ProsaIsmos

- Orlando Ortiz - Saturday, 07 Mar 2020 23:17 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Los misterios de Prieto y Ramírez

------------------------------

Palabra ésta (misterio) que puede entenderse de múltiples maneras, si nos asomamos al DRAE o al Moliner. Para el caso, no encontré en ellos acepción útil; lo más cercano para los fines de esta columna fue el título de una novela francesa por entregas o de folletón, Los misterios de París, de Eugenio Sue, que comenzó a publicarse (por entregas, obviamente) el 19 de junio de 1842, y el último episodio apareció el 15 de septiembre de 1843. ¿Por qué causó tanto revuelo, asombro y cierta animadversión en el mundo literario francés, y podría decirse mundial, esta obra? Sue se propuso narrar el bajo mundo de la ciudad luz en el XIX, la gente perversa, corrupta, cruel, malvada; en otras palabras, contar vida y milagros de la canalla, sin matices ni concesiones; su mundo, costumbres, etcétera. Desde luego que en cierta medida Dickens ya había incursionado también con sus novelas en la exploración de esos mundos en Inglaterra, y en cierta forma lo estaba haciendo, pero más “decentemente”, en España, Ramón de Mesoneros Romano.

En México, el joven Guillermo Prieto, impulsado por un increíble e infinito afán literario, y tal vez también por sus empatía y don de gentes, en 1836 fue nombrado redactor del Diario Oficial del gobierno del presidente Anastacio Bustamante. En aquella turbulenta época, en la que presidentes entraban y salían con frecuencia sorprendente, se explica que en un momento dado el joven Guillermo Prieto haya salido de la redacción del Diario Oficial. Comenzó a colaborar con El Siglo XIX y otras publicaciones. Incluso fundó, con Ignacio Ramírez, Don Simplicio. Periódico burlesco, crítico y filosófico. La amistad entre ellos fue entrañable, a pesar de ser muy diferentes. Prieto se desplazaba en los bajos fondos como pez en el agua. Ramírez era más formal y desconocía tales sitios.

Los liberales que lucharon por la República y las leyes de Reforma, al parecer sabían estar en misa y tocando la campana. Como los conservadores y clericalistas enarbolaban los textos de Mesoneros Romano para mostrar lo que es la buena literatura, preocupada por los usos y costumbres de las clases populares, a Ramírez y Prieto se les ocurrió que como réplica podrían escribir Los misterios de México. Seguramente evocando el nombre de la novela de Sue.

El Nigromante sabía que su amigo era un gran conocedor de todos los rumbos de la ciudad, desde los bajos fondos hasta los salones de la “gente de bien” y culta pero de ideas avanzadas o moderadas. Según cuenta Emilio Arellano, ambos personajes y “el maestro Santiago Villanueva, iniciaron un recorrido por las barriadas y los callejones más sórdidos de la capital, en los mundos perdidos de Cartagena, La Viga, Tacubaya, el Chorrito y Balbuena, para hacer un estudio etnológico y sociológico de sus habitantes”. (En la actualidad, a esos sitios los vemos como barrios y colonias de clase media que nada tienen de siniestros, pero a mediados del siglo xix eran en verdad grotescos, repugnantes e inhumanos. De ello dan noticias cronistas paradigmáticos como Prieto, Zarco y Altamirano.)

El día convenido llegó Ramírez al punto de reunión con su libreta de notas, carboncillos, gises de colores y pliegos de papel adecuados para realizar bocetos y apuntes de los sitios y personajes que encontrara interesantes. Iniciaron la jornada en el callejón de las Inditas, cuyo piso eran charcos, o mejor dicho una enorme laguna de agua pestilente en la que flotaban desechos orgánicos de todo tipo y basura, sólo tablas podridas colocadas sobre adobes servían de puentes para avanzar en aquel averno insalubre por el que vagaban tristes hombres, mujeres y niños hambrientos. Era un orco que el Nigromante creyó superaba los horrores del infierno de Dante.

Después de  una discusión que no dejó de tocar puntos candentes, Ramírez —comenta Emilio Artellano—  “realizó unos dibujos magistrales de todo tipo de personajes que conoció en esos tres meses de investigación. Son tan perfectos esos bosquejos, que muchos estudiosos del arte pensaron que eran de un afamado pintor europeo”. ¿Dónde estarán esos dibujos?.
(Continuará.)

Versión PDF