Cinexcusas

- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 26 Jul 2020 03:13 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Al cine sin salir de casa (I de III)

De manera genérica, se les conoce como Over The Top (OTT) a las plataformas digitales que ofrecen contenido audiovisual, naturalmente muy socorridas en estos tiempos de pandemia y confinamiento –es decir, aún más, pues antes del coronavirus ya gozaban de notable expansión. Netflix debe ser la más conocida, sin que por eso pueda ser considerada mejor ni peor que cualquier otra; a estas alturas, sus usuarios frecuentes saben que no hay diferencias sustanciales entre ella y el resto de la oferta cinematográfica en línea, como tampoco respecto de la tradicional en salas, hoy todavía en suspenso: el chile, el dulce y la manteca conviven tan desproporcionadamente en la pequeña pantalla de una computadora, una tablet o un teléfono celular, como en cualquier otra.

Tarde o temprano los multiplex volverán a abrir sus puertas, con lo cual habrán de reestablecerse cuando menos dos consumos igual de irreflexivos: el de los miasmas fílmicos hollywoodenses de costumbre –jamás ausentes, pues inevitablemente siguen y seguirán disponibles en las OTT habidas y por haber–, y el de la costosísima comida chatarra que le multiplica las ganancias a los exhibidores. Así ha sido y así será, y es una idea bastante poco simpática, pero no por eso menos cierta: difícilmente surgirá en el mundo un virus con la suficiente capacidad para arrancarnos de cuajo ciertas costumbres, de manera que lo más probable es una cohabitación entre las arraigadas –verbigracia las dos que se mencionan líneas arriba– y las que pueden adquirirse como resultado de estos días atípicos.

Ni duda cabe: uno de dichos hábitos habrá de ser el consistente en ver más cine en casa de lo que se solía. En esa lógica, conviene procurar que las fuentes de oferta fílmica sean tan diversas como sea posible; además de resultar obviamente más enriquecedor, así se evitará ser un espectador más bien pasivo, idéntico al que probablemente se fue en el tiempo previo a la pandemia.

OTT’s hay muchas, unas absolutamente comerciales, otras piratas y otras más que son híbridas entre lo público y lo privado. Es el caso de Filmin Latino, surgida hace un lustro, albergada/auspiciada por el Instituto Mexicano de Cinematografía, entidad gubernamental que, a través de dicha plataforma, pone a disposición del público una oferta más o menos amplia, diversa y, sobre todo, distinta a la más probablemente hallable en otras OTT. Como lo indica el nombre, su contenido se nutre de producciones provenientes del espacio latinoamericano y en particular, como no podía ser de otro modo siendo una plataforma diseñada mayoritariamente para nuestro país, de la filmografía mexicana. Ahí puede hallarse, por citar sólo un ejemplo a vuelapluma, el largometraje de ficción ¿Y si platicamos de agosto?, que Maryse Sistach dirigió hace cuarenta años, así como producciones contemporáneas de todo tipo, entre largos y cortometrajes de ficción, animaciones, documentales de diversa duración, etcétera.

Filmin Latino tiene una oferta dual, entre películas por las que debe pagarse una suma realmente pequeña y otras que pueden verse de manera gratuita, para un total que casi alcanza las mil 600 producciones. Otro atractivo, no menor por cierto, tiene que ver con el ejemplo arriba citado: la plataforma no obedece a pie juntillas ese criterio falsamente irrenunciable según el cual solamente “lo nuevo” puede generar interés, por más que tantas veces esa “novedad” sólo tenga que ver con el año de producción. Así pues, están disponibles películas que de otro modo serían inencontrables, a menos que se recurra a una piratería demasiado deficiente en términos de calidad visual y auditiva.

Este juntapalabras jura que no recibió ni medio penique por todo lo antedicho ni por esto otro: eche un ojo a Filmin Latino, vale mucho la pena, y para muestra, en las semanas subsecuentes algo se hablará aquí de la “cartelera” que pone esta OTT. (Continuará.)

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