Biblioteca fantasma

- Eve Gil - Sunday, 21 Jun 2020 07:44 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

La mujer fragmentada

Algunos nos hemos enamorado de Corea del Sur a través de su mágica cinematografía y sus telenovelas (doramas), algo cursis pero de diálogos dinámicos e ingeniosos. Sin embargo, pareciera decirnos Cho Nam-Joo (Seúl, 1978) las cosas no son lo que parecen, particularmente en cuanto a la situación de las mujeres. Su novela de trazos ensayísticos Kim ji-young, nacida en 1982 (Alfaguara, México, 2019), nos devela a uno de los países más machistas de la Tierra. Mucho se ha discutido sobre “la política del hijo único” de sus vecinos chinos, que ha provocado abortos en masa, predominantemente niñas. En Corea del Sur no existe dicha política. Los ciudadanos son libres de decidir cuántos hijos quieren tener… y sin embargo impera la idea de que el primogénito debe ser varón, por lo que es legal abortar si se detecta que la madre primeriza alberga una niña. La protagonista, Kim ji-young, pertenece al grupo de las que no tienen problema en que su primer bebé sea del sexo femenino; “ya vendrá el varón”, la consuelan las demás a su alrededor, dando por sentado que deseará tener más de un hijo, especialmente si el tan ansiado varón no ha bendecido a su familia. Pero Kim ji-young es poco convencional, como de hecho lo es su madre, aunque de otro modo.

Kim ji-young ha transitado un escarpado e interminable trayecto para graduarse en la universidad y encontrar un empleo más o menos remunerado. Huelga decir que los hombres ganan un mayor salario por el mismo trabajo. Esto no significa que los hombres la tengan fácil, sino que las mujeres la tienen el triple de difícil. Las pocas que alcanzan a graduarse en la universidad no tienen ante sí un panorama desahogado, al contrario. La pelea es durísima en el campo laboral, donde los hombres son mucho más favorecidos en todo sentido, y las mujeres, sin importar su especialización o su grado de estudios son las encargadas de servir el café y siempre son subordinadas de los compañeros varones. El lector-lectora, sin importar su género, experimentará la sensación de librar una carrera de obstáculos al seguir los pormenores de la vida de Kim ji-young, hasta alcanzar una cierta estabilidad laboral, bajo el ala protectora de una jefa, de las pocas mujeres que logran alcanzar el punto máximo permitido para una mujer a costa de miles de sacrificios. ¿Qué ocurre entonces? Kim ji-young se casa, concibe a su hija, obtiene un permiso laboral para amamantarla. Justo aquí, las abrumadoras tareas domésticas sepultan a la joven –pese a contar con un esposo más o menos cooperativo– y se convierten en una especie de maldición que dará al traste con su retorno al trabajo. Todo y todos a su alrededor parecen confabularse para hacerla retroceder en sus aspiraciones vocacionales. Y no es un drama barato: es una historia que, echando mano de recursos ensayísticos, se apoya en cifras, testimonios reales y estudios sociológicos para respaldar el devenir de Kim ji-young. La presión social suele ser brutal para las jóvenes “con ambición” en Corea del Sur. El que ella termine con un problema de personalidad múltiple y descubrir que es su psiquiatra quien nos ha estado contando su historia no resulta inverosímil en lo absoluto. El psiquiatra muestra empatía con Kim ji-young porque su amada esposa, una exitosa oftamóloga, también se vio obligada a elegir entre su carrera y sus hijos, y la decisión es la (casi) obvia… aún con el apoyo de un esposo comprensivo. La sociedad surcoreana es implacable. Optar por un último recurso, que es la soltería, inadmisible. En ningún momento se alude a los homosexuales. Es como si no existieran, ni siquiera dentro de la novela de Cho Nam-joo. En la página final, la autora revela no ser muy distinta a su protagonista; de hecho, todas las mujeres que conoce son un poco Kim ji-young. Supongo que de ahí surge la idea de la personalidad múltiple: “Yo soy madre de una niña cinco años mayor que la hija de Kim ji-young. Ella dice que de grande quiere ser astronauta, científica y escritora. Cuando mi hija crezca, el mundo debe ser un lugar mejor donde vivir.”.

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