Cinexcusas

- Luis Tovar - Sunday, 22 Mar 2020 07:37 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Vivir de la tragedia

 

Escrito, dirigido y fotografiado por Luke Lorentzen, así como coporoducido por él mismo en compañía de Daniela Alatorre, Kellen Quinn y Elena Fortes, el largometraje documental Familia de medianoche (México, 2019) tuvo su estreno en cartelera comercial el pasado 6 de marzo, luego de un periplo festivalero muy exitoso que incluyó más de una decena de reconocimientos, lo mismo en nuestro país que fuera del mismo.

La sinopsis, que ha circulado profusamente, podría resumirse así: Familia de medianoche es el registro del modo de vivir de una familia que, para su subsistencia, se dedica a la prestación del servicio particular de emergencias médicas. Por supuesto, tanto laconismo se desdobla en lo que la película realmente abarca: sin dejar de ser aquello en primera instancia, al mismo tiempo es una radiografía fílmica, precisa en alto grado, de una de las múltiples facetas de la vida nocturna en Ciudad de México, en dos vertientes, para ser exactos: la primera se refiere a una localización geográfica determinada, cuyo epicentro se ubica en la colonia Roma, para de ahí desplegarse preferentemente a las cercanías pero, ya en los hechos, adonde la necesidad indique.

La segunda, mucho más abarcadora y, por consiguiente, de mayor relevancia que la simplemente geográfica, aunque no por eso menos afincada en la realidad más terrena –o, quizá mejor dicho, más humana–, tiene que ver con los seres de carne y hueso, con las costumbres, los incidentes y las excepciones que definen, por así decirlo, el quehacer nocturno de dichos seres, y que al final acaban por mostrar su verdadero rostro de sucesos cotidianos: una realidad que, para ser definida, entre otras obliga al uso de palabras como “accidente”, “choque”, “caída” “emergencia”, “urgencias”, “heridas”, “contusión”, “traumatizados”, “auxilio”, “tragedia”, “sangre”, “muerte”… que puestas a interactuar en un solo campo semántico dan como resultado, según sea el caso, el doloroso recuerdo de una expareja y su violencia física, el insalvable de una hija que murió mientras era trasladada en ambulancia, o el indignante de un bebé victimizado por sus propios y demasiado jóvenes padres, a su vez víctimas de un entorno terriblemente hostil.

 

Al otro lado del dolor

Son los mismos vocablos y similar campo semántico, pero para la familia Ochoa significan muy otra cosa: literalmente quieren decir “vida” o, si se quiere y como se apuntó arriba, “subsistencia”. Ese accidente, choque, caída, emergencia, herido, traumatizado, sangre y muerte, son su materia de trabajo, eso es lo que les da de comer, dicho sea en palabras tan coloquiales como las que un muchacho notablemente menos joven de lo que su acta de nacimiento debe indicar, usa para explicar qué, cómo y por qué él, su padre y su hermano menor pasan todas las noches en la ambulancia de su propiedad, tal cual, cazando tragedias.

Filósofo imberbe sin escuela alguna y sin conciencia ni presunción de la sabiduría adquirida noche tras noche, para él –y para los suyos–, nociones como “profesionalismo”, “humanitarismo” y otros “ismos” tienen un significado directo, sin teoría posible, conectado con el hecho concreto de juntar para la gasolina, la comida y algo más. En el ínter, es preciso enfrentarse con otro flanco de esa realidad, para ellos nocturna pero que abarca las veinticuatro horas de cada día: el cumplimiento de las reglas o la búsqueda del modo de eludirlas; la extorsión y otras vías ilegales, inevitables o buscadas, según convenga; el delgadísimo filo entre la ética y la necesidad a la hora de combinar, equilibristas del pragmatismo, los términos y los requerimientos del negocio familiar con el golpe emocional y el trauma psicológico del accidentado, el traumatizado, el que está en riesgo de muerte.

En Familia de medianoche se manifiestan dos realidades, emanadas de un solo hecho verdadero: el dolor de unos, en este caso estrictamente físico por principio pero desdoblado en otro dolor más allá de la carne, es el bienestar de otros.

 

Versión PDF