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La luna en la humanidad

'Luna. Arte, ciencia, cultura', Robert Massey y Alexandra Loske, Akal, España, 2019.
Ricardo Guzmán Wolffer

¿Cuántos significados puede tener la luna? En la historia del hombre, sólo hay dos objetos ineludibles en el firmamento: la luna y el sol. El único visitado es la luna. Nos es cercano, llama a la imaginación: nos define como espectadores de lo multidimensional.

La luna como reflejo de lo femenino: los ciclos menstruales duran casi lo mismo que los ciclos lunares. La relación con las mareas, el reflejo de los rayos solares, la supuesta pasividad del alumbramiento nocturno por la luna, llevaron a las culturas occidentales a otorgarle cualidades femeninas y masculinas, según la cultura y la época.

La luna fue el objetivo inicial de la carrera espacial durante la Guerra fría. Del Sputnik hasta la llegada de los estadunidenses a la luna (con todas las teorías a su alrededor, sobre montajes y engaños), la luna se volvió un peculiar trofeo para las potencias y sus seguidores durante décadas.

La luna también ha sido detonante de la monstruosidad humana en la imaginación de lo mutante: desde los vampiros que surgen con la luna llena hasta las transformaciones de licántropos y harpías que raptaban almas para su castigo, la luna es un llamado a lo oscuro del alma en el imaginario occidental, pero también un cultivo propicio para las deidades lunares.

Los eclipses lunares no sólo la relacionan con la muerte, también llevaron a científicos a descubrir la relación entre la Tierra y su satélite; desde fenómenos como la gran Luna de Sangre hasta el testimonio de una inesperada civilización europea mediante “el disco de Nebra”, un disco de metal del año 1600 antes de nuestra era, el intento más temprano para cartografiar el cielo. Hecho doscientos años antes que los mapas egipcios, esta pieza fue recuperada en Nebra, Alemania, en 1999.

Asimismo, la luna también ha sido vista como causa de los desórdenes mentales. Se le atribuyó tal poder desde la Grecia antigua. Si era capaz de influir en las mareas oceánicas, por asociación, también se le supuso capaz de condicionar la humedad del cerebro y, así, inducir estados mentales perturbados. Durante siglos se llamó a las instituciones psiquiátricas “asilos para lunáticos”. Lo que hoy se llamaría violación de los esenciales derechos de los pacientes, se practicó para controlar a las personas ahí recluidas. Probablemente el lunático más famoso sea Van Gogh, quien pudo pintar durante su reclusión para dejar obras hoy tan populares como valoradas, en contraste con la mínima aceptación que tuvo en vida. Una de sus obras más famosas es La noche estrellada, en cuyo cielo azul nocturno brilla una luna menguante.

Estas y otras temáticas lunares hacen de este libro un catálogo mínimo, pero indispensable, para replantearnos los significados de la luna. Si la bola blanca en el cielo llama a la conciencia de la historia humana, más lo hace en la propia. Acompañados los textos por espléndidas láminas, que constituyen una recopilación en sí mismas, Luna. Arte, ciencia y cultura es un libro inagotable.

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