Marco Antonio Campos en sus primeros 70 años

- Merry MacMasters - Sunday, 12 Jan 2020 09:07 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Con motivo de la celebración de sus primeros setenta años de vida, cumplidos el 23 de febrero del año pasado, aquí se hace un merecido homenaje a una de las voces más vivas de nuestra poesía, además de reconocido traductor, ensayista, narrador, cronista, promotor cultural y consumado entrevistador de grandes plumas de la literatura universal.

”Unamuno hablaba que tenía el dolor de España, siempre he tenido el dolor de México”, expresó el escritor Marco Antonio Campos con motivo del festejo por sus setenta años –cumplidos el 23 de febrero de 2019– , celebrado en la Sala Manuel m. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Cuando era joven o aun en los años ochenta del siglo pasado, “nunca me imaginé ni por asomo que México se convertiría en lo que ahora es. Antes defendía a México en todas partes con ferocidad; en lo que va de este milenio me resulta difícil hacer la defensa.

”Comentaba con mi gran amigo Hugo Gutiérrez Vega de que en el ’68 soñábamos con la utopía, la revolución y lo imposible. Creíamos poder cambiar al mundo. Fue para peor. Pero soy del criterio de que no se pueden hacer muchas cosas, pero si no podemos mejorarlas, tratemos de conservar lo bueno que haya.”

El festejado ha trabajado la poesía, el ensayo, el cuento, la novela y la crónica; sin embargo, ante todo se considera poeta y ensayista. La poesía y la ética no cambian la vida, reconoció Campos, no obstante, “me dieron las perspectivas para ver el mundo y vivir el mundo. Traté hasta donde pude ser más un hombre de principios que un hombre pragmático.

“Hubiera querido hacer mejor las cosas, vivir mejor la vida, pero me interesó más que la felicidad el hacer. Cuando pude, y en los puestos que pude, traté, dentro de mis modestas limitaciones, de dar la mano a los jóvenes y a los escritores de los estados de la república. Tuve durante mucho tiempo (ya no tengo) una sobreenergía. Eso me ayudó mucho para el trabajo”. En seguida, leyó su poema “Viernes en Jerusalén”.

Para el crítico literario e investigador Evodio Escalante, Campos se había prevenido de la tentación de que el arte y la poesía en particular pueden cambiar el mundo, desde los años juveniles de su primer libro de poemas, Muertos y disfraces, publicado en 1974. No obstante, “continuará escribiendo poesía de manera insensata como no dándose por enterado”.

Al decir del poeta y editor Víctor Manuel Mendiola, el festejado es “una figura insoslayable de la literatura actual mexicana”, primero, por la creación de “una poesía de sentimientos oscuros y melancólicos, que usa la claridad para mostrar la ardua opacidad inevitable de nuestra vida”. Segundo, es un autor notable por la escritura de muchos ensayos esenciales, en particular, y muy especialmente, sobre Ramón López Velarde.

Sin embargo, en tercer lugar, también ocupa un sitio significativo por su trabajo como promotor de la literatura en el que destacan muchísimas actividades de
muy diversa índole como la dirección editorial, programas de radio, la realización de festivales y, por supuesto, muchas notas críticas sobre novedades de la poesía contemporánea. Una cuarta virtud, y no la más pequeña: Campos ha desarrollado una gran labor de traducción.

El poeta Eduardo Vázquez Martín hizo hincapié en la lealtad probada de Campos al ejercicio de la poesía, lo mismo en tiempos en que esta forma de la voz humana ha contado con cierto crédito social, pero también ahora en que parece cada día más lejana de los lectores, más desplazada de las librerías y menos valorada por editores e instituciones.

La adscripción de Campos en el bando de la poesía y los poetas “lo enfrenta necesariamente con la vacuidad y la impostura que siempre determinan el orden social. Por eso, su andar ha sido tantas veces conflictivo, a veces incomprendido o mal comprendido, por lo menos, pero siempre de una independencia insobornable porque su naturaleza poética lo arroja fuera de los clanes donde se requiere de adulación y sumisión para acceder al beneplácito”.

Vázquez Martín agregó que Campos “mira el mundo a través de los lentes de la poesía. Descifra las realidades, las ciudades y su tiempo de la mano de los hermanos poetas, de manera que en su caminar va sin brújula, pero nunca va solo”.

Laura Ramírez Rasgado, subdirectora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, consideró a Campos “un referente fundamental de la literatura mexicana y universal”. “Ha logrado enriquecer conceptualmente la lengua española y al mismo tiempo poner el acento en la impronta que han dejado los pueblos antiguos”, continuó. Pidió celebrar “éste espíritu abierto y sensible que le hace decir que el poema debe mantener su misterio para no volverse prosa” l

 

 

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