La lengua y sus transformaciones
¿Cuáles son los elementos que nos dan identidad? A finales de la segunda década del siglo XXI, esta pregunta tiene ramificaciones problemáticas. Por un lado, vivimos en un mundo cada vez más intercontectado; por otro, los discursos nacionalistas y separatistas están ganando terreno en muchos países europeos y en Estados Unidos. Un factor que termina por hacer más compleja la ecuación es la volatilidad de las relaciones humanas y la pérdida de la memoria, muchas veces sometida a la dictadura del aquí y del ahora.
Tres semillas de granada. Ensayos desde el inframundo, escrito por Rose Mary Salum y publicado por la editorial Vaso Roto, es un conjunto de interesantes reflexiones sobre la migración y la identidad. Los ensayos, independientes entre sí, cuentan una historia que inicia en el Líbano –país de origen de los ancestros de la autora–, pasa por México y concluye, aparentemente, en Estados Unidos. La migración libanesa a México, bastante conocida aunque no sé si suficientemente estudiada, es representada, en muchos de los ensayos del libro, de manera fragmentaria: a veces es la comida, quizás el recuerdo de Tamaulipas –lugar donde se asentó una parte de la familia– y, lo más importante, las palabras árabes que quedan como ecos fundacionales, piezas sueltas de una herencia que no desaparece del todo sino que transcurre de formas más secretas. Después, una parte que es terriblemente cercana a nosotros, la mirada de la autora se dirige a la violencia en México como detonante de su migración, un viaje –convertido en destino impuesto– compartido con millones de latinos que llegan a suelo estadunidense. Una vez ahí, como todos los migrantes, empieza una reconstrucción y, sobre todo, la búsqueda de una comunidad que se construye poco a poco y con muchas dificultades.
Quizás la parte más interesante del libro es la que aborda el lenguaje y las metamorfosis que sufre con el paso del tiempo y de las generaciones. La génesis es el árabe que se habla en las calles del Líbano, después migra al español de México para terminar, aparentemente, en el inglés de Estados Unidos. La lengua, por supuesto, es una herencia, una marca que no desaparece fácilmente. Sin embargo, a partir de la llegada a un nuevo país, el territorio de las palabras se vuelve maleable e inseguro. Entonces, según la experiencia de la autora, la escritura se vuelve un espacio íntimo, una habitación que sirve como un refugio, pero también como un lugar para interrogarse. Por esta razón le viene muy bien el tono confesional de cada uno de los textos. Cada ensayo es una pausa dentro de una biografía que está en continua evolución. El lector llega, como escala final, a la creación de Literal Magazie y a una reflexión sobre el papel de los proyectos culturales en español en Estados Unidos. Como refiere la autora, un portal en español que se ramifica en publicaciones, festivales de cine y encuentros con autores latinoamericanos, es un modo de resistencia en un país que demoniza al extraño, en este caso al hispano. Si el neoliberalismo corroe la identidad del ciudadano global, el arte aún puede ser un espacio común y una herramienta para el pensamiento y la crítica.
La no ficción se ha convertido, en el trecho que llevamos del siglo XXI, en un género que sirve para exponer –muchas veces con poca fortuna– la vida de los escritores. Rose Mary Salum evita el exhibicionismo ramplón de estos tiempos usando el ensayo personal como un campo en el que se mezclan distintos tonos, referencias, recuerdos y matices. Los textos de Tres semillas de granada extraen lo importante de cada momento narrado y destilan cada una de sus evocaciones. Eso, me parece, le otorga al libro un carácter duradero y muestra que la literatura puede surgir de lo volátil para después enraizarse en una escritura que fija pensamientos y emociones.