Bemol sostenido

- Alonso Arreola | t: @LabAlonso / ig: @AlonsoArreolaEscribajista - Sunday, 28 Jun 2020 07:55 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Dinergía dorada

 

La Proporción Áurea o Divina Proporción es un concepto antiguo que se remonta a la alquimia egipcia, griega y medieval, así como a la búsqueda de la mítica piedra filosofal dadora de salud, vida eterna y poderes de transmutación. Luego, y por otro lado, se refiere a la búsqueda de la belleza, a lo que hace la Naturaleza a través de una Física aún misteriosa, y que el hombre ha manipulado con mayor o menor claridad en la ciencia, la arquitectura, la pintura, la escultura, la publicidad y, claro, en la música.

Para intentarla hay una condición señalada por ese neologismo creado en el magín del arquitecto y diseñador húngaro György Doczy: la dinergía, que supone la “unión de opuestos complementarios” y que fácilmente se aprecia en flores, conchas marinas y galaxias; que a su vez responde a la multiplicación de rectángulos áureos; que a su vez se conecta con la serie de Fibonacci; que también se vincula al ordenamiento de los tonos en las teclas del piano… y de allí hasta la complejísima Teoría de Cuerdas y los quarks (más pequeños que protones y neutrones), lo que contribuye a la famosa “Teoría del Todo” a la que tantos físicos –como Stephen Hawking– han dedicado esfuerzos inmensurables. ¿A qué vamos con esto?

Llevamos semanas pensando en los ensamblajes que, atrayendo opiniones divergentes, dotan de interés y valor a la vida en sociedad. En la música hay acordes de Tónica, Subdominantes o Dominantes. Conjuntos de notas que por consonancia o disonancia generan reposos o tensiones para lograr su movimiento en el tiempo. Avanzando por las vías del aire, como impulsada por los fuelles de una máquina de vapor, la música precisa este cisma para que salgan chispas y suceda el “calor” que la desplace. Ello nos deja mucho que aprender sobre leyes acústicas (otra vez la Física) que podrían pacificar y encauzar ánimos cruzados si nos internáramos en sistemas que con todo y sus contradicciones funcionan maravillosamente.

Pero eso no pasa en México. Desde la cúpula de nuestro gobierno y hasta el nivel más rastrero de la ciega fe, las divisiones terminan pudriéndonos en una árida constancia. Las piezas no juntan sus diferencias generando contrapesos ni balanzas. Las paradojas caen vencidas por torpes verborreas. Los oxímoros huyen a sus madrigueras apenas salen de una boca que, matutina o vespertina, improvisa sin elementos de mínima eficacia que mantengan rumbo y sentido honesto incluso con tropiezos, infortunios o lapsus de humana tontería. ¿Qué pasa entonces? Que los del presidium, aun cargados de buenas intenciones, sufrieron ya la transmutación que provoca el poder sobreexpuesto, autoritario, categórico; el de un solo color en la brocha y dos notas en el diapasón. El de esa conversión en la que ni el diálogo con “los otros” ni la autocrítica aparecen en las particellas de la orquesta.

Verbigracia: lo sucedido recientemente con el Conapred fue de suyo desafortunado, cierto, pero no se permitió a sus responsables la mínima réplica para justificar tan raro acorde con una escala personal (ésa por la cual estaban en sus puestos). Por el contrario, la batuta conductora se detuvo en un gesto absurdo y señaló la puerta de bastidores. Quedaron sillas vacías, nuevamente, y los primeros y lambiscones violines acudieron al auxilio dispuestos a tañer instrumentos cuya naturaleza desconocen pero que, eso sí, tocarán al unísono aunque desaparezca la libertad polifónica, la armonía de contrarios que enriquece a las buenas óperas humanas.

Mientras seguimos desafinando y perdemos dinergía, quedémonos con este poema del gran Rafael Alberti dedicado, precisamente, “A la Divina Proporción” y, claro, al poder de los límites (¿o al revés?). “A ti, maravillosa disciplina,/ media, extrema razón de la hermosura,/ que claramente acata la clausura/ viva en la malla de tu ley divina./ A ti, cárcel feliz de la retina,/ áurea sección, celeste cuadratura,/ misteriosa fontana de mesura/ que el Universo armónico origina./ A ti, mar de los sueños angulares,/ flor de las cinco formas regulares,/ dodecaedro azul, arco sonoro./ Luces por alas un compás ardiente./ Tu canto es una esfera transparente./ A ti, divina proporción de oro.” Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

Versión PDF