edad adulta consiste en superar la infancia. La primera etapa de la educación de un niño en México podría ser definitoria de su porvenir. Y aunque debido a la pandemia se han suspendido las clases presenciales en distintos momentos, sabemos que la convivencia es imprescindible en la formación integral del ser humano.

Recordamos pasajes de aquella escuela a la que fuimos por primera vez, el drama de los que lloran por no estar habituados, los niños que huelen a jabón y a crema, los que se peinaron y los que se despeinaron en el camino, el olor de la mochila cuando lleva el lunch

Si hay una infancia provechosa habrá adultos conscientes de su entorno y de su papel en la sociedad, pero también seres humanos con iniciativa y creatividad, con límites y con aspiraciones. De ahí la importancia de esta fase.

Nada sobra en la reconstrucción del pasado, aunque la memoria nos haga dudar en ocasiones si la tragedia fue tan trágica, o si la felicidad fue tan melosa.

En este escenario, es admirable y heroico el trabajo de las diecisiete educadoras (y un educador) que escriben para este volumen algunas experiencias en las aulas, muchas conmovedoras, tristes, graciosas y aleccionadoras, en las que vemos cómo el niño, como vasija de barro, toma la forma que los adultos, el entorno y las circunstancias le procuran; los infantes coinciden en un común denominador: el agradecimiento por haber recibido una guía inicial que fue determinante en el rumbo de sus vidas.

Tocando el corazón de preescolar, coordinado por Iris del Carmen Uribe, ya es referencial y es documento de consulta inevitable para aquellos que quieran conocer el trabajo, la experiencia vital y el talento de las (y los) docentes de preescolar en Morelos y en el país.

 

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