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- Luis Tovar - Sunday, 01 Dec 2019 08:05 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Gräns es la coproducción sueco-danesa que obtuvo el premio Una Cierta Mirada en el Festival de Cine de Cannes en 2018.

Diferentes

 

Gräns es la coproducción sueco-danesa que obtuvo el premio Una Cierta Mirada en el Festival de Cine de Cannes en 2018. Dirigida por Ali Abbasi y coescrita en compañía de Isabella Eklöf, basados en un cuento de John Ajvide Lidqvist, la cinta formó parte de la programación del antepasado Festival de Cine de Los Cabos y, tras una espera más bien larga e inexplicable –es decir, sólo explicable en virtud del tradicional agandalle gringo–, por fin llega a la cartelera comercial mexicana.

La traducción literal de la palabra sueca gräns es “límite”, y puesto que dentro de las ideas afines a dicho concepto figura el vocablo “frontera”, no es impertinente el Border con que se le rebautizó en idioma inglés. Tampoco lo sería el “reetiquetado” en español si no se hubiera incurrido en ese mal, aparentemente endémico, de buscar títulos que funcionen casi como instructivos: al Criaturas fronterizas le sobra claramente la primera parte del binomio, y dejó en calidad de adjetivo lo que debería ser sustantivo.

Valga la brevísima disquisición semántico/gramática para dar pie a la reflexión y contextualizar, al mismo tiempo, la naturaleza de este filme atípico en muchos sentidos, tarea en la cual tampoco es ocioso traer a cuento el origen cultural de Abbasi, el director: iraní de origen, el nacido en Teherán hace apenas treinta y ocho años vivió en su país de origen hasta 2001 cuando, cumplidos los veintiuno, concluyó sus primeros estudios universitarios y se trasladó a Estocolmo, matriculado en la Real Academia de Ciencias de Suecia. Graduado en Artes en 2007, ingresó a la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca, de donde egresó hace ocho años. El resultado visible de esos diecisiete –o más– años de academia se compone de tres títulos: el cortometraje M de Markus –su cortometraje/tesis en Suecia–, Shelley, de 2016, de la que este juntapalabras nada sabe, y Gräns, su debut largometrajista, que lo catapultó inmediatamente, y con total justicia, a la fama internacional.

La biografía de Abbasi tiene un detalle interesante: aunque nacionalizado danés, decidió conservar al mismo tiempo su ciudadanía iraní, y no es demasiado aventurado especular acerca de la muy particular manera en la que un iraní-danés percibe y asimila una historia de terror escrita por un sueco –el referido John Ajvide Lidqvist, autor entre otros títulos del bien conocido Déjame entrar, hecho película en 2010–, y no cualquier historia sino, precisamente, la que se cuenta en Gräns. ¿Qué resonaría más en la mente de Abbasi cuando leyó esta historia de trolls, surgida del imaginario de un autor de novelas de terror, dueño de una pluma bastante más capaz que la de los bestsellereros del montón? ¿Una historia que entrelaza las existencias de dos personajes, uno de ellos de género femenino, asentada en una casa, un empleo, una familia –mínima y hasta los bordes de conflictos ocultos, pero al fin familia– y un aparente destino sin sorpresas, por un lado, y el otro de los personajes de género masculino, sin hogar aparente ni intuible, más bien trashumante, de cuyo posible futuro nada se podría deducir? ¿Una historia de dos seres cuyo aspecto físico, definitivamente antípoda del canon occidental de belleza, los condena a ser relegados, vistos de soslayo –y eso cuando alguien se atreve a mirarlos–, considerados “demasiado diferentes” como para ser dignos de formar parte de la sociedad “normal”? ¿Una historia, en fin, de dos que no son humanos porque son trolls –perdónese la sintaxis peramanzánica, pero es importante el énfasis– y, en calidad de eso que son, su existencia entera ha transcurrido junto a una especie biológica que, en rigor, no es la suya, y por ende tampoco su cultura, idiosincrasia, historia y mitos ancestrales?

La paráfrasis del párrafo anterior es obvia, por supuesto, y otro tanto cabe decir de la alegoría en que consiste la cinta entera. De la trama y otros pormenores encárguense los ojos y los oídos del espectador, que entre menos sepa de antemano, en este caso –y como siempre– será mucho mejor.

 

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