Guatemala, zona estratégica del virreinato de la Nueva España

- Guadalupe Pinzón Ríos* - Sunday, 15 Dec 2019 07:56 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
La historia vincula profundamente a lo largo de los siglos xvi y xvii a México y Guatemala.

En la actualidad se da mucha importancia a las fronteras políticas establecidas entre territorios y se olvida que éstas no responden necesariamente a las características naturales, poblacionales y aun económicas de esos territorios. También se tiende a olvidar que México y los países de Centroamérica tuvieron un pasado común y que los intercambios comerciales y culturales que mantuvieron durante la época colonial marcaron su devenir histórico. Un claro ejemplo es la estrecha relación que existió entre la Nueva España y la Capitanía General de Guatemala.

Esta Capitanía, que abarcaba desde el territorio de Chiapas hasta el de Costa Rica, tuvo un papel destacado en las navegaciones que se realizaban por el Océano Pacífico. Habría que recordar que Guatemala formaba parte del virreinato de la Nueva España, si bien gozaba de autonomía jurídica por contar con su propia Audiencia, encabezada por un gobernador.

Guatemala era el territorio más al sur de la Nueva España y su frontera inmediata era el istmo de Panamá, que formaba parte del Perú, el otro gran virreinato americano. No contaba con grandes yacimientos mineros y por ello dependía de remesas de plata mexicana o peruana que servían para pagar añil, zarzaparrilla, cacao de Soconusco (que era de los mejores) y embarcaciones fabricadas en los astilleros de Realejo (Nicaragua) y Sonsonate (Salvador), así como diversas maderas de gran calidad que se usaban en la construcción naval en otros astilleros como Guayaquil y El Callao (puertos del virreinato peruano), o cuando se hacían reparaciones a los Galeones de Manila que anualmente llegaban al puerto de Acapulco. Además, cuando en Nueva España se requerían embarcaciones que patrullaran las costas por donde llegaban los galeones, o bien para ayudar en labores a realizar en Acapulco, esas naves se encargaban al gobernador de Guatemala y su fabricación se hacía en los astilleros de ese territorio.

Su estratégica posición geográfica hizo que Guatemala mantuviera contacto con ambos virreinatos. Por tierra, ese territorio se cruzaba por el Camino Real de Tierra Adentro que lo conectaba con Oaxaca y México hacia el norte, y con Panamá y Portobelo hacia el sur. Y de cara al Pacífico se practicaron distintas navegaciones en sus múltiples bahías, siendo las más importantes las de Sonsonate, Realejo y San Miguel.

Durante el siglo xvi las navegaciones entre Nueva España, Guatemala y Perú eran permitidas, pero en el xvii la Corona prohibió el comercio marítimo entre esos territorios, pues era usual que llegaran comerciantes peruanos a Acapulco para comprar los productos asiáticos que traían los Galeones de Manila. La prohibición buscaba evitar que la plata peruana se dirigiera a Asia. Las naves peruanas no pudieron llegar más a Acapulco pero tuvieron licencia de viajar a las costas de Guatemala para comprar maderas de sus astilleros y vender en el lugar sus producciones de vino y frutos secos. Por su parte, desde Nueva España se podía comerciar con Guatemala por tierra y sólo ocasionalmente, cuando las lluvias impedían transitar el camino de Tierra Adentro, se permitía hacerlo por vía marítima. La posibilidad de llevar a cabo intercambios con ambos virreinatos hizo de Guatemala una región nodal. El tráfico marítimo fue regular en esa zona; su relevancia no radicó tanto en su volumen como en su constancia.

Esa estratégica posición geográfica no pasó desapercibida para los enemigos de España. Los ingleses intentaron en varias ocasiones posicionarse en el territorio pues esto les permitiría conectar el Atlántico con el Pacífico y de esa forma extender sus navegaciones a este océano. Aunque desde Jamaica –isla que capturaron a los españoles en 1655– avanzaron a las costas centroamericanas para cortar palo de tinte (conocido también como palo de Campeche o de Brasil), lo más que lograron fue tener un asentamiento en las costas del actual Belice. No obstante, en diversas ocasiones cruzaron por tierra hacia el Pacífico y en sus narraciones de viaje señalaron lo útil que sería contar con un asentamiento en esa zona.

Cuando otras potencias marítimas europeas se hicieron presentes en el Pacífico desde fines del siglo xvii y los ingleses incrementaron en el xviii sus ataques a las costas americanas, fue necesario restablecer los comercios intervirreinales para incrementar la presencia de naves hispanas en ese océano. Esto fomentó aún más los contactos que ya se venían dando de forma indirecta desde el territorio guatemalteco, territorio que continuó siendo punto de contacto, abasto y reparación de las naves que transitaban a lo largo del Pacífico.

Valdría la pena, pues, voltear nuevamente la mirada a la historia de esos territorios –como han hecho Murdo MacLeod, Gustavo Palma, Héctor Pérez Brignoli, Julio César Pinto o recientemente Luis Alberto Arrioja– y preguntarse por qué hoy se dan la espalda unos a otros siendo que comparten un pasado común, que conservan muchas similitudes culturales heredadas del periodo virreinal y que un día colaboraron, como hemos visto, en proyectos económicos y hasta defensivos.

 

*Instituto de Investigaciones Históricas-unam

 

 

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