Espejos humorísticos

- Juan Luis Nutte - Sunday, 26 Oct 2025 06:05 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
'Cuentos de humor', Edgar Aguilar, Ediciones Eón, México, 2025.

 

A través de una prosa incisiva, que va al meollo del asunto, en sus Cuentos de humor, Edgar Aguilar nos sumerge en situaciones aparentemente comunes ‒como un conflicto de pareja o las debilidades de la personalidad‒ para luego subvertirlas con un elemento inesperado y absurdo que las hace estallar. Aguilar utiliza este recurso para exponer lo ridículo de la condición humana, transformando lo trivial en un reflejo hilarante de nuestras propias contradicciones.

Aguilar se desmarca de las modas literarias para adentrarse en la cotidianidad y desenterrar lo extraordinario. Sus cuentos transforman lo ordinario en un vehículo para lo insólito. Así, una reparación de equipo de sonido se convierte en un evento enigmático y futurista, mientras que la convalecencia de un hombre pusilánime se usa como pretexto para la evasión. Esta exploración de la realidad subjetiva continúa en otro de sus textos, donde un personaje, a través de una curiosa manía por cambiar los nombres de sus conocidos busca hacer más llevadera su existencia, alterando no sólo su percepción sino también la identidad de quienes lo rodean. Esta misma vulnerabilidad humana ante la banalidad se expone en la historia de un joven poeta que decide suicidarse tras un malentendido simple pero injusto en una cafetería.

Los cuentos son profundamente humanos porque Aguilar tiene la habilidad de extraer una dimensión existencial de momentos que un escritor menos hábil pasaría por alto. El humor negro que impregna Cuentos de humor se convierte en su principal herramienta. Más que una simple burla, este humor funciona como una posibilidad estética que ayuda a enfrentar la dura realidad e interpela al lector, sacándolo de su rutina y haciéndolo consciente de la necesidad de comunidad y empatía en un mundo que a menudo nos parece absurdo.

En Cuentos de humor, Aguilar demuestra su maestría en el humor negro con relatos como “Prótesis”. Este cuento aborda de forma cruda un asunto tan terrible como normalizado en nuestra sociedad: la violencia extrema y los asesinatos. La historia nos presenta a un grupo de decapitados que, en lugar de clamar por justicia, se manifiestan para exigir prótesis. A través de esta premisa absurda, Aguilar expone la insensibilidad y la despersonalización a la que se ven reducidas las víctimas. El humor funciona aquí como un bisturí, cortando la indiferencia para revelar la tragedia detrás. Si bien el absurdo se resuelve al final con una simple confusión lingüística del narrador, el relato deja una sensación de incómoda reflexión que nos obliga a reír, aunque sea con una sonrisa macabra. Es una risa que no libera, sino que nos confronta directamente con una realidad dolorosa que preferiríamos ignorar.

En la narrativa de Aguilar, la doble historia ‒una constante que recuerda a la técnica del iceberg de Hemingway‒ es una de sus mayores virtudes. Relatos como “La torta” son una clara muestra de esta habilidad. Lo que en apariencia es una escena cotidiana y trivial, una pareja que sale a desayunar, se convierte en un retrato de la decadencia amorosa. La decisión de la mujer de pedir una simple torta desencadena un momento de incomodidad y frustración que revela un conflicto mucho más profundo y latente en su relación. El autor logra trascender la simplicidad del evento para construir un aguafuerte narrativo que, me atrevo a decir, es profundamente chejoviano en su capacidad de capturar la complejidad existencial a través de la sutileza. El relato no sólo es una anécdota, sino la revelación de que esa pareja, bajo la superficie, está en un proceso de ruptura.

En los cuentos de Edgar Aguilar, la brevedad y la rapidez narrativa se convierten en herramientas esenciales. El autor crea un carácter enigmático, sugiriendo más de lo que revela, lo que provoca que el lector complete la historia a partir de los indicios que se le presentan. Esta técnica dota a los relatos de una dimensión profunda y humana, y también permite que las situaciones absurdas se equilibren con un humor que les otorga una auténtica magnitud a los conflictos. Aguilar sabe cómo evidenciar a sus personajes de forma sutil, transformando los cuentos en espejos que reflejan los momentos más específicos y a menudo difíciles de la vida. El humor negro trasciende la mera burla para convertirse en una herramienta estética que interpela al lector, lo saca de su rutina y resalta el valor del humor para enfrentar la tragedia o las dificultades personales.

 

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