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- Alonso Arreola | @LabAlonso - Sunday, 17 May 2020 07:36 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Sinfín de llantos… por Óscar Chávez

 

La última vez que conversamos frente a frente con Óscar Chávez prometimos darle el hermoso libro que ilustra esta columna. No lo logramos. Se trata del poemario que en junio de 1980 le publicaran Juan José Arreola y su hijo Orso en la nueva época de Ediciones Mester. Impreso en Talleres Finos Clavería, el tiraje constó de quinientos ejemplares sobre papel Fabriano. Se utilizaron en su composición tipos Garamond con bellas letras capitulares. Ilustrado con collages de Guillermo Barclay, Sinfín de llantos –que así se llama– comienza con un epígrafe del poeta Eduardo Lizalde: “Sin la belleza/ no existiría el infierno.”

Tal cita conmueve hoy porque en Julio de 2019 la representante de Óscar, su amiga y cómplice Marta de Cea, nos hizo llegar por encargo de él un breve poema que le escribiera al propio Lizalde en su cumpleaños noventa (“Para Eduardo Lizalde”). Aunque ya ha aparecido en estas páginas, lo recordamos nuevamente: “Noventa años cumple El Tigre,/ Que cumpla cien veces más,/ Hasta siempre y su jamás/ Y su gran poesía emigre.”

Un año antes, en abril de 2018, Óscar nos había compartido un soneto escrito a Juan José Arreola durante noviembre del ’98, por su ochenta aniversario, cuando el jalisciense aún vivía. Acompañando al poema, su mensaje apuntó: “Hace veinte años le escribí este soneto, ahora en este septiembre cumpliría cien, quiero recordar al que fue gran maestro y amigo.” Así, aunque también lo dimos a conocer en esta Jornada Semanal, cumplimos de nuevo con su pleno consentimiento: “Gracias Alonso, por supuesto que puedes darlo a conocer, es más, te lo suplico que lo hagas, te agradezco mucho, un abrazo, Óscar.” Helo aquí: “Para Juan Jose Arreola en sus ochenta años, esperando goce de cabal salud”: “Esgrimes el afán de la memoria,/ amarras las palabras con tu nudo,/ las pules con el aura de su escudo/ y te vas tan campante por la historia.// El lenguaje será siempre tu noria;/ sucinto hasta el final, mas nunca mudo,/ engastarás el ánimo desnudo/ con la tenaz angustia de tu euforia.// Nada se te negó. Vayan las mieles,/ de jácaras y albures a estrambote,/ con vítores, fanfarrias y laureles,// las sienes del último Quijote,/ que a fuer, merece un ramo de claveles/ y un morado manojo de epazote.”

Expuestos ambos textos nos preguntamos si no sería buen momento para preparar una antología con la obra poética de Óscar Chávez, para que se reeditaran los llantos de Mester junto a lo inédito que tengan sus herederos; para que se acompañara todo eso con su propia lírica y un buen número de fotografías… Lo sabemos. Son tiempos terribles, pero su obra en negro sobre blanco ayudaría a cruzar páramos desiertos, y hace falta echar luz a su relación con la literatura.

No todos lo saben. Antes de triunfar en la película Los caifanes, Óscar Chávez estudió actuación con Seki Sano y en el inba con Salvador Novo, Sergio Magaña y Emilio Carballido; dirigió obras de Elena Garro; produjo muchos programas literarios para Radio Universidad; grabó a grandes autores en la colección Voz Viva de México de la unam y se convirtió en un apasionado investigador de la música mexicana antigua, por lo que continuamente cantaba textos olvidados. En fin.

“No quisiera la ayuda del tiempo para acabar contigo”, anuncia antes de lanzarse con los diecinueve poemas
y la canción que componen este Sinfín de llantos cuyo nombre, por cierto, fue sacado del segundo texto: “Cómo te niegas/ cómo haces falta al canto/ cómo te da la gana no ser nadie/ limo callado/ herrumbre de tinieblas/ tibio sinfín de llantos gregorianos/ cuando devienes/ cuando pasas tan humo/ tan femenina sombra malherida/ angustia pura/ mujer desmantelada/ por la sorda callosidad del tiempo.”

Ya en el último verso del libro (en la canción), hay algo que queda bien este domingo para despedir al Caifán mayor: “…y permaneces nunca para siempre”. Gracias siempre por la amabilidad y tus palabras, Óscar. Te recordaremos. Te seguiremos escuchando. Que quienes te quieren tengan paz y sean confortados por tu voz. Buen domingo. Buena semana. Buen descanso.

 

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