La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Saturday, 04 Apr 2020 18:31 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

#TristeVivirSinTeatro, #ocupaunabutaca

Los dos hashtags que titulan la columna y que promueve El Milagro Teatro, en esta ocasión tienen que ver, ya lo saben, con uno de los momentos más difíciles para nuestro teatro, incluso aquel que patrocinan o que coproducen la unam, el inbal u otros espacios institucionales de semejante solvencia administrativa en materia económica y de espacios teatrales. Dije teatro, pero en realidad me refiero también a las artes escénicas, entre las que está, no sé si se sepa, la danza, que es tal vez la más aporreada de todas.

Y bueno, de los músicos ni hablar, ésos que palomean, amenizan y están condenados a ser y hacer música ambiental, ruido de fondo y, en el mejor de los casos, esa pieza malpagada y disponible que tuvo que concursar contra cincuenta pares de su talante para quedarse con una pequeña plaza que le ofrezca alguna prestación. Todos ellos, además, son los maestros, o los investigadores de un sistema de Educación Artística que la mayor parte del tiempo los atemoriza y les deja a medias una dieta insuficiente.

En las últimas dos o casi tres décadas, unos agüeros se la han pasado amenazando a los artistas con diatribas como: ya dejen de vivir del Estado, dejen de ser los parásitos de siempre y vayan y hagan sus empresas y empiecen a vivir de lo que hacen. Dependerá mucho de la dignidad crítica de los creadores las acciones que se tomen para que la vida artística tenga capacidades transformadoras, no necesariamente enfiladas ni alineadas con las ideologías políticas de quienes gobiernan. Estamos muy lejos de un ámbito que produzca panfletos que engrosen la clientela de un partido, como sí sucede con las producciones vinculadas a las televisoras más influyentes.

La unam es uno de los grandes motores de la gestión cultural nacional y su Coordinación de Difusión Cultural funciona como una gran Secretaría de Cultura que, a diferencia de la administración federal, tiene la posibilidad de promover una visión no oficial de la creación, porque se vincula a la producción de conocimiento generado por el mundo académico más crítico, actualizado y flexible, pero también reconoce los territorios más libres de la producción cultural y artística, que no son parte de proyectos universitarios, pero producen quienes han formado parte de su sistema educativo.

Sucede con el resto de las universidades en el interior pero a una escala menor, con todo y que podemos señalar universidades que tienen grandes festivales musicales, de cine, encuentros de intelectuales y artistas, ferias del libro que les dan gran visibilidad, pero contrastan con un aparato editorial, aunque capaz de tener presencia en las librerías nacionales, incluso en la Red Nacional de Bibliotecas, pobrísimo en general y con un insuficiente desarrollo de tecnologías de la información que pongan al alcance del mundo sus logros en por lo menos dos lenguas.

La política, el sistema educativo y las formas de producción de un amplio territorio artístico, que solemos llamar independiente
–aunque su nombre justo sería “coproductor” permanente porque de independendencia y autonomía económica nada tiene–, se ha desarrollado gracias a esa parte de inversión que colocan los grandes productores que son gobierno federal y universidades, además de organizaciones sociales como los festivales, que también hacen posible su subsistencia.

No podemos pensar en un sistema de teatros de calidad sin un apoyo normado, como lo ha logrado el fonca con sus apoyos. Aplaudo que la 4t no “rescate” a los empresarios “víctimas” del Covid-19 y el coronavirus, pero no puede pensarse que la comunidad artística atraviese este gran bache sin un apoyo decidido y una reformulación de su vínculo con la comunidad artística, que hoy se evidencia sin garantías ni prestaciones, incluidas las de salud y pensiones. Si el presidente se considera un hombre justo, tiene que reconocer ese espejo donde muchos de los mexicanos que decidieron cambiar el rumbo del país se miraron como autores de este cambio.

 

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