Los Territorios de la vista: México desde las alturas
- Alejandro García Abreu - Sunday, 15 Mar 2020 07:52



En el inserto que el fotógrafo Santiago Arau (Ciudad de México, 1980) incluyó en Territorios (Sexto Piso/Fundación bbva, 2019) se aprecia Mexcatitlán, en Santiago Ixcuintla, Nayarit. “Para algunos –escribe Arau– la isla Mexcatitlán, Nayarit, es la mítica Aztlán. En náhuatl, su nombre significa ‘en la casa de los mexicanos’ o ‘en la casa de la luna’.” La denominación alude al origen, no sólo de México, sino del proyecto del fotógrafo. La última imagen del libro es la luna capturada desde el Monte Tláloc en el Estado de México.
Llegó a “la casa de la luna” tras recorrer 32 mil 306 kilómetros por los treinta y dos estados de la República Mexicana. Transcurrieron cuatro años entre el primero y el último viaje. Durante la travesía –que incluyó 256 localidades– realizó la obra fotográfica que se presenta en Territorios. Se trata, en su mayor parte, de “la disposición aérea de las formas”.
En el libro se recuerda que sin la fotografía aérea sería imposible observar el interior de un volcán, conocer parajes desérticos, visualizar la orografía de una frontera o percibir cambios ecosistémicos. Territorios incluye textos de Vivian Abenshushan, Luigi Amara, Julia Carabias, Juan José Kochen, Diego Rabasa, Sergio Rodríguez Blanco y Pablo Soler Frost.
En su estudio, Arau narra cómo recorrió el país desde Tijuana hasta la Riviera Maya, desde el Golfo de México hasta el Océano Pacífico. Visitó las principales ciudades y estuvo en la selva, el desierto y las montañas. Capturó vistas aéreas de fronteras, cordilleras, volcanes, zonas arqueológicas y la capital, pero también vistas desde la tierra a través del retrato, esencial en su quehacer. Para elaborar Territorios realizó treinta y cuatro viajes en embarcaciones marítimas, ocho vuelos en helicóptero, seis despegues en avioneta y utilizó ocho drones.
–Desde tu perspectiva, ¿en qué consiste el arte de la fotografía?
–En la relación de lo que se ve desde arriba con las personas que fotografío abajo. En ese vínculo encuentro el arte de la fotografía, que siempre reside en la elección de lo que se va a capturar. Y cada vertiente fotográfica es un universo diferente. A la vez, cada imagen capturada depende de mis estados de ánimo, incluyendo la experiencia aérea.
–Recorriste 32 mil 306 kilómetros por los treinta y dos estados de la República Mexicana para lograr la obra fotográfica que se presenta en Territorios. ¿Qué distingues del viaje en función de tu quehacer fotográfico?
–Distingo que se trató de un aprendizaje, de un conocimiento que adquirí. México me sorprendió. Está hecho de múltiples territorios. De ahí surgió el título. Y los territorios están divididos por fronteras, fenómeno que me interesa mucho. Procuré romper estereotipos cuando fotografié a México para Territorios.
–¿Consideras que tu quehacer fotográfico es una especie de autobiografía?
–Sí pienso que resulta una especie de autobiografía, ya que son imágenes de momentos que vivo, de cosas que veo en un instante. Hay una cronología. Cada fotografía representa cierto momento de mi vida. La fotografía es un reflejo de la memoria y de tus propios sentimientos. Juega el papel de cronista.
–No sólo recurres a drones para tomar las fotografías aéreas. Volaste en un helicóptero de protección civil “para captar, por ejemplo, el cráter del Popocatépetl con una cámara réflex”. También tomas fotografías desde los aviones comerciales. ¿Cómo es la experiencia de fotografiar desde las alturas comparada al uso del dron desde la tierra?
–La diferencia es que yo opero el dron. No hay riesgo. Si se cae nada ocurre. Pero sería muy distinto si el helicóptero o el avión se estrellaran. En el caso de los helicópteros tiene que haber una buena comunicación con el piloto. Le pido exactamente qué quiero capturar. Se convierte en mi operador. En cuanto a los aviones realizo los planes con antelación. Conozco las rutas aéreas. Elijo los asientos al lado de las ventanas en función de las indicaciones que me da un amigo piloto tras decirle qué quiero fotografiar. Hay que entender el entorno y el paisaje. Por eso la brújula es una gran metáfora de la búsqueda de nuestro lugar en el mundo.
–En el video Parhíkutini narras el nacimiento del Paricutín el 20 de febrero de 1943. ¿Cuál es el origen de la pieza?
–El Paricutín es fuente de inspiración para mí, aunque fue una pieza asignada. Parece una leyenda, pero es real. Volé en avioneta alrededor de la zona. Platiqué con los habitantes. Pensaba en el Dr. Atl mientras desarrollaba el video.
–Claro. Gerardo Murillo, el Dr. Atl, realizó la interpretación artística del surgimiento y desarrollo del Paricutín.
–Recordaba las cualidades naturalistas del conjunto pictórico que contiene el nacimiento y crecimiento del volcán.