Avante despacio / Odysseas Elytis

- Odysseas Elytis - Sunday, 17 May 2020 07:35 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

I ( 1ra parte)

 

El gran piélago son cinco o seis mil palabras. Y mi nave un espacio de aproximadamente quince pasos de largo que asciende y desciende sin cesar y avanza entre Heráclito y Píndaro1 con dirección a la Acrópolis y, más allá, a Fáliro y Egina.

Sopla viento del sur y retumban mis velas. Estoy en el puente con la confianza del experto, pero también con el nudo en la garganta del que se sabe responsable; que siente que lo vigilan con ojos insomnes Friedrich Höelderlin por un lado y Dionisio Solomós2 por el otro. No es una broma. Sientes que de un silencio extremo, hundido en el ruido, te llegan pequeñas vibraciones, igual que de las miradas de una muchacha que por un momento distingues en la muchedumbre anónima y se pierde sin que sepas si la volverás a ver jamás. No sabes si nuevamente te será dado mezclar las palabras con la misma admirable asimetría de un número de teléfono que alguna vez, cautivado, te atreviste a marcar y te cambió la vida. Porque es lo mismo, la misma aspiración, librar a la expresión del olor a tienda de antiguallas, y a tu vida diaria de la herrumbre de los apretones de mano y las cortesías. Va junto. Algunas veces, claro, es necesario algo más para que logres tu objetivo; que sigas una línea quebrada como ésta, por ejemplo, que se forma en mi lugar de trabajo por el brillo del bronce. Que empieza en los tiradores del pequeño escritorio, se refleja en un viejo reloj de monasterio (sin vidrio) y acaba en el cuerpo de una lámpara de petróleo arreglada como eléctrica. A veces ocurre que en un poema ese zigzag confiere un brillo semejante.

Palabras venidas de mucho tiempo atrás, u otras más nuevas, incluso modismos, se agolpan en la punta de tu pluma, se remueven como si pidieran algo, saltan hasta el punto de incluso salpicarte el rostro, mientras la proa se hunde en los sucesos y las gotas del chapoteo llegan hasta la cubierta,  te empapan, te pegan en la frente consignas de manifestaciones, emblemas de partidos, clamores. Continuamente es necesario que rechaces, que niegues, que elijas, que adoptes. La postura más prudente puede ser también la más atrevida, no lo sabes. Pero tienes que probar. Probar de la misma manera en que Solomós prueba diecinueve veces el mismo verso. Porque –es necesario además recordar esto– el rigor en el pensamiento no siempre coincide con el rigor en los sentimientos, cuánto más aún en las visiones, o en las zancadas que es imprescindible dar para moverse en un nivel muy por encima de la realidad utilitaria.

(Continuará.)

 

1. Estos son, además,y acaso por casualidad, los nombres de las calles entre las cuales se encuentra el pequeño departamento en que habitaba Elytis en Atenas.

2. Dionisio Solomós (1798-1857), figura central de las letras griegas del siglo xix y de la llamada Escuela del Heptaneso. La obra de Solomós, inscrita en las grandes luchas del pueblo griego por liberarse de la dominación turca (1483-1821), posee una alta calidad lírica y constituye uno de los primeros esfuerzos por reivindicar el demótico o lengua popular, hoy griego moderno, como lengua literaria. Su extenso poema Himno a la libertad (1823), fue adoptado para el Himno Nacional griego.

Versión y notas de Francisco Torres Córdova

Versión PDF