Artes visuales
- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 02 Aug 2020 07:46



El arte en el clímax de las protestas (II y última)
A raíz del resurgimiento del movimiento Black Lives Matter (BLM, por sus siglas en inglés: “Las vidas de los negros importan”) en Estados Unidos y su resonancia a nivel global, vale la pena hacer un recuento del papel que ha jugado el arte en la denuncia de la violencia y de las injusticias sociales que los afroamericanos siguen sufriendo en su propio país, a pesar del supuesto triunfo de la Ley de Derechos Civiles de 1964. Desde los albores del siglo pasado hasta nuestro días, los artistas afroamericanos han abanderado importantes movimientos en la incesante búsqueda del respeto a sus derechos como ciudadanos estadunidenses. Cabe recordar que la figura del artista negro no tenía cabida en la sociedad esclavista anterior a la Guerra Civil. Con excepción del ornitólogo y pintor Audubon, las manifestaciones del arte negro se limitaban a las artesanías. Tras la abolición de la esclavitud por la Proclamación de Emancipación del año 1863, la política de segregación racial continuó excluyendo a la población afroamericana por largas décadas y sus derechos siguieron siendo ignorados. Hacia 1920 tuvo lugar lo que se conoce como el Harlem Renaissance, movimiento artístico y cultural sin precedentes que se dio en el barrio de ese nombre que concentraba a la población negra neoyorquina. Harlem se constituyó como capital de un movimiento de alcance mundial que consiguió dar visibilidad a las artes plásticas, la música, la danza y la literatura afroamericanas con una repercusión hasta entonces inédita. Tras la Gran Depresión de 1929, los movimientos culturales afroamericanos vivieron unas tres décadas de oscuridad, entre el crimen y la violencia, hasta los años sesenta con el surgimiento de las luchas por los Derechos Civiles encabezadas por Martin Luther King y Malcolm X. En ese contexto se produjeron las más radicales creaciones artísticas asociadas a la reivindicación de la identidad negra. El icónico grupo Spiral, fundado por los artistas plásticos Norman Lewis, Romare Bearden, Charles Alston, Hale Woodruff, entre otros, logró atraer la atención del público con sus obras paradigmáticas, inspiradas en las luchas sociales traducidas a lenguajes plenamente contemporáneos. Algunos de sus miembros practicaron el expresionimso abstracto, pero no recibieron en su momento ningún reconocimiento de la crítica ni del mercado del arte, incluyendo al célebre Clement Greenberg, teórico del movimiento. Un espacio ejemplar fue el Studio Museum de Harlem fundado en 1968, que hoy en día pervive como un centro neurálgico para la difusión del arte negro. A partir de los años ochenta, el hip-hop y el grafiti invaden la cultura urbana y aparecen nuevas propuestas, entre las cuales el ejemplo más conocido es Jean-Michel Basquiat, primer afroamericano en alcanzar la fama mundial.
En el terreno de las artes visuales, la incansable lucha de los creadores afroamericanos por ganarse el reconocimiento de las élites del medio cultural y galerístico ha dado frutos sorprendentes en los últimos años. Hoy existe una pléyade de creadores comprometidos con los temas profundos de sus raíces negras pero ya insertos en los diálogos interculturales y merecedores del reconocimiento internacional, algunos de ellos alcanzan cifras multimillonarias por sus obras, algo nunca imaginado apenas unos años atrás. No sucede lo mismo con los ciudadanos de a pie. El racismo y la supremacía blanca han sido parte de la política xenófoba de Donald Trump que sigue azuzando la herida abierta hace quinientos años con la llegada de los primeros africanos a la Florida. Si los artistas visuales afroamericanos han avanzado con pasos gigantes hacia la dignificación de la negritud y hoy son merecedores del reconocimiento y el éxito a nivel internacional, es de esperar que la población blanca de Estados Unidos integre a sus hermanos negros y reconozca las grandes aportaciones que esta cultura de ascendencia milenaria ha legado a su país.