Tomar la palabra

- Agustín Ramos - Sunday, 25 Oct 2020 07:56 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp

Feminismos, clases, conciencia (II y último)

En la protesta de Yesenia y Bea por la violencia impune contra las mujeres, las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se transformaron en “un espacio libre de violencia”. Yesenia comenzó a luchar tras el feminicidio de su hija. Bea apoya con dinero y víveres y se “pronuncia en favor de los derechos de las mujeres y de la justicia”. La existencia de Yesenia deriva en compromiso a raíz de su experiencia. De Bea conocemos la trayectoria laboral y su formación en universidades particulares. Yesenia participa en el Frente Nacional Ni Una Más México (FNNUMM), conformado por quienes como ella han perdido familiares y cualquier esperanza en las instituciones. Bea participa en Bloque Negro (BN), grupo que actúa de incógnito.

Habla Yesenia: “Perdí mi empleo y prácticamente me tuve que desprender de todo.” Al revelarse la participación de Bea en la toma de la CNDH, ella exime de toda responsabilidad a la empresa de la que es vicepresidenta y se deslinda de las acciones violentas de BN. Yesenia y Bea pertenecen a ámbitos distintos, ocupan lugares distintos y realizan funciones distintas en la sociedad; sus motivos para enfrentar con dureza al presidente López Obrador son tan distintos como distintas son ellas entre sí. Y es el asalto a la CNDH lo que subraya sus diferencias y también sus semejanzas.

Mientras que BN –con quien identificamos a Bea– decide seguir ocupando la CNDH, FNNUMM desiste de tal medida. En otra vuelta de tuerca, la individualidad de Yesenia se difumina para realzar un ser colectivo que ni la deja a merced de las acusaciones de BN ni le resta reconocimientos por su contribución fundamental en la conformación del FNNUMM. En carta abierta del primero de octubre, FNNUMM refrenda su carácter anticapitalista, contrario a los intereses patriarcales, racistas y de clase que –desde su visión– mueven al Estado mexicano a “mantener las estructuras del sistema neoliberal y su política de saqueo y despojo”. Se desmarca de empresarios y políticos con la misma puntualidad con que denuncia y plantea exigencias a los gobiernos federal, de Ciudad de México y del Edomex. Se asume como oposición “de abajo y a la izquierda” “de la 4T”, antagónica a la presión reaccionaria, fascista y golpista de FRENAA. Rebate el calificativo “conservador” porque –argumenta–, amén de equivocado confunde a la opinión pública y puede justificar la represión. Sin omitir diferencias de estrategia y métodos con BN –al que sólo se refiere como “okupas”– apoya las peticiones de éste aunque a su juicio no beneficien a los familiares de las víctimas. Propugna la unidad urgente de las colectivas feministas y de las organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos. Y firma como “Frente Nacional Ni Una Menos México y organizaciones que lo integran” [enlace en la entrega anterior].

En “Lucha de clases sin clase en el antropoceno” X. López (contraeldiluvio.es, 2019), señala que una nueva clase no es “copia exacta de la clase obrera anterior…, sino una clase formada en nuestra situación. No una clase que se deba formar necesariamente, sino que puede formarse. No una clase en espera de recibir su conciencia ya formada, sino una clase en proceso de formarla. No una clase que deba comenzar sus luchas de cero, sino una clase que pueda tener memoria de sus luchas pasadas…” Y sí, fíjense, en el siglo XVIII los operarios de las minas de Real del Monte –hoy Hidalgo– protagonizaron, sin ser obreros, una lucha de contenido obrero contra un capitalismo germinal de quien aún no era capitalista. ¿Representan las luchas feministas la formación en proceso de una nueva clase que sintetizará y superará todas las luchas por la libertad, la justicia, la felicidad? ¿Serán los feminismos y las resistencias comunitarias la alternativa viable, posible, a este Diluvio universal perpetrado por el capitalismo depredador?

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