Camino privado / Odysseas Elytis

- - Saturday, 04 Apr 2020 18:27 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

VII (y última)

 

¿Qué campanas de barro suenan y qué geómetra les sirve de apuntador? Porque algo telúrico y rectangular se balancea debajo de lo Perceptible. Con dedos invisibles nos toca la mente el mundo exterior. Escuchamos como si viéramos; vemos como si escucháramos. Los objetos se vacían y quedan las líneas solas trazadas con sabiduría, como aquellas figuras de Trigonometría ante las que me aplicaba en el colegio y me era imposible comprender. Otras veces, incluso, más raramente, brillan en una transparencia de cielo claro. Verdadero Estado celestial, suspendido, traspasado por rayos y representante, nada más, de la materia y su vasta morfología.

Me doy cuenta de que una frase así recuerda a Platón. Cómo ocurre, no lo entiendo. Porque yo lo único que hago es partir de la sensación y, pasando por su purificación, acabar de nuevo en la sensación. Algo muy simple que sin embargo me aísla del sentido común y con frecuencia me hace proferir sentencias adecuadas sólo para los muy inteligentes o los locos.

Es como si se partiera el mundo en dos: de un lado lo inevitable del Destino, y del otro, lo infalible de una margarita. No podría decir qué es más difícil. Lo intento –nunca lo fácil me resultó fácil– por todos los medios, incluso con los colores que me dan ganas de comerme, como si necesitara sus vitaminas. ¿Y su sabor? Sabor a Santorini, sabor a Creta, a Monte Atos.1 Y aquí o allá, con un olivo, oda de Kalvos2 o cántico, hasta que de los intervalos, los ocres y los azules de cobalto, las consonancias y las metáforas, emerge Anfión3 de los mares de colores otra vez virgen el mundo. Mundo eterno pero en continuo estado de recién nacido. Escenas que, por haberse repetido idénticas tantas veces, han llegado a ser coordenadas del Helenismo.

El pueblo en las montañas en alguna isla, la iglesita miserable, el infeliz pope con no más feligreses que tres niños y una vieja. Δι´εủχῶν τῶν ἁγίων πατέρων ἡμῶν.4 En la pequeña ventana con el vidrio roto, seca la albahaca y afuera, lejos, hacia abajo a la izquierda, las colinas con los sembradíos de cebolla y el mar alborotado.

De vez en cuando me llegan soplos como éste y me resucitan. Al parecer, en algún lugar en el espacio, donde continúa fluyendo lo visto, deben levantarse airecillos que van contra la corriente o que, como las ventoleras, simplemente son más fuertes y nos devuelven momentos semejantes de extrema humildad y belleza, tal y como deberían ser las normas de nuestra vida. En los que sin sentir opresión también tendría su lugar el artista. Y pulsaría una tecla y produciría eufonía, es decir, a su manera, justicia. Porque, en el fondo, su única preocupación es qué valor dará a una u otra de la infinidad que se puso a tocar. Una inmortalidad a través de la muerte. Entonces, si el grado de calidad alcanza el mismo punto elevado, las distancias se suprimen. Entre Ronsard y Fra Angelico, Mallarmé y Juan Gris no media más que la señal del jefe de estación de nuestra sensibilidad.

¡Oh! Bendito sea mi ángel, el bajado de algún iconostasio, dios del viento a la vez que Eros y Gorgona, diríase que antes de nacer lo mandé pedir ex profeso. Con su bendición sorteo mejor mis borrascas y avanzo en zonas peligrosas, en arrecifes y aguas ocultas, pasada la media noche con mis dos lucecitas encendidas avante despacio.

 

Notas:

1 Monte Athos. Península al noreste de Grecia, en Macedonia, habitada ya desde el siglo vii, por numerosos ermitaños. Ahí se encuentra el famoso monasterio Dhionyssion, fundado a fines del siglo xiv. Forma una república autónoma confederada bajo el protectorado político de Grecia y la jurisdicción canónica del patriarcado de Constantinopla.

2 Andreas Kalvos (1792-1869). Nació en Zákinthos, isla del Heptaneso. Su obra, aunque mucho más breve que la de Solomós, es también muy significativa para el desarrollo posterior de las letras griegas.

3 Anfión. Hijo de Zeus y de Antíope y hermano gemelo de Zeto. Cuando nació fue abandonado junto con su hermano en el monte donde los recogió un pastor y los crió. Recibió de Hermes una lira y se dedicó a la música, mientras que su hermano, de carácter opuesto, se aficionó a las artes manuales y a ocupaciones violentas: la lucha, la agricultura, la ganadería. Se dice que los dos jóvenes solían discutir acerca de los méritos de sus habilidades. Cfr. Diccionario de Mitología Griega y Romana. Pierre Grimal.

4 En katharevouza en el original: “Con la bendición de nuestros Santos Padres”, oración final de la liturgia ortodoxa.

 

Versión y notas de Francisco Torres Córdova

 

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