La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 26 Jul 2020 03:47 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Teatro la Capilla, nuevo adoratorio de la escena en línea

El arranque de una nueva temporada en el Teatro la Capilla está lleno de hallazgos y nuevas lecciones sobre lo que llaman la resiliencia frente a la pantalla. Mientras se pronosticaba un regreso incierto en las artes escénicas, desde muchos espacios inéditos el teatro comercial e independiente se ha dado cita con esa entelequia que es “su público”.

Unos asistentes aficionados al teatro que resuelven su interés acudiendo a la taquilla o en ese porcentaje de cortesías a la que siempre tiene acceso la comunidad teatral, cuya distinción importa no por las ganancias sino por la capacidad expansiva de la recomendación llamada de boca en boca, y que representa comprar un billete de lotería teatral para que asistan los amigos que pagan y los que piden la cortesía debido a su existencia económica precaria.

Mientras los complejos del cine comercial cierran sus puertas con su programación tacaña y sus estaciones de comida chatarra a precios elevadísimos, la escena mexicana se afianza valiente a los nuevos formatos que imponen la distancia y este interminable semáforo naranja que violan sistemáticamente los que siguen organizando sus fiestones a “puertas cerradas” y “aprovechando” las ofertas de sus añoradas plazas.

En ese contexto arranca la temporada con Ejecutor 14, el trabajo exigente y riguroso de Teatro Sin Paredes que repone un monólogo sobre la agitación, aparición, gradación y éxtasis de la violencia interna, a partir de un puntilloso trabajo sobre el cuerpo y las emociones de ese nervio llamado Osvaldo Sánchez, quien ha hecho suyo un texto instalado en un español poético traducido con minucia, para un actor que posee un instrumento privilegiado en su afinación y capacidad de tensión limítrofe, que evidentemente colocó y descubrió la obsesión detallista de David Psalmón, que auténticamente explora varias hipótesis sobre la exasperación y la violencia, sus sesgos y apariciones.

Ha sido un arranque de temporada fascinante por la capacidad de adaptarse al eufemismo de la nueva normalidad, que en el caso del teatro ha sido un descubrimiento, a partir de relecturas de montajes estrenados con anterioridad ahora adaptados a nuevos lenguajes. Esa ha sido la nota cantante de este regreso a la escena. Andan a tientas nuestros creadores, explorando nuevos lenguajes a partir de expectativas aleccionadoras del pasado.

La casa once, dirigido y escrito por Rubén Emilio Cúen y Aragón, es un trabajo atravesado por lo profesional y lo amateur, de una enorme frescura y creatividad, una especie de comedia con un giro fantástico al modo de La Comunidad, de Alex de la Iglesia. Además, se trata de una compañía muy bien arropada por un público que, a través del conversatorio al final de la obra, parece de una enorme fidelidad y filiación afectiva. Uno de los mejores ejemplos para el teatro de nuestros días.

Concluyó sus funciones en ese espacio Conchi León, directora y dramaturga yucateca, con un texto de su autoría, Cachorro de León (casi todo sobre mi padre), donde, a partir de humorísticas asociaciones intertextuales, elabora la relación de una hija con su padre, frente a quien despliega los odios propios y los maternos, las dimensiones del desencanto sobre algo que llama bioteatro, que es una forma bastante autóctona de teatro personal.

A pesar de la superficialidad del relato autobiográfico, asombra su manera de narrar los acontecimientos, un profundo sentido de la crónica que no se detiene y abona todo el tiempo a las posibilidades actorales y la discursividad de sus acciones, a partir de un tejido blanco y negro de gran belleza expresiva y una vertiginosa siembra de objetos, particularmente los retratos, que tienen una gran importancia referencial y de verosimilitud, sea quien sea ese Mauricio León que refiere la obra.

Menelao rapsodia, del laureado Simon Abkarian, dirigido y actuado por Nicolás Sotnikoff con música en vivo de Marco Paul, se podrá ver este 27 de julio (20 hrs); el trabajo es de una gran intensidad interpretativa actoralmente y un gran valor artístico del cuadro y los aspectos técnicos.

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