Fernando Gamboa y la conciencia histórica del arte

- Xabier F. Coronado - Sunday, 17 Oct 2021 07:16 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Semblanza que no sólo informa sino también celebra a un personaje fundamental en la conservación y difusión del arte mexicano dentro y fuera del país: Fernando Gamboa (1909-1990), maestro, historiador del arte, investigador y figura insustituible de la museografía en México durante más de cincuenta años.

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En el mundo de hoy, que apunta cada vez más hacia la conducta programada de la humanidad, la única posibilidad de libertad de conciencia es el arte

Fernando Gamboa

Arte e historia van de la mano en el proceso de desarrollo de las culturas. La historia del arte es consecuencia de la propia historia de la humanidad; el arte lleva implícita la conciencia de la época en que fue creado y su estudio nos conduce a una mejor comprensión de los hechos históricos. Para beneficiarnos de esa simbiosis no sólo hay que poder contemplar las obras de arte, sino que se muestren en exposiciones que las relacionen con su contexto histórico.

El intenso trabajo museográfico desarrollado por Fernando Gamboa fue resultado de esa concepción del arte como recurso para revelar la historia. En su caso, ese conocimiento iba unido a un carácter ubicuo, pues tuvo la facultad de estar en el momento preciso en los lugares donde se escribía la memoria histórica, como si acudiese a una cita donde tenía una misión que cumplir. Una cualidad respaldada por su dedicación al arte de exhibir obras de arte, oficio que lo llevó a organizar exposiciones, crear museos, rescatar obras en peligro, ir en busca de restos arqueológicos y rastrear piezas comercializadas ilegalmente.

Formación

Gamboa comenzó siendo profesor de dibujo y acabó como uno de los mejores museógrafos del mundo.

Guillermo Tovar

Fernando Gamboa nace en 1909 en el centro histórico de Ciudad de México y estudia en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos, 1924-1928, donde tiene, entre otros maestros, a los pintores Mata Pacheco, Germán Gedovius y Leandro Yzaguirre. En esos años participa y colabora en el montaje de exposiciones de sus profesores y compañeros. Posteriormente se interesa por la enseñanza, se integra en las Misiones Culturales Viajeras y ejerce como profesor de materias artísticas preparatorias. En 1934 trabaja como inspector de la Dirección General de Educación, sección de Artes Plásticas, cargo que le hace viajar por diferentes estados de la república y marca el comienzo de una labor profesional con el Instituto Nacional de Bellas Artes (inba) y la Secretaría de Educación Pública (sep), que durará más de veinte años.

Una de las pocas muestras de su obra como pintor es parte del mural La lucha sindical: los trabajadores contra la guerra y el fascismo, realizado en 1935 en el edificio de los Talleres Gráficos de la Nación, donde Gamboa participa con Pablo O’Higgins, Leopoldo Méndez y Alfredo Zalce. Actualmente se puede contemplar restaurado en la facultad de Derecho de la UNAM.

Guerra civil y exilio republicano

El hombre que decidió históricamente la ayuda a la República Española fue el general Cárdenas, el artífice del exilio Narciso Bassols y el ejecutor fui yo.

Fernando Gamboa

En 1934 Fernando Gamboa dirige la revista Frente a Frente, publicada por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y en 1937 viaja a España para participar en el ii Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, donde se encuentra con autores mexicanos como Octavio Paz, Carlos Pellicer y José Mancisidor. En el mes de julio organiza en Valencia Un siglo de grabado político mexicano, exposición que también se presenta en Madrid y que reunía obras de José Guadalupe Posada, Pablo O’Higgins y Daniel Cabrera, entre otros.

Al volver a México, presenta en el Palacio de Bellas Artes y en varios estados de la república la muestra España en llamas. Meses después, regresa a España con su esposa Susana y, en febrero de 1939, cruzan a Francia con el éxodo republicano. En París son invitados por el embajador Narciso Bassols a colaborar con el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (sere) y, a partir de entonces, emprenden una labor de socorro a exiliados en los campos de concentración franceses. Los testimonios sobre la ayuda prestada se pueden consultar en el archivo de Fernando Gamboa, donde se conservan cartas de agradecimiento de Emilio Prados, León Felipe, Juan Negrín y muchos otros apoyados.

Fernando Gamboa participa en el traslado a México de un grupo de intelectuales y artistas españoles en el vapor Veendam, donde viajaron, entre otros, Rodolfo Halffter, José Bergamín y Juan de la Cabada. Es el primero de los desplazamientos de refugiados que organizan Susana y Fernando Gamboa desde Francia, travesías en barcos transatlánticos que se convirtieron en símbolos del exilio: el Sinaia zarpa en mayo de 1939, traslada mil seiscientos pasajeros; en junio sale el Ipanema; el Mexique, en julio; y el De Grasse, en diciembre. Sobre su apoyo, Rafael Alberti comenta en una carta enviada a Gamboa: “En medio de tanta agonía, existe el consuelo de saber que hay personas como tú y otros para quienes el espanto de España no ha pasado a un segundo plano.”

Labor museográfica

La museografía es una ciencia, una técnica y un arte, pero también es una actividad pedagógica y educativa.

Fernando Gamboa

A lo largo de cincuenta años de dedicación, Fernando Gamboa estableció los fundamentos de la museografía en México, una actividad que “tiene más deberes que los de clasificar obras, adquirirlas y exhibirlas, su papel principal es ser parte de la cultura de un país determinado”. Estas premisas, con el apoyo Gamboa, fueron aplicadas durante dos décadas por las autoridades culturales cuando las exposiciones de arte se convirtieron en el mejor embajador del país, encarnando las señas de identidad del pueblo mexicano. Para Fernando Gamboa, la museografía es un arte que se desarrolla en función de las obras expuestas con el fin de “exaltar los valores artísticos y educar la sensibilidad del espectador para que esté en condiciones de disfrutar y recrear el arte”.

La muestra Francisco Goitia, el olvidado, instalada en 1936 en las salas de la lear, fue el inicio de su camino como curador y museógrafo. Las exposiciones en Valencia y Madrid, junto a las que hizo en México como apoyo a la República Española, fueron introducción para todas las realizadas durante su intenso trabajo como director de museos e instituciones artísticas y culturales. Entre ellas destacan las grandes exposiciones de arte mexicano organizadas a partir de 1952, que recorrieron las principales ciudades del planeta.

Posteriormente, Fernando Gamboa se encargó de los pabellones de México en varias exposiciones internacionales: Bruselas (1958); Nueva York (1965); Montreal (1967) y Osaka (1970); en esta última hizo una propuesta de neomuralismo mexicano, instalando cuadros de grandes dimensiones realizados por varios pintores contemporáneos: Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Vlady y Fernando García Ponce, entre ellos.

En las ferias internacionales de arte, Gamboa promovió una larga nómina de artistas mexicanos. En la XXV Bienal de Venecia (1950) presentó por primera vez en Europa la obra de Orozco, Rivera, Siqueiros y Tamayo. Hay que señalar que Fernando Gamboa no se preocupaba sólo por los grandes escenarios internacionales, también fundó galerías de arte en colonias populares de Ciudad de México. Asimismo, organizó conciertos y realizó una interesante labor cinematográfica.

El resultado de todo este relevante trabajo lo precisó el propio Fernando Gamboa en 1980, al recibir el Premio Nacional de Arte:

Hasta hoy he logrado organizar e instalar cinco museos. He celebrado cerca de quinientas exposiciones, de ellas un setenta por ciento de artistas nacionales y el otro treinta por ciento de artistas de otras partes del mundo. Así mismo, ciento treinta y cinco exposiciones de arte mexicano en grandes museos e instituciones de los cinco continentes; tres de ellas ofrecieron un panorama completo de nuestro arte y se celebraron en treinta capitales y treinta y seis grandes ciudades de modo que sirvieron para darlo a conocer al mundo.

Al rescate del arte

Quien goza el privilegio de vivir y comprender el clima heroico en que se produce el arte mexicano, no puede menos que tratar de defenderlo con la misma intensidad espiritual de quienes lo produjeron.

Fernando Gamboa

España 1937

Durante su viaje, Gamboa es testigo de un hecho que le quedaría grabado: “presencié el salvamento de las obras de arte del Museo del Prado. No puedo olvidar la escena de ver avanzar bajo las bombas el gran convoy que transportaba de Madrid a la frontera francesa las obras maestras del tesoro español para conducirlas finalmente a Ginebra”.

Meses después, cuando cruza Cataluña para salir a Francia, se entera de que la sede del gobierno republicano en Figueres había sido bombardeada, acude al lugar y logra rescatar importantes documentos. La acción fue comentada años después por el cineasta Carlos Velo: “Gamboa encuentra entre los escombros de la retirada una parte del documental Galicia con el que obtuve el primer premio en la Exposición Internacional de París.”

Esa disposición a involucrarse para evitar la pérdida de documentos históricos y obras artísticas será una constante a lo largo de su vida.

Bogotá 1948

Fernando Gamboa viaja a Colombia con la legación de México que va a participar en la ix Conferencia Panamericana, tiene el encargo de integrar en la Gran Exposición Interamericana de Pintura una colección de obras mexicanas. El 9 de abril, asesinan en la capital a Jorge Eliezer Gaitán, líder de la oposición y candidato a la presidencia; el suceso produce la revuelta popular conocida como el bogotazo, que deja más de tres mil muertos. A causa de los disturbios se incendia el palacio de Comunicaciones, donde están almacenadas las obras de arte mexicanas. Al enterarse del hecho, Fernando Gamboa logra entrar en el lugar y sacar las cajas con las obras al vestíbulo del edificio, así evita que las pinturas sean destruidas por las llamas.

California 1949

En medios de comunicación internacionales se publica una noticia sobre tráfico ilegal de obras de arte procedentes de México. Los periódicos del df se hacen eco resaltando la importancia del hecho. Carlos Chávez, director del INBA, habla con Fernando Gamboa, que se encuentra en Estados Unidos, para que realice una investigación al respecto. Se trataba de definir el número de obras, verificar su procedencia, averiguar cómo y cuándo habían llegado a Estados Unidos y determinar su valor artístico y material. Unas semanas después Gamboa envía a Carlos Chávez un detallado informe de sus pesquisas: había logrado localizar, fotografiar y valuar casi doscientas obras de arte sacro colonial de los siglos XVII y XVIII, sustraídas de iglesias en los estados de Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco, que habían sido sacadas ilegalmente del país y vendidas a tiendas de antigüedades y a coleccionistas.

Gracias a la acción de Gamboa, se rescatan más de seiscientas obras que tras un acuerdo diplomático fueron devueltas a México en noviembre de 1950. Después de ser sometidas a un proceso de restauración, gestionado desde el INBA por Fernando Gamboa, un centenar de ellas fueron mostradas al público en la Exposición del Rescate, realizada en el palacio de Bellas Artes.

Bonampak 1949

A principios de ese año, el arqueólogo Carlos Frey visita a Fernando Gamboa para describirle los murales de pinturas mayas que se conservan en tres cámaras de piedra, en plena selva chiapaneca. Gamboa cuenta que Frey sostenía haber sido el primer occidental en entrar al lugar tres años antes y sustentaba sus testimonios con fotos, grabados y dibujos de los frescos. Al final del encuentro, deciden organizar una expedición a Bonampak con el objetivo de hacer un estudio “estético y científico” de las pinturas.

El proyecto de la expedición es asumido por Fernando Gamboa con el apoyo del INBA y se integra un grupo de profesionales para documentar, estudiar y copiar las pinturas; entre ellos están el pintor Raúl Anguiano; el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo; el ilustrador y grabador Julio Prieto; el arquitecto Alberto Arai; el arqueólogo Carlos Margáin; el pintor Jorge Olvera; el grabador Franco Lázaro; el técnico en materiales Andrés Sánchez Flores; el doctor y periodista Luis Lara Prado, corresponsal de Excélsior; el escritor Arturo Sotomayor, reportero del Novedades; el camarógrafo Luis Morales, de El Noticiero Mexicano; Carlos Frey, que ejerce de guía, y el propio Fernando Gamboa, que organiza y coordina la expedición.

Tras visitar y estudiar los murales la aventura se convierte en tragedia. Los hechos son recordados por Raúl Anguiano en su libro Expedición a Bonampak. Diario de un viaje (Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 1959): “El martes 3 de mayo Frey, Morales y Franco salen en busca de una planta de luz que quedó al otro lado del río Lacanjá. Tiempo después Pedro Pech el arriero encontró un remo flotando. Salen Julio Prieto, Olvera, Sánchez Flores, Arai y Pedro Pech a buscarlo. Regresan de noche diciendo que los cuerpos de Carlos Frey y Franco yacen en el fondo del río…”

Al enterarse de los sucesos, Fernando Gamboa coordina la evacuación de los expedicionarios. En declaraciones posteriores, tras lamentar los trágicos hechos, afirmaba que “los descubrimientos servirán para verdaderas renovaciones en diversos aspectos de las artes plásticas”.

La exploración había cubierto sus objetivos, entre ellos copiar las pinturas con el fin de divulgar los murales legados por los mayas, tarea que Gamboa se encargó de cumplir al realizar un montaje con la reproducción de las cámaras de Bonampak en el pabellón mexicano de la Expo Universal de Bruselas de 1958, que se repitió a lo largo de los años en otras exhibiciones de arte mexicano.

La expedición dio lugar a otras publicaciones por parte de sus integrantes. Álvarez Bravo y Julio Prieto cedieron sus fotos a Arturo Sotomayor para ilustrar el libro Dos sepulcros en Bonampak (Ediciones Librería del Prado, 1949), que recopila sus artículos en el Novedades. A su vez, el arqueólogo Carlos Margáin publicó en la Enciclopedia Mexicana de Arte (núm. 13, México: 1951), el texto “Los lacandones de Bonampak”, con óleos y dibujos de Raúl Anguiano.

Chile 1973

El martes 11 de septiembre, día que se produce el golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende, Fernando Gamboa se encuentra en un hotel frente al Palacio de la Moneda. El museógrafo está en Santiago para montar en el Museo Nacional de Bellas Artes la exposición Orozco, Rivera, Siqueiros. Pintura Mexicana. Esa mañana tenía una reunión en el palacio de gobierno que no llega a realizarse, como tampoco se celebraría la exposición programada.

Gamboa y otros mexicanos que lo acompañan son testigos del asedio a la Moneda y del bombardeo del edificio desde la ventana de su habitación del hotel, y relatan los sucesos en directo en una grabación que se conserva en su archivo. Tras los hechos, Gamboa permanece en Santiago haciendo gestiones para recuperar las obras. El 27 de septiembre, cuando la junta militar golpista permite la salida de los cuadros, se logra consumar el rescate.

Legado y permanencia

Con Gamboa se inicia una nueva forma del antiguo diálogo entre el arte y el público.

Octavio Paz

Fernando Gamboa falleció en 1990, a sus ochenta y un años trabajaba como coordinador de museos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y era director de los museos de Fomento Cultural Banamex. En 1985 se le había hecho un homenaje por sus cincuenta años de dedicación al arte. Con este motivo, la Universidad Autónoma Metropolitana publicó un libro que recoge opiniones sobre la repercusión y permanencia de su labor. Como parte del festejo se celebró el Festival de Formas, un programa de eventos artísticos con la inauguración de una veintena de exposiciones en diferentes salas y museos de la ciudad. El mejor homenaje para el museógrafo que había dedicado su vida a la presentación de obras de arte mexicano en ciudades de todo el planeta.

En esa época, Gamboa hizo balance del trabajo realizado hasta entonces: “Durante más de cuarenta años he tenido la oportunidad de servir al arte de mi país en sus obras maestras de todos los tiempos, de exaltar a los grandes artistas, de impulsar a los que están en vías de consagración y de abrir los caminos a las nuevas generaciones.”

Fernando Gamboa apostó por explorar y divulgar la memoria histórica a través del arte. En su trabajo museográfico planteaba, con las obras expuestas, una configuración del espacio que unía la perspectiva histórica, el factor estético y la innovación al servicio del deleite y la difusión del arte. Su intensa labor sentó las bases de la museografía y logró que fuera reconocida su importancia para revelar tanto el arte como la historia y despertar en el observador la creatividad individual. La museografía se desarrolló en México de la mano de Fernando Gamboa y durante décadas sus ideas han permanecido vigentes.

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