La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 09 Aug 2020 07:51 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Tú eres tú, contra la conversión de las infancias

Tú eres tú se titula el extraordinario y conmovedor monólogo que, a lo largo de casi cincuenta minutos, interpreta Jonathan Dai, sobre un texto luminoso, cargado de sabiduría escénica, de ritmo y poder poético, escrito por Amaranta Leyva y Claudio Hochman, quien dirige la obra y consigue estructurarla como una narrativa, para ser mostrada sobre una plataforma digital que ha llevado el teatro a una pantalla; una decisiva lucha para que el teatro no se quede en casa, a pesar de las incongruencias que lo mantienen en espera para regresar en situación de mayor seguridad para el público y los mismos artistas.

La animación de títeres es de Lourdes Pérez Gay quien, trenzada con Jonathan Dai, explora la textualidad de un objeto dramatúrgico impecable por su capacidad de elaborar elipsis, metáforas, desconstruir el tiempo en diálogos que se replican en espejo, en la hermosa anatomía facial de un actor que hace sonar su rostro poderoso y expresivo en los gestos marcados por un texto que lo obliga a múltiples representaciones, cortes, tiempos y una narrativa que hace totalmente orquestal esta representación (sábados y miércoles a las 13 y 17 horas en vivo hasta el 5 de septiembre).

La obra cuenta con el apoyo de la convocatoria Espacios Escénicos Independientes en Resiliencia, y es precisamente la resiliencia lo que ha sostenido y animado a una de las compañías de teatro para niños más importantes de nuestro continente. Conmueve y da una rabia enorme observar la plasticidad de un niño víctima de un sometimiento devastador que, poco a poco, mina su capacidad de resistir los embates conversivos (como las perversas terapias de conversión que se han prohibido pero continúan en el microcosmos fatal de la familia) de su propia madre, quien desde el inicio de la representación lleva a este “niño chillón” con un santero para ver si puede parar el llanto que exaspera a esa frívola.

Desde los inicios de su vida, ese niño se mira al espejo y emula el rostro pintado de su madre, una y otra vez: rímel por allá, sombras por acá… está fascinado con esa madre que se pinta y pasa horas en el gimnasio, para regresar de nuevo a maquillarse. Un descuido y zaz, el niño toma lápices, pinceles, brochas, esponjas y se pinta con el ritmo y la fuerza impresos por la música de Rodrigo Flores López, llena de matices, gestos y rasgos complementarios, tan fuerte y auténtica que hace de este montaje un concierto, y le da a este teatro la posibilidad de ficcionalizar y aligerar el dolor que la dramaturgia impone.

El niño se maquilla: “pero qué haces, eso no es para ti, eso solamente es para niñas. Eso no… / Ya, mamá, ya, ya, ya, ya, mamá, no tengo nada… no tengo nada…. (largo silencio) estaba jugando… estaba jugando… a los payasos.” Con ese gancho al hígado sorprende el arranque de ese ahogo profundo, de esa persecución y vergüenza que empieza en casa. Es el inicio también de una exploración productiva e intensa del rostro del actor, que no es televisión ni cine porque los recursos expresivos de Jonathan Dai vienen de un profundo sentido de la teatralidad. Le llaman “guión” a esta pieza de gran convicción, a este alegato contra la discriminación, al temor de ser tú mismo, de poseer una identidad.

¿Qué dice uno después de llamar extraordinario un trabajo que suponemos siempre en camino de mejora? No me intimida el adjetivo, pues en estos tiempos en los que el teatro se ha reducido a unos cuadritos o unos cuantos pares de cuadritos que quieren ser “teatro/mientras regresamos”, Marionetas de la Esquina, con sus objetos y su poder teatral, ha permitido que el mejor teatro de nuevo esté entre nosotros, y lo mejor de todo: es un teatro para niños (mayores de siete años) que permite una auténtica complicidad, el inicio de una conversación que no termine entre las nuevas generaciones, que tienen la oportunidad de ingresar con menos violencias a ese limen donde creemos que comienza la vida adulta.

Versión PDF