Bemol sostenido

- Alonso Arreola | t: @LabAlonso / ig: @AlonsoArreolaEscribajista - Sunday, 05 Jul 2020 07:34 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Informe sobre el taller “Improvisación en tiempos de ruido”

 

Lectora. Lector. Presentes. Ciudad de México. Julio de 2020. Por este medio deseamos compartirle que recién terminamos un taller en línea sobre improvisación, diseñado ex profeso para el muy activo Centro de las Artes de Guanajuato. Experiencia enriquecedora, con ella intentamos compartir algunos mecanismos útiles para encarar el escenario que hoy nos reta. Porque de eso trata improvisar en el arte y en la vida; de mutar el statu quo que habitamos en tiempo y espacio conjuntando capacidades técnicas, teóricas y emocionales, todo cual reflejo integral de nuestra percepción.

Así, en la primera sesión definimos qué es “la improvisación” y qué “el ruido”. Sobre lo primero encontramos muchos acuerdos. Lo segundo fue complejo, pues a veces tiene forma de policía que sofoca a una persona hasta matarla; a veces de grupo de narcos que somete a una población desprotegida; a veces de presidente ensordecido; a veces de medios de comunicación tendenciosos y manipuladores… y a veces sólo es eso: ruido, textura intermitente o persistente que acecha al sonido organizado.

En tal contexto, Alejandro Sanz compartió un audio sobre el abandono y la entrega que no niega sus errores. Rondando algunos escritos, comentamos la fuerza que nos da el sufrimiento para tener una voz personal. En la segunda sesión hablamos de la imaginación y del arte Fluxus, y los participantes respondieron a dados y cartas de la lotería de José Guadalupe Posada con sus primeras improvisaciones. Con la contribución del decimero y bailador Vincent Velázquez diseccionamos los conceptos de juego y movimiento, esenciales para el lila creador de los hindúes. En el tercer encuentro nos asomamos al poder de los límites. El director de orquesta José Areán ofreció un video lúcido y entretenido que dio acceso a nutridos laberintos. Entramos al silencio de la polémica 4’33’’ de John Cage. Los participantes tocaron en confinamiento, a partir de objetos cotidianos.

En la siguiente reunión abordamos la relación entre el cuerpo y la improvisación. La coreógrafa Gabriela Medina nos habló de la “falsa naturalidad” que preestablece costumbres mecánicas. Los participantes valoraron el oficio musical como deporte y reflexionaron sobre la capacidad polirrítmica y la respiración para alcanzar otro conocimiento del organismo. Luego vino la sesión dedicada a la narrativa (las improvisaciones también cuentan historias). Para ella el escritor y maestro Eduardo Casar inventó un poema a botepronto. Nos habló sobre los elementos que se entrelazan y emergen para construir la creación espontánea. Los participantes usaron distintas fuentes melódicas al tocar sobre un acorde, mientras la trágica historia de una niña escaladora ofreció sus resortes emocionales.

Para el siguiente encuentro pusimos videos del caricaturista Jorge f. Manjarréz y del requintista vercruzano Liche Oseguera, miembro de Chuchumbé. Hablamos sobre la mal entendida imitación y el arte del Foley. Los participantes musicalizaron El Santo y Blue Demon contra los monstruos, a partir de escalas pentatónicas. Llegando a la séptima y penúltima sesión, hablamos sobre Inteligencia Artificial y la rebeldía que representa la improvisación en este momento de la Historia. Para ello invitamos al actor Mauricio Isaac y a la jazzista Iraida Noriega, quienes bordearon el individualismo en colectividad y la complementariedad de los contrarios. Leímos un par de epigramas panteístas del Tao Te King a propósito del Ying y el Yang. Usamos las Pentatónicas Cruzadas en torno al tema “I Will Survive”, poco antes del Día del Orgullo lgbtttiqa.

En la sesión final expusimos una extraordinaria colaboración enviada por Lydia Cacho desde su exilio, a propósito de la improvisación inevitable –dentro de la extrema planeación– en una vida periodística de alto riesgo. Al final de todo, empero, nos confesamos con los participantes. Lo que en verdad intentamos –no enseñar sino comprobar– durante el taller, fue esta hipótesis: si el conocimiento de un instrumento, de las escalas y sus acordes ayuda a improvisar, el secreto se halla fuera de la música, en las experiencias que podemos albergar en mente y corazón. Eso queríamos compartirle en el informe de hoy. Perdón. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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