El lado B de la poesía: los autores que abren puertas / Entrevista con Ángel Vargas

- David Anuar - Sunday, 12 Jan 2020 10:01 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Nacido en Acapulco, Guerrero, en 1989, Ángel Vargas es el ganador del más reciente Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2019, obtenido gracias a su poemario titulado Antibiótica. Autor de cinco libros de poesía, ha sido becario del pecda, del fonca y de la Fundación para las Letras Mexicanas.

Entrevista con Ángel Vargas

 

En Límulo (feta, 2016) escribiste: “La verdad es que a los siete yo sabía que los niños eran guapos”. Cuéntame sobre tu infancia en Acapulco, ¿cómo fue descubrir tu preferencia sexual y crecer en esa ciudad?

-Nací en Acapulco, pero no crecí en el puerto. Mi infancia se desarrolló a veinte minutos del epicentro turístico. Cuando entré a la primaria, me llamó mucho la atención un niño en particular. No podía dejar de mirarlo. Ahora que recuerdas esos versos, digo que fue a los siete, pero pudo haber sido antes; en realidad, desde que tengo memoria me recuerdo observando la belleza de otros hombres.

 

-¿Quiénes están detrás de la poesía de Ángel Vargas? Al leer Límulo y Antibiótica (feta, 2019) no pude evitar pensar en Villaurrutia, ¿qué otros poetas circulan por tu obra?

-Es difícil mencionarlos, son muchísimos y han cambiado a lo largo de los años. Hay poetas a los que admiro pero cuya poesía es sumamente distinta a lo que hago. José Ángel Valente me fascina, me intriga, me parece extraordinario, pero no hay una impronta de su obra en mía; el propio Lezama Lima que desde el inicio fue una figura vital para mí, tampoco ha permeado en mi escritura. Son muchos y justo tú mencionas a Villaurrutia, quien es un poeta muy importante para mí. Está preocupado por todo, por el fondo y al mismo tiempo es extremadamente limpio, cuida la forma… y es arriesgado en el lenguaje. Hay de todo en su escritura. Y esa es una de mis aspiraciones, que la escritura no sólo se preocupe por el lenguaje sino por el fondo y la emoción. Me gustaría pensar que en algún momento mi escritura podría llegar a esa comunión entre rigor, búsqueda en el lenguaje, emoción y fondo. Me interesa que la poesía comunique y no se agote a la primera lectura.

 

-En nuestras lecturas compartidas en la Fundación, hace poco descubrimos a Isabel Fraire; acto seguido corrimos a comprar su obra en el Fondo de Cultura Económica. Fue un hallazgo gratísimo, ¿no crees?

-Sí, hay toda una tradición de poetas latinoamericanos, últimamente poetas mujeres. Son escrituras que estuvieron invisibilizadas, que no entraron al canon de la misma forma que lo hicieron la de escritores hombres. Muchas veces escrituras políticas, pero no panfletarias. Yo sí defiendo eso, las escrituras diversas que no están inscritas en un canon masculino. Y te digo, estas escrituras invisibilizadas son mínimas, cortas, pero con más riesgo, quizá menos preocupadas por entrar en el canon. Son como un lado b de la poesía.

 

-Pero tenemos el lado a, ¿no? A veces pienso en ese lado de los discos de vinilo como los gallitos de la poesía mexicana (Efraín Huerta, Jaime Sabines, Octavio Paz).

-Exacto. Con esto no quiero decir que dejemos de leerlos a ellos para sólo leer a las escritoras, sino leerlos a todos y constatar que el panorama de la literatura mexicana y su historia es muy amplio. Ser conscientes de que el canon se instaura desde una posición de poder, ser conscientes y desmantelarlo.

 

-Demos un giro y hablemos de nalgas y “Diferencias estéticas”, uno de mis poemas predilectos de Antibiótica que inicia así: “Discrepo totalmente con el señor Castillo./ Quizá nunca tocó las nalgas a otro hombre,/ ni las miró/ ni hizo indagación de campo/ y qué vergüenza/ esa falta al método científico.” En los años setenta Ricardo Castillo publicó El pobrecito señor x, donde escribió una suerte de oda a “Las nalgas” de las mujeres, ¿qué me dices al respecto?

-La maravilla de poder leer a otros autores de tu misma tradición es que puedes dialogar y no estar de acuerdo con ellos. Me encanta El pobrecito señor x, me sigue pareciendo un libro novedoso y contemporáneo.

 

-Un renovador. Uno de esos poetas que abre puertas.

-Mostró en su tiempo que se podía escribir poesía de otro tipo, de otro tono. Recuerdo el momento en que leí ese poema: “Pero es indudable que las nalgas de una mujer/ son incomparablemente mejores que las de un hombre.” Es válido no estar de acuerdo. Lo que hice fue una especie de respuesta en tono similar. He tenido la oportunidad de leer mi poema con gente muy joven y personas de la generación de Castillo. Curiosamente, sé que a esos poetas de la edad de Castillo no les ha gustado, y a los más jóvenes les ha entusiasmado mucho. No sé a qué se deba, pero me hizo dudar mucho, incluso pensé en sacarlo del libro. Al final decidí dejarlo y lo cierto es que me divierte mucho.

 

-La última y nos vamos. ¿Qué le dirías a un lector que está en educal y en el estante se encuentra con Antibiótica?

-Es difícil ser mercadólogo de uno mismo… pero le diría que se va a encontrar con un libro que no tiene miedo a nombrar el deseo, sumamente honesto y jotito.

 

 

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