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Devotas de la palabra

'La locura divina, poetas místicas de la India', Elsa Cross (compiladora), Era, México, 2019
Eve Gil

Tratándose de poesía, de quehacer literario en general, se recurre demasiado a menudo al término “inspiración”, y no falta quien cite a Hemingway o a Cortázar, a quienes se atribuye la frase de los desproporcionados porcentajes, que también varían (1por ciento de inspiración y noventa y nueve porciento de trabajo), pero al parecer fue pronunciada por algún científico (Alva Edison o Einstein). El caso es que cualquiera que se dedique profesionalmente a la literatura, ha experimentado ese arrebato de buscar, súbita y desesperadamente, dónde anotar una idea… o se ha despertado con la maravillosa sensación de que ha resuelto su poema o su historia a través de un sueño, y para los poetas de épocas remotas –incluso actuales, aunque les avergüence admitirlo– este fenómeno se debía a una conexión divina. La más preciosa poesía mística se ha escrito bajo esta premisa. Pienso en una estampa de santa Hildegard von Bingen sacudiendo la pluma con la mirada puesta en el cielo, y en todas las religiones podemos localizar poetas a quienes se atribuye haber escrito en medio de un trance divino. Incluso poetas no necesariamente religiosos vinculan la escritura con un llamado misterioso, fuera de este mundo. Alguna vez sentí el impulso de preguntarle a Elsa Cross, de las más grandes poetas mexicanas vivas (o no), si ella había llegado a experimentar esa gozosa iluminación que se equipara, incluso opaca, al orgasmo, pero estábamos en un auditorio demasiado lleno e inhibidor. Creo que a través de su bellísima compilación de poetas místicas de India, La locura divina, ha respondido aquella duda mundana.

Aunque son muchas más las poetas (que es como se refiere Cross a estas mujeres, y no poetisas, como todavía muchos insisten en hacerlo) que conforman la divergente tradición india, la autora se decanta por ocho, que vivieron entre los siglos vi y xvii, bajo una serie de criterios que van desde el más práctico, que es la ausencia de traducciones del sánscrito y otras lenguas vernáculas al español (algunos han sido tomados del francés y el inglés), hasta un gusto personal, que no sólo tiene ver con la calidad literaria, sino también con las asombrosas historias que rodean a estas mujeres, muy probablemente tocadas con elementos fantásticos pero definitivamente reales. Princesas, sirvientas, esposas abnegadas… todas tienen en común: ser consideradas santas, pero no santas antes que poetas, como si la ejemplaridad de sus vidas no pudiera ser completa sin haber consagrado su talento literario a Shiva o a Krishna y sus múltiples advocaciones. Seis de estas santas poetas o Poetas, incluida Mirabai, princesa del Rajasthán del siglo xvi, optaron por el ascetismo y la errancia, algo extremo dada su condición femenina, en una época particularmente represora. Por otra parte, la sirvienta Janabai (1265-1350) y Bahinabai, ofrendaron sus sufrimientos, más Bahinabai que Janabai, cuyo patrón era un hombre bueno y religioso, a sus Dioses. Bahinabai dejó escrita una autobiografía en verso de donde Cross toma los fragmentos que la representan en este libro.

Con excepción de Muktabai, que era muy pequeña, niña prodigio, diríamos hoy, que murió antes de convertirse en mujer e inició la errancia junto con sus hermanos a los cuatro años, las poetas que optaron por el ascetismo eran casadas y abandonaron a sus esposos terrenales para correr en pos de un esposo divino. Una de ellas, Akka Mahadevi (1130-1160), entregada en matrimonio al rey de su región, empezó a escribir una serie de poemas en que alude a Shiva como “su amante secreto”, cosa que, lejos de escandalizar a sus futuros lectores, encendieron su leyenda. En lo personal, fue la cachemir Lalléshvari, afectuosamente referida como “Lalli” (1320-1392), la que me cautivó con su poesía más que con su vida: “Sólo perdiendo algo/ puedes alcanzar algo./ ¡Miren a Lalli!/ Del fango/ un loto ha florecido.”

Podrán sernos desconocidas, pero, según explica Cross en el prólogo, sobre cada una se han producido novelas y películas y, más recientemente, series de televisión y cómics. En los festivales escolares de India se les honra a través de representaciones teatrales. No obstante lo anterior, agrega la compiladora, existen poemas de estas y otras notables poetas no incluidas en este tomo que ni siquiera han sido compilados en sus lenguas originarias; que como en cualquier otro rincón del mundo, existen antologías poéticas de los bhaktas (devotos) que no incluyen a una sola mujer; que hasta hace poco algunos de estos poemas le fueron atribuidos a varones y que la crítica misógina, en particular la occidental, insiste en realizar comparativos entre ellas y otros poetas (varones), poniendo en duda su capacidad y raciocinio para crear algo asombroso.

 

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