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Francisco Zarco: libertad, periodismo y vida pública en el siglo xix mexicano

'Francisco Zarco y la libertad de expresión', Miguel Ángel Granados Chapa, Fondo de Cultura Económica, México, 2019.
Carlos Torres Tinajero

Pocos hombres tienen la fortaleza ética para incidir en el rumbo del periodismo nacional. Tal vez un ejemplo paradigmático, en nuestro convulso siglo xix, sea Francisco Zarco, por la libertad creadora en su trabajo periodístico y legislativo, según cuenta el desaparecido maestro Miguel Ángel Granados Chapa en Francisco Zarco y la libertad de expresión.

El aliento biográfico del libro recrea la trayectoria de Zarco, enfatizando sus características ideológicas. Un manejo preciso de la información –medular para Granados Chapa– reconstruye los valores fundamentales de la vida pública en esa época. En el pensamiento de Zarco, la tradición liberal tuvo claras manifestaciones en artículos y en columnas de opinión, en las cuales la crítica era un elemento primordial. Fue la piedra de toque en su trabajo de cronista y de diputado, en el mismo período de la obligada salida de Antonio López de Santa Anna del país.

Quizá debido a las garantías liberales –parte sustantiva de la Constitución Política de 1857–, el ejercicio periodístico se desarrolló con más facilidad en la segunda mitad del siglo xix. El texto de Granados Chapa presenta un análisis histórico de las contribuciones de Zarco en El Demócrata, una de las publicaciones de esos tiempos –independiente y crítico del Estado–; por esa postura analítica, hubo embates contra Zarco e, incluso, fue a la cárcel por la constante defensa del liberalismo en su escritura, hasta el lamentable cierre de El Demócrata por su incursión –desde el periodismo– en los asuntos políticos de aquellos años, con lo cual lograba un impacto en el curso de los problemas comunes.

Gracias a su trabajo en el diarismo, a Zarco le ofrecieron refugio en distintos espacios editoriales, como el periódico El Siglo xix. Contrario a su acostumbrada labor en los medios informativos –cuestionar con seriedad y con formalidad el orden público–, ahí escribió sobre la literatura de su tiempo con gran soltura y rigor, lejos del periodismo, pero después regresó a los diarios con la firme certeza de que el liberalismosus ideas y su reflejo en la prensa– era un componente esencial en el desarrollo histórico de México.

Otro de los aportes importantes de esta lectura consiste en traer a la mesa de discusión un tema central en los medios contemporáneos: la libertad de expresión, principio rector del periodismo en el mejor de los casos. Informar a la sociedad implica tener el camino adecuado para diseccionar –con total responsabilidad– la agenda pública, y es la naturaleza conceptual del liberalismo, expuesta por Granados Chapa en esta caracterización histórica.

Además, este estudio habla de la pertinencia de entender el periodismo como un instrumento útil en el quehacer historiográfico. El acontecer cotidiano se registra con puntualidad. Al pensar a futuro, quizá se convierta en una herramienta metodológica de la historia, capaz de documentar –con toda precisión– un período de “corta duración”, para usar un concepto teórico del historiador Fernand Braudel.

Para concluir, Miguel Ángel Granados Chapa describe la vida profesional de Zarco sin concesiones. La revisión detallada de su trabajo periodístico, en el siglo xix, engloba un proceso cultural, parteaguas en México –el liberalismo– y sus repercusiones en el ejercicio de la libertad de expresión. Pocos hombres tienen la fortaleza ética para incidir en el rumbo del periodismo nacional. Francisco Zarco es uno de ellos.

 

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