Siberiana

- Jean-Baptiste Para - Sunday, 15 Nov 2020 00:01 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Jean-Baptiste Para nació en 1956 en París, Francia. Es poeta, crítico de arte y traductor del italiano. Redactor en jefe de la prestigiosa revista 'Europe', que fundó Romain Rolland en 1923, recibió en 2006 el Premio Apollinaire por su libro 'L’homme des ombres' ('El hombre de las sombras'). Entre sus libros de poesía y ensayo: 'Arcanes de l’ermite et du monde' ('Arcanos de la ermita y del mundo'), 'Atlantes' ('Atlantes'), 'Une semaine dans la vie de Mona Grembo' ('Una semana en la vida de Mona Grembo') y 'Pierre Reverdy'. Ha traducido al francés, entre otros escritores y poetas italianos, a Antonio Tabucchi, Eugenio Montale, Cristina Campo, Giorgio Manganelli, Milo de Angelis y Giuseppe Conte.

M. A. C.

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Me llamo Iaromira.

Perdóname si digo cosas tristes

Cuando oigo el rumor de mis pasos en mis huesos

 

Un silencio me ha salvado de la palabra

Otro silencio salvará la palabra

 

Y el viento será mi morada

 

He visto nadar las estrellas y he visto los bellos riñones de la liebre

He aprendido que yendo de río en río

Nada estaba verdaderamente lejos

Mucho tiempo he girado un anillo en mi dedo

He aprendido que se pensaba de manera distinta en el frío

 

Y el viento será mi morada

 

Podía nevar en la plena extensión de mis venas

La paciencia era en mí como pan en la mesa

Mis pulgares modelaban rostros de arcilla

Con la mano izquierda sabía airear la leche

Había en mis ojos un poco de ámbar

Un poco del verde de nuestros pantanos

 

Y el viento será mi morada

 

Como el mirlo y la abeja salvaje

Yo era la amiga del saúco negro

Amaba el indolente orgullo

De los hombres y los girasoles

La risa donde rebota

La pequeña perla de un collar desecho

 

Y el viento será mi morada

 

Apoya contra mí tu rostro

Apóyalo en lo que queda del verano

 

Abriremos juntos

La sandía madura y el libro

 

En el charco lejano de un espejo

Tú me verás joven aún

Y el viento será mi morada

 


Que hayas venido para la adoración de los lagos

Y para la dulzura de no ser nada

 

Guarda la espalda apoyada en la roca

No juegues en los dados la llave celeste

 

Que hayas llegado para el helado cuerpo de una golondrina

O para el amor inmenso y el inmenso olvido

 

Una barca se aproximará

Y el viento será mi morada

 

 

La muerte es un ángel

Que regresa a buscar sus alas

No hay rutas en este país

Sólo direcciones

Acaricio el cuello de los animales

Que pacen en tu silencio

 

Y el viento será mi morada

 

Éramos iguales a los ríos

En los desbordamientos de la primavera

El día en que los caballos lloraron

Hice mi provisión de despojo

 

Y el viento será mi morada

 

Tú que cierras los ojos

Como si fueras a cantar

¿Sientes acaso tu corazón ínfimo

Donde la luz insiste

Como una abeja herida?

Las turberas son un archivo de la tierra

Bajo nuestros pies –siglos de polen

En el cielo –el adiós de las grullas encenizadas

 

Y el viento será mi morada

 

El alba nos roza con sus narinas húmedas

El zarapito se despierta junto a las ramas quebradas

Y la araña retoma su tejido

La leyenda de los hombres

Con los ojos de casis maduro

Reflorecerá en manos extranjeras

 

Y el viento será mi morada

 

Hemos dejado el embarcadero de madera

Para entrar en una fría cintilación

Y era como sentir en sí

Todo el intervalo de lo inhabitado

Donde los corazones son traducidos

Hasta el agotamiento de la sombra

 

De rostro en rostro

En la noche del río de aguas anchas

 

Y el viento será mi morada

 

El retazo de tela roja

No se ha blanqueado en mi memoria

Cuando el invierno regrese

Que un pañuelo de nieve

Incline la balanza

Hacia lo indefectible

 

Y el viento será mi morada

 

Versión de Marco Antonio Campos y Jean Portante.

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