La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 01 Dec 2019 07:59 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Uno de los ejes de la dramaturgia de Caminantes es la territorialidad y un conjunto variado de sus formas: “La obra se desarrolla en varios espacios de una sierra".

Uno de los ejes de la dramaturgia de Caminantes es la territorialidad y un conjunto variado de sus formas: “La obra se desarrolla en varios espacios de una sierra. Hay una calle principal donde está el centro de este pequeño poblado en medio de las montañas. Hay un kiosco abandonado, hay un hotel abandonado, hay un bar abandonado. Había una oficina de gobierno. Es un pequeño pueblo en medio de la sierra. Un lugar perdido de todo. La naturaleza es un personaje más. Época actual.

Ese es, de entrada, el primer espacio de una obra que construye su verdad en la alta poesía que estructura a sus personajes surgidos de la errancia, de una invisibilidad no obstante numinosa, que transita entre el mundo real y la poesía que lo interpreta, lo canta y lo enuncia.

Son cuatro hombres y una mujer, pero lo femenino es una atmósfera opresiva por momentos, y en otros de tono sensual, serenamente erotizada. Ver el mundo desde el escenario nos deja la posibilidad de colocar en la periferia un mundo que insiste en compartir su violencia, como si se tratara de una naturaleza que apenas se intuye destructiva y posesiva, donde las geografías que nos nutren de miedo circulan a través de ese cuerpo venoso e inflamado que es hoy gran parte de nuestra geografía morena, suelo de caravanas y migrantes: “En un mundo desolado por la violencia, en el sur de un país, en el sur del sur, de lo más sur, donde el calor abrasa y el frío cae en las noches. Donde no hay ley, ni nada. Donde los mafiosos, delincuentes y demás andan como si nada”, dice Anabela. “Soy Anabela. Vengo huyendo de todo. Trabajé en un table dance de mala muerte en la frontera sur.”

La dramaturga ahora dirige la puesta en escena de Caminantes, que se presenta lunes y martes hasta el 10 de diciembre en el teatro del Bosque Julio Castillo, a las 20 horas. Dirige su propia creación literaria y no se deja domeñar por las claves de un realismo al que renuncia en pos de un delirio que coloca la obra en un cariz multidireccional cuando apunta hacia la selva, el delirio y el sueño, el presentimiento y el recuerdo que parecen operaciones trenzadas, inseparables: “Román (de treinta años y muy bueno para los bailes) es picado por un alacrán y entra en un delirio toda la noche; a partir de este hecho, él piensa que lo que vio en sus alucinaciones es lo siguiente: se anuncia una nueva’ ‘conquista’. Su compañero Ernesto no le cree, sin embargo le sigue el juego.”

Ambos esperan la llegada de los conquistadores. Para ellos el tiempo es un pasado perpetuo… Pero los que llegan son una mujer que viene huyendo de un pasado secreto y dos mafiosos. No quiero excederme en el planteamiento de los trazos iniciales pero, desde la metáfora, desde un no-lugar y un vacío, queda sellado un sentido abstracto, profundo, que al parecer es una apuesta sobre la plasticidad de la palabra, que es la plasticidad de la puesta en escena, pero con representaciones equidistantes. Es un teatro poderosamente político decidido a plantear sus múltiples realidades (“¿Existen varias realidades? Claro que sí.”) desde muchos ángulos distintos.

Es el espacio de los adioses, de la huida, los abandonos, el destierro. En ese lugar hay algunas casuchas, la oficina de correos donde hace años no llega ninguna carta, la oficina del alguacil donde hace años hay nadie; la cantina donde ya nadie entra, y un hotelucho de madera.

Las mujeres y sus hijos huyeron, los hombres huyeron, piensa la dramaturga que sigue: otros entraron al comercio de las mercancías prohibidas. Unos se largaron y otros, no lo sé. Pero lo que sí hay que contar es que es un paisaje hermoso, de una hermosura que enloquece, verde, hay animales que ningún ser humano ha mirado. Hermosas criaturas, alacranes, tarántulas y demás bestias ponzoñosas.

En la sierra casi todo el tiempo llueve, antes no era así, ahora es así. Bueno, así es y qué, qué le vamos a hacer, no nos vamos a deprimir. ¿Será esto sólo México?

¡Que comience el show, el espectáculo, la diversión...! ¡La representación!

 

 

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