Bemol sostenido

- Alonso Arreola | T: @LabAlonso / IG: @AlonsoArreolaEscribajista - Sunday, 26 Jun 2022 11:43 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
1021, La Gusana Ciega

 

El último disco de La Gusana Ciega se ve nutrido por grandes canciones de rock pop. No es de extrañar. Artistas notables, sus integrantes se han mantenido prolíficos durante la pandemia, vigentes para una audiencia fiel, de ésas que otorgan confianza y libertad creativa al paso de treinta y tres años de carrera. Claro que ello no sería interesante si el trío de Daniel, Lu y Germán (en vivo quinteto con Luis y Roger) desaprovechara la venia.

El disco se llama 1021. Es su décimo en estudio. Tiene diez canciones y fue hecho en 2021, cuando sus miembros asumieron que grabarían a distancia por vez primera. Pero también es una fecha ficticia... La dirección de una casa olvidada… El número de una máquina del tiempo que, como la de su portada, nos remite a un viaje por los laberintos de la memoria. Porque sus letras van de eso; de la enfermedad que borra el verano o del amor que implora volver; de la ausencia que insiste o de la oscuridad y sus habitantes nocturnos.

No se imagine por ello, lectora, lector, que hablamos de una obra difícil. Todo lo contrario. 1021 fluye activando los músculos del cuerpo, sorprendiéndonos con decisiones tímbricas y arreglísticas extremas gracias a las cuales coexisten, precisamente, lo dulce y lo amargo. Un aprendizaje que proviene de músicos que mantienen la personalidad de su proyecto, pero madurando individualmente.

Dicho esto, la canción inaugural, “Dulce y amargo”, es la dura aceptación de una convalecencia sin despedidas; el arrepentimiento ante ese progresivo padecimiento que roba nombre y apellido. Con ella, 1021 abre la posibilidad a una paleta sónica tan inesperada como sus asuntos poéticos. “Vuelve a querer”, la segunda, tiene un coro encomiable, poderoso como los que lograra el A-Ha de los ochenta. Retro al igual que sus compañeras, presenta bosquejos melódicos que nos dejan con las cejas levantadas. Sobre la voz –que se verá afectada en el álbum completo– podemos decir que se sale del confort apoyándose en las virtudes de su color y rango, pero experimentando sin miedo. Bravo por ello.

Sigue “Empezar de cero”. Pese a un ritmo que celebraría Placebo, esta es la más depresiva. Postrados frente a la tele, sus versos entonan el deseo por comenzar de nuevo, recordándonos al Club de los Veintisiete. Va a tono con “Gris obscuridad”, canción que hace duelo desde una banca de la infancia, triste y familiar señalamiento al virus que nos somete. La expansión de su armonía final es bellísima.

“La sombra de un ratón” muestra un minimalismo de tipo industrial cercano a los orígenes de Depeche Mode. En ella atestiguamos esa decisión que parece increíble entre bateristas comunes, pero no en Germán. Sus ritmos desprecian la brillantez de platillos y adornos innecesarios; se concentran en ser músculo, hueso, sostén. Ello continúa en “Eres para mí”, más sencilla pero igualmente firme. Nos recuerda al mejor The Cars.

“El último en caer” presume numerosos objetos de postproducción. Su solo de guitarra (en fade out caprichoso) es agua pura; tanto como las melodías y armonías vocales de “Araña del escalón”, una balada que podría dialogar con la juventud de Charly García. Extraordinaria. Desde otro plano, “Se nos rompió” coquetea con la música disco y el funk de los setenta. Liderada por el bajo de Lu, es urbana, juguetona. Deliciosa. Su arreglo de cuerdas más un breve rap contrastan inesperadamente con la pieza de despedida.

“La sal de la tierra” parece la confesión de un padre soltero preocupado. Es la más dura de todas: “Estaba pensando en la sal de la tierra, en todos los hombres que cruzan el río; las niñas que violan, los niños que lloran; en todo el dinero manchado de sangre… Que toda esta mierda es la sal de la tierra.” También es la más corta (el disco entero dura menos de cuarenta minutos). Invita al coraje, pero se acerca a la esperanza. Y eso es todo. Como el disco entero, vale la pena. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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