La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 15 Nov 2020 01:01 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
'Los habladores' virtuosos de David Olguín

 

 

El despliegue dramatúrgico, su dirección y la antología de estilos actorales, de gestos y matices que David Olguín ha puesto en El milagro, con escenografía de Gabriel Pascal, es una de las muestras de lo teatral más relevante de 2020: Los habladores. Lo es no sólo por la capacidad de mostrar la diversidad literaria de uno de nuestros dramaturgos más importantes, sino también por su diversidad de registros y recursos, por la posibilidad que tenemos de que esos textos se afirmen y diluyan bajo la dirección de escena del propio autor en la contemplación misma de su trabajo escénico y de la lectura que propone un conjunto de actores que son antología de lo mejor que ha dado la actuación nacional contemporánea.

Olguín ha reunido a una serie de intérpretes que podrían conformar una Compañía Nacional de Teatro que nos representaría. No quiero decir que sean los únicos ni tampoco afirmar estúpidamente que sean los mejores. Los mejores no existen más que el más simplista marco comparativo de la televisión comercial, en esa dinámica del apuntador que se piensa expresión de nuestro patrimonio escénico. Son únicos en tanto lo logrado por cada uno habiendo recorrido escenarios, directores y experimentadores escénicos, sí representa uno de los modelos actorales más ricos de la experiencia finisecular mexicana y del siglo XXI. En el conjunto reunido por Olguín en El Milagro se muestra una parte muy significativa de nuestro patrimonio actoral. Algunos apoyados por el Estado, otros sólo con el estímulo de su estado vital y creativo, pero se trata de un proyecto sostenido por el Fonca en el marco del Sistema de Apoyos a la Creación y a proyectos culturales, lo que permite a todos los involucrados compartir un pastel que prestigia y le da sentido a nuestras instituciones culturales que, esperamos, encuentren una brújula en estos tiempos de cambio, pues no parecen saber muy bien cómo acompañar ni acompañarse con los creadores.

Es evidente que no se quiere repetir el gesto patriarcal y docilizador del salinismo, pero no se sabe muy bien qué hacer con la crítica, el humor y la creatividad insumisa, la cual está más en un orden transfronterizo que local, en lo que corresponde a nuestros artistas más significativos por duraderos y visionarios. Todos con sus caritas desplegadas en un cartel que los contiene para informarnos que se atreven a sostenerse en un escenario sanitizado y aceptan que la vía del streaming se conserve como alternativa para los que han decidido esperar una vacuna, también para los que no viven en Ciudad de México ni en el país, y también para documentar y dejar registro de estas experiencias que, sin ser pandémicas, sí las enmarcan tiempos anómalos, de melancólica y persecutoria extrañeza.

El programa que nuestros lectores podrán ver todavía este fin de semana y el próximo tiene diez monólogos y un epílogo. Todas son obras cortas, pero de largueza suficiente para que se borde una historia con la complejidad para tejer en el espaciotiempo escénico la hondura de un personaje, un mundo simbólico, un acontecer y un modelo de vida psíquica que siempre nos cuestiona.

Este fin están Sergio Zurita (El secreto), Laura Almela (Los galenos), Raúl Villegas (#Lordtapabocas), Bertha Vega (Casting Café) y Diego Jauregui (La herencia). Jueves y viernes, 20:30, sábado 19 y domingo, 18 horas, hasta el 22 de noviembre.

Cada uno de los trabajos presentados desde el 29 de octubre está en las antípodas del standup. Con todo y que el humor, la intensidad trágica, la comedia, la farsa, en fin, el desfile de géneros podría en apariencia formar parte del recorrido anímico de un estandupero de calidad, esto es teatro, teatro que pone en aprietos en cada función la herramienta del actor.

No es un tejido de ocurrencias ni chistoretes fáciles frente a un público perezoso que se ríe ante el acontecer de lo idéntico y de lo mismo. Es totalmente la riqueza ancestral del monólogo en un fluir de conciencia que se sabe en riesgo y es capaz de sobreponerse en el absoluto desagarramiento.

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