ProsaIsmos

- Orlando Ortiz - Sunday, 23 Aug 2020 01:16 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

“...En tanto nuestros mandatarios nos venden, como Judas al Redentor, por treinta dineros. Engordan y se enriquecen, matan nuestro comercio, nuestra industria, nuestra agricultura. Nos quitan el pan de la boca... ¡Nos roban! Brindan al extranjero con los tesoros de la Patria, a nosotros, con el hambre...” Son las palabras de un sentenciado a muerte por robar algo para darle de comer a su familia. ¿Su autor? Un poeta “uruguayo” (según el breviario cultural o antes “estampita escolar” difundida en la red por la Secretaría de Cultura de la CDMX) sí, un poeta “uruguayo” que nació en Tepic, Nayarit, el 27 de agosto de 1870: Amado Nervo.

Ni me estoy burlando de nadie ni es un apócrifo, se trata del mismo Nervo que escribió poemas considerados cursis o mochos y del que muy pocos han tenido la curiosidad de asomarse a sus prosas. La líneas transcritas son excepcionales, pues la denuncia social no era un tema frecuentado por Nervo. Sin embargo, su prosa, que visitó con frecuencia, en general parece un arroyuelo tranquilo y cristalino, que fluye sin tropiezos e invita a sumergirse en sus aguas. (Creo que ya me puse medio cursi, je je je.)

La enorme variedad de sus artículos periodísticos y crónicas son de una vitalidad increíble. Y sí, en ocasiones la vena modernista le gana, pero no siempre nos topamos con “el cisne de engañoso plumaje”, y sí con tópicos y giros irónicos, humorísticos y apreciaciones agudas. Un ejemplo sería “Gatos suicidas”, en el que borda a propósito de los equívocos, por pereza o ignorancia, que se dan en las redacciones de los periódicos.

Sin embargo, los temas de carácter político no le eran ajenos, aunque en ellos se percibe una mordacidad peculiar, amable, podría decirse, pues no llega al escarnio. Tales son los casos de lo que escribió sobre el eterno adversario de Porfirio Díaz, don Nicolás de Zúñiga y Miranda, o lo escrito sobre la pena de muerte y, en fin, muchos otros tópicos. Uno que me llamó mucho la atención, pues parecía haberlo escrito hace veinte años, es “El siglo xx”, pues saca a colación la polémica habida a propósito de “saber si el siglo XIX acaba el 31 de diciembre de 1899, o el 31 de diciembre de 1900, y si, por ende, el siglo xx empieza el 1 de enero de 1900 o el 1 de enero de 1901.”

Como recordarán muchos, esa discusión la vivimos de nuevo para la llegada del siglo XXI. La multiplicidad de temas y su forma de abordarlos es sorprendente. Son temas de “uso diario”, no especulaciones abstractas y esteticistas, lo cual no obsta para que de manera periodística discuta con los adversarios del modernismo o del decadentismo, o incluso ponga en su lugar a los novatos que piensan que por escribir lo que se les ocurra y sin menor cuidado son innovadores y decadentistas.

Es posible que haya algún lector que, al acercarse a estos escritos de Nervo, los sienta machistas, pues lo que escribe a propósito de las mujeres se presta a eso; sin embargo, yo apuntaría que su opinión no es a propósito de la mujer, sino de algunas mujeres, y a veces de una mujer en particular. Algo similar sucede con sus opiniones sobre “lo popular” o la petición de algunos de que los poetas deberían escribir “para el pueblo” sin precisar qué debe entenderse por tal. Consecuencia de esta posición es que sostenga que, en nuestro país, los poetas y escritores en general escriben para sus pares, y en última instancia, para el arte.

Es necesario superar la bola de prejuicios que hay sobre Nervo, como ya lo señaló José Emilio Pacheco en su momento, y adentrarse en la obra completa, no quedarse en los poemas archisobados y “populares”, mas no por ello deficientes. Sus ideas, lo sé, pueden ser discutibles, pero son totalmente respetables.

Todavía en nuestros días es extraordinario que la edición de un libro con tiraje de mil ejemplares se agote en un mes, cuando tenemos más de cien millones de habitantes. En fin, a Nervo, como a todos los poetas y autores de otros tiempos, hay que leerlo tomando en cuenta eso: sus circunstancias.

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