Pablo Picasso, Oscar Domínguez y Elena Garro: los misterios de un gramófono

- Vilma Fuentes - Saturday, 15 Aug 2020 22:27 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Con motivo de la exposición Jamais. Oscar Domínguez & Pablo Picasso, aquí se hace una atinada reflexión sobre los posibles hilos que vinculan una fotografía, dos famosas obras de arte, una escritora mexicana imprescindible y un pintor genial que supo casi todo sobre los misterios.

----------

En el Museo Picasso de Barcelona se presenta actualmente la exposición Jamais. Oscar Domínguez & Pablo Picasso, alrededor de una fotografía y un antiguo aparato. La fotografía, tomada por Nick de Morgoli en 1947, representa a Pablo Picasso, de pie, en su estudio parisiense, con un cigarrillo en la mano derecha, la cabeza ligeramente inclinada para observar un antiguo gramófono Pathé colocado en el piso. En representación constante, el pintor escapa a cualquier pose artificial mientras mira el objeto como se mira un enigma. Picasso sabía que un misterio no se abre sino para proponer otro misterio. Juego de revelaciones que debieron fascinarlo, acaso se entregaba con júbilo a un arte de adivinaciones e interpretaciones como un niño juega a las adivinanzas. Los misterios no aparecen como aparece la luz cada mañana. Se necesita un raro olfato, un instinto del espíritu, para descubrirlos escondidos tras su evidencia. Aparecen apenas durante el lapso de un parpadeo, una chispa, casi un olvido. Tener enfrente un misterio, contemplarlo, poder tocarlo, desata conjeturas y visiones: el asombro puede llegar a su apogeo pues deja entrever una aparición, la de la desaparición.

¿Qué esconde ese extraño gramófono llamado Jamais por su creador, Oscar Domínguez (1906-1957)? En todo caso, esconde el cuerpo de una mujer devorada por la bocina. De la mujer, sólo deja ver las largas piernas y sus pies calzados con zapatos de altos tacones puntiagudos. A su vez, el brazo del fonógrafo es transformado en un brazo de mujer cuyos dedos finos sirven de aguja que gira por los surcos del disco puesto sobre la platina. Pero el disco posee los relieves blandos de dos senos acariciados, así, por la mano de la mujer devorada, probablemente una bailarina.

Gracias a esta exposición, los espectadores pueden contemplar Jamais, objeto que se creyó desaparecido durante años. ¿Qué otra suerte podía correr un misterio si no la de desaparecer misteriosamente? Un destino que debió parecer normal a los surrealistas, pues su desaparición y su reaparición obedecen al azar objetivo. Cerca del final de su vida, cuando Oscar Domínguez decide no exponer en galerías aunque siga creando obras para regalar a sus amigos o guardar para su propia colección, el pintor almacena sus obras en una cabaña situada en el sur de Francia. El azar que dirigió la existencia de este artista condujo a un grupo de cazadores a descubrir las telas coloreadas que utilizaron como “blanco” para practicar su puntería.

Pregunta clave a propósito de Jamais: ¿por qué se extravió y cómo se pudo encontrar? El hallazgo de Jamais es el tema de la actual exposición en Barcelona. En el texto conjunto, a la vez evocador y erudito, que sirve de presentación en el Catálogo de la exposición, Emmanuel Guigon, historiador, museólogo y actual director del Museo Picasso de Barcelona, y Georges Sebbag, filósofo y principal experto en el movimiento surrealista, comienzan por revelar en parte este misterio: “Jamais, objeto mítico del artista Oscar Domínguez, que formó parte de la emblemática Exposición internacional del surrealismo en 1938, se había aparentemente perdido en la noche de los tiempos… Hasta que las fotografías inéditas de Nick de Morgoli permitieran rencontrar su pista. En una de ellas se ve a Picasso en su estudio de la calle de Grands-Augustins en París con Jamais a sus pies… La inclusión de esta fotografía en la exposición Picasso. La mirada del fotógrafo, acogida en 2019 y realizada en colaboración con el Museo Picasso de París, procuró indicios claros sobre el destino de Jamais. El trabajo de investigación permitió descubrir que Domínguez le ofreció esta obra a Picasso, la cual pasó a formar parte de su colección personal. Catherine Huttin, hija de Jacqueline Picasso, colaboró con el museo en esta investigación y gracias a ella se localizó Jamais.

Guigon y Sebbag proceden a un análisis del gramófono transformado por Domínguez, una autopsia en vivo de la obra que hace eco del desmembramiento del cuerpo femenino que sedujo tantas veces al pintor originario de las Islas Canarias. Domínguez se adhiere al surrealismo en 1934. “Hay un hombre cortado en la ventana –frase de André Breton al origen de la escritura automática– parece resonar en los objetos de Domínguez, donde los seres son rebanados, en especial por un vidrio.”

También en 1938, en una recopilación hecha por Breton, aparece un dibujo del pintor canario: una bailarina se yergue de pie en un gramófono, pero del tórax de su cuerpo surge un lánguido brazo que, al inclinarse, evoca un cisne. ¿Puesta en escena del canto del cisne al morir?, se preguntan Guigon y Sebbag. El dibujo se titula Le souvenir de l’avenir (El recuerdo del porvenir). Acaso Elena Garro lo encontró alguna vez, en el París de esos años anteriores a la segunda guerra mundial, inmediatos a la guerra de España. Tal vez la fascinó el nombre de la obra, pero, novelesca como siempre, prefería contar que el título de su novela Los recuerdos del porvenir le fue inspirado por el nombre de una cantina perdida en un pueblo de México.

Versión PDF