Galería / La pintura de Norbert Schwontkowski
- José Rivera Guadarrama - Sunday, 07 Dec 2025 00:52
El estilo del artista alemán Norbert Schwontkowski (1949-2013) oscila entre la abstracción y la figuración, es simple pero a la vez lúdico y melancólico, sin dejar de lado los variados recursos técnicos que emplea en sus trabajos que lo han hecho merecedor de diversos homenajes en buena parte de los museos más importantes del mundo.
Schwontkowski nació en Bremen, Alemania, y estudió arte en la Hochschule für Gestaltung de esa misma ciudad y fue profesor de pintura en la Hochschule für Bildende Kunst de Hamburgo. Desde finales de la década de los años setenta comenzó a exponer sus trabajos de manera regular en galerías e instalaciones públicas de muchos espacios en Europa. Años más tarde, sus obras llegaron a exponerse en países fuera de su continente de origen.
Creaba sus pinturas a partir de pigmentos molidos a mano, mezclándolos con diversos materiales y a partir de eso obtenía diferentes texturas poco vistas en otras obras. Además añadía elementos óxidos metálicos a esos pigmentos, provocando que superficies fueran más brillantes, cuyo efecto con el tiempo las hacía cambiar de textura y percepción. En su paleta de colores prevalecen tonos de tierra pálidos, negros y grises, que crean una atmósfera sobria y discreta, pero sus superficies y sus pinceladas minimalistas demuestran una sofisticada manipulación de la pintura.
Algunos especialistas aseguran que la obra de Schwontkowski se puede describir como lúdica pero melancólica, ingenua y al mismo tiempo madura; incluso, sus lienzos pequeños y modestos también se pueden interpretar como humorísticos en algunas ocasiones, sin caer en lo superficial o en lo vacío del arte.
Schwontkowski perteneció a una familia de clase trabajadora, alejada de los ámbitos artísticos e intelectuales, al grado de que cuando era niño sus padres lo enviaron a un monasterio con la intención de que se convirtiera en sacerdote. Esa etapa de formación la cursó sin problemas, no la recuerda con desagrado, pero la abandonó porque no era el camino que buscaba; sus inquietudes y habilidades estaban inclinadas más por el sentido artístico.
Al comienzo de su desarrollo artístico, incursionó en diferentes áreas creativas; realizaba cortos de animación experimental, se acercó a la fotografía y también practicó la escritura literaria. Al cumplir treinta años de edad ‒ comentó en una entrevista‒ se dio cuenta de que estaba haciendo demasiadas cosas y que casi a los cuarenta años por primera vez sintió que ya era pintor.
A partir de entonces, Schwontkowski se dedicó de manera exclusiva a las artes plásticas, prefiriendo las técnicas al óleo. Algunos de sus cuadros tienen aspectos quebradizos, pero eso es a consecuencia de su método, ya que prefería crear sus colores mezclando pigmentos con agua, té, aceite de linaza, entre otros materiales, además de que aplicaba los pigmentos directo en el lienzo, sin mezclarlos primero en la paleta.
Sus trazos parecen simples, da la impresión de que estuviera improvisando mientras pinta, o ensayando temas que más adelante derivarían en cuadros con escenas más complejas, pero él mismo declaraba que sus cuadros parten siempre de una idea previa; tampoco son sacados de fotografías o inspirados en paisajes, más bien son imágenes irreales que él sueña o imagina, por eso siempre solía llevar un cuaderno o libreta de notas para hacer bocetos. “Intento pintar tan rápido como puedo, antes de que cualquier forma de control se asiente. Creo en una manera muy rápida de pintar, sobre todo porque tengo una gran desconfianza a cuando tengo el control”, decía.
Muchos coleccionistas privados buscan adquirir las obras de Schwontkowski, además de que en los últimos años se han realizado retrospectivas itinerantes y exposiciones en diferentes museos del mundo, por lo que es considerado como uno de los pintores alemanes más reconocidos e influyentes del arte
contemporáneo.