Tomar la palabra

- Agustín Ramos - Sunday, 08 May 2022 06:49 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Pensar juntos no, empujar juntos sí

 

Las frases del Mayo de 1968 de París ya son patrimonio de la humanidad. Vean estas dos para empezar:

Prohibido prohibir. La libertad comienza con esta prohibición.

La libertad es la conciencia de la necesidad.

La segunda frase aparecía sin firma pero es marxista, aunque no estoy seguro de quién la formuló, si Marx o Engels.

Refiriéndose a los jóvenes parisinos, Cortázar dijo, palabras más, palabras menos: “Ustedes son la guerrilla contra la guerra climatizada que quieren vendernos con el nombre de porvenir.” ¿O fue otro quien lo dijo? En realidad no importa mucho, pues ese fue un “proceso colectivo” que contrapuso “el ‘nos’ del pueblo con el ‘yo’ o el ‘mí’ del Poder”, según declaró Thierry Grillet en 2018, y en Nanterre, la Sorbona, el Odeón, Bellas Artes y demás, las frases anónimas y los versos de Rimbaud, Artaud, Éluard, Pottier, Hugo, se fundieron con los pensamientos de Nietzsche, Bretón, Sade…

1989. Muerto el fantasma del comunismo “realmente existente”, al capitalismo le iba la vida en inventarse un nuevo enemigo, el narcotráfico. Pero antes, y sin extinguirlo del todo, había procreado el terrorismo, hijo ilegítimo del falso comunismo en el que derivó la revolución soviética. Muerto éste y huérfano aquél, hubo que elaborar el narcotráfico, la antesala del terror que hoy prolifera en las ramas del crimen organizado y mañana estallará en migración… El terrorismo fue más que nada la resignificación de todas las actividades revolucionarias de izquierda. Por eso en el Mayo de París se escribió: “Izquierdismo, remedio contra la enfermedad senil del comunismo.” Y es que para Lenin el izquierdismo era la “enfermedad infantil del comunismo”, como también el populismo era entonces una “desviación” y ahora, ya se sabe, es el adjetivo predilecto de los constructores de la mentalidad neoliberal para descalificar a quienes resisten.

2018. Resistiendo tres fraudes electorales, uno estatal y dos nacionales, un descalificado llega a la Presidencia de la República Mexicana. Llega sin habla achilangada ni doctorados. Todavía peor, llega sin aspiraciones de riqueza material y sin necesidad de cubrir con poder sus carencias personales. Llega sólo con votos y sin permiso de ningún encaramado. Es instantánea la desilusión de los genios incomprendidos y los científicos envidiados que aspiraban a ascender del buen nivel de vida a la pura vida de amos; del desprecio pasaron al despecho y del despecho al odio; nada les parece, conjuran, se inventan miedos, traen agruras en el alma y andan chípiles aunque aparenten no perder el estilo de moda ni los favores de turno ni la certeza acumulada ni los pasos en la alfombra roja (dime a qué premio aspiras y te diré a quién darle las gracias). Como para reafirmar otras frases de hace cincuenta y cuatro años.

La poesía está en la calle.

Transformar el mundo y cambiar la vida.

Seamos realistas, exijamos lo imposible.

La imaginación al poder.

Junten rabia.

Yo decreto el estado de felicidad permanente.

Debajo del adoquín está la playa.

Esta última consigna replica o traduce o desglosa otra frase pintada en la Sorbona: “Arrancar adoquines de las calles es plantar la aurora de la destrucción del urbanismo.” He aquí otra frase de aquel mayo para este tiempo de doctorados y otros títulos de nobleza: “Debido a los exámenes y a los profesores, el arribismo comienza a los seis años.” Y para terminar, reproduzco la frase que me parece más ad hoc en este mayo de 2022 ardiente de polémicas internas y de terror programado por traidores: “Pensar juntos no, empujar juntos sí.”

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